No es el cañón más profundo, ni más largo, ni más grande, pero sí es, sin duda, el de mayor belleza y espectacularidad, por eso se le conoce como "El Gran Cañón", a secas. Esta es la descripción de un viaje con sol y nieve a este impresionante paraje, y los aspectos fundamentales para poder visitar de la manera más fácil el Gran Cañón del Colorado, el parque nacional del Oeste de Estados Unidos único en el mundo.

Panorámica del Gran Cañón del Colorado

Estamos a mediados de mayo y me encuentro en Las Vegas tras un periplo por los grandes parques nacionales del Oeste de Norteamérica. De todos los importantes solo me falta por visitar en este viaje el Gran Cañón, y aunque ya lo visité años atrás, no quiero dejar la oportunidad de volver a disfrutar de sus asombrosas vistas. Me queda un día de estancia antes de regresar a casa así que opto por la opción más cómoda y sencilla: un tour de un día en autobús al borde Sur del Gran Cañón desde la capital del juego.

El Gran Cañón tiene una extensión de 446 kilómetros

El tour comienza al amanecer ya que el trayecto desde Las Vegas hasta la parte Sur del Gran Cañón es de 445 kilómetros, casi cinco horas de autobús. El coste es de 87 dólares con comida bufé, un ligero desayuno y la entrada al parque incluidos. Existe la opción más rápida de la avioneta pero además de costar el triple ya tuve la oportunidad de volar en mi viaje anterior y el fuerte viento que soplaba en el Gran Cañón provocó una de las peores experiencias de mi vida, con unas turbulencias tan atroces que los cuatro pasajeros que compartíamos el vuelo estuvimos literalmente pegando botes sin parar y sin poder disparar apenas una foto. Además, el pronóstico del tiempo anuncia lluvias hasta el mediodía en todo el Gran Cañón.

El Gran Cañón recibe cinco millones de visitantes cada año

Hay que subrayar que existe la opción de visitar el borde Oeste del Gran Cañón, que se encuentra a la mitad de distancia desde Las Vegas, y que tiene el aliciente del Skywalk, una plataforma de cristal construida sobre el abismo, con el fondo del Cañón a 1.200 metros. No obstante me inclino por el borde Sur porque es el que tiene las panorámicas más impactantes y las que se utilizan como reclamo turístico del Gran Cañón por todo el mundo. Hay otra tercera opción, que es el borde Norte del Gran Cañón, pero es el de menor interés, con vistas mucho menos llamativas, lo que se traduce en ser el menos visitado. Un aspecto menos importante pero que también cuenta es que el Tour al borde Oeste es el más caro porque la entrada cuesta 71 dólares al tratarse de una reserva india, mientras que la entrada al borde Sur cuesta solo 15 dólares por estar controlado por la compañía oficial de los parques nacionales.

El borde Sur tiene las mejores vistas del Gran Cañón

Salimos en autobús desde Las Vegas poco después de amanecer, tras un frugal desayuno, y con algunas nubes que ocultan esporádicamente el sol. Nada no hace sospechar lo que se nos avecina. A medida que nos vamos acercando al Gran Cañón, las nubes se hacen más abundantes y más negras, hasta que finalmente cubren el cielo por completo. Cuando son las 12 del mediodía, y estamos llegando a nuestro destino, paramos para el almuerzo, ya que los norteamericanos comen muy pronto. Es entonces cuando notamos que el fuerte calor de las Vegas ha dado paso a un más que fresco viento y que está comenzando a lloviznar, por lo que se está cumpliendo el pronóstico del tiempo. No oculto mi preocupación ya que se requiere un día claro para poder contemplar el Gran Cañón en todo su esplendor.

Cuando llego al Gran Cañón la nevada es intensa

Tras el almuerzo retornamos al bus ligeramente remojados por la lluvia. El vehículo reemprende la marcha hacia el Gran Cañón, que se encuentra ya a pocos minutos. Pronto constatamos con sorpresa y estupor que la visibilidad es cada vez peor porque la lluvia se convierte en nieve, y que ya se va acumulando en los laterales y márgenes de la carretera. Cuando llegamos a la entrada del parque Nacional la nevada es intensa y la visibilidad prácticamente nula a escasos 20 metros. Siempre me ha hecho ilusión ver nevar y contemplar paisajes cubiertos con el blanco manto de la nieve pero en esta ocasión más bien tengo ganas de llorar cuando nos acercamos al Mather Point del Gran Cañón, uno de los miradores con las vistas más espectaculares del mundo, ya que ¡no se ve absolutamente nada!

La visión desde el mirador del Gran Cañón es nula

La decepción es terrible ya que ante tan nula visión lo mismo da estar en el Gran Cañón que en la esquina de mi casa. Es verdad que el pronóstico anunciaba mal tiempo hasta mediodía, pero lluvia y no nieve, entre otras cosas porque ya estamos a 21 de mayo, a solo un mes de que llegue el verano, aunque es verdad que el borde Sur del Gran Cañón está a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar. Protegido por el paraguas recorro el sendero del mirador y la plataforma del mismo, mientras la nieve se acumula en los matorrales y barandillas protectoras. Por más que miro a mi alrededor, la visibilidad es de apenas unos metros, el resto es opacidad total.

Pronto comienzan a vislumbrarse sombras entre las nubes

La única esperanza que me queda es que a lo largo de la tarde la situación pueda mejorar de acuerdo con las previsiones meteorológicas. Permanezco apoyado en la valla protectora del mirador durante unos minutos, que se me hacen eternos, a la espera de algún signo esperanzador en forma de resquicios en el cielo encapotado y de pronto constato que puedo escudriñar sombras a lo lejos, que van tomando forma y en cuestión de escasos minutos ya acierto a distinguir formaciones rocosas en la distancia. Sí, como por encanto, la visibilidad vuelve a marchas forzadas y las nubes se disipan con rapidez inusitada dando paso a un paisaje asombroso. No me lo puedo creer pero el Mather Point se ha despejado por completo en muy poco tiempo y permite contemplar el Gran Cañón en todo su esplendor.

La visibilidad se va ampliando mientras cesa de nevar

Por este destacado mirador de Mather Point, que suele ser el más concurrido porque se encuentra a unos escasos cientos de metros del centro de visitantes, discurre el tramo de sendero fundamental del Gran Cañón, que bordeando el precipicio conecta con los miradores más destacados así como con las distintas rutas que recorren el parque nacional. Si sigues el sendero hacia el Este llegarás en menos de 30 minutos al Yaki Point y, poco después, al Grandview Point, con vistas magníficas. Si por el contrario te decides por el sendero hacia el Oeste, como hice yo, llegas el Yavapai Point, otro de los más destacados del parque. Existe la opción de desplazarte en el vehículo propio o en el autobús gratuito del parque, de color naranja, que te deja en los miradores y puntos más destacados. Si te decides por visitar el extremo Oeste del borde Sur la única opción es el autobús rojo ya que el vehículo particular está prohibido.

Finalmente puedo contemplar la belleza del Gran Cañón

Mi visita al Gran Cañón se limita, por falta de tiempo, a un solo día y no necesito alojamiento. Para los que quieran hacer noche allí, que me parece la mejor opción, tienen ofertas de alojamiento en Grand Canyon Village, donde se concentran hoteles, restaurantes y demás servicios. Se encuentra a unos 10 kilómetros del punto de entrada al parque nacional. Hago dos advertencias al respecto. La primera es que la oferta de alojamiento es escasa para la avalancha de turistas que visitan el parque, sobre todo en la temporada alta de julio y agosto, por lo que hay que reservar con mucha antelación. Y la segunda es que tan alta demanda provoca unos precios muy caros, hasta el punto que no encontrarás una habitación decente por menos de 150 euros.

Las nubes desaparecen y dejan paso al sol

Como quiero aprovechar el tiempo al máximo ocupo el tiempo que me resta en el parque caminando por el mirador del punto Yavapai y sus alrededores, desde donde las vistas panorámicas son asombrosas, luce un sol esplendido y la visibilidad es más que aceptable, algo que me hubiera parecido imposible si me lo hubieran dicho apenas una hora antes, cuando la nevada y las densas nubes lo cubrían todo y auguraban un día nefasto y una visita frustrada a esta maravilla de la naturaleza. Pocas veces he sido testigo de un cambio de tiempo tan brutal en cuestión de minutos, del frío y la nieve, al sol y el calor; de la visibilidad cero a una atmósfera limpia y clara.

En apenas una hora la vista del Gran Cañón es imponente

Con una tarde espléndida y soleada me duele tener que interrumpir mi paseo por el borde del Gran Cañón y volver al autobús cuando todavía queda mucha tarde por delante, pero para regresar a Las Vegas quedan todavía cinco horas. No tengo más remedio que hacerme el ánimo y resignarme ya que aunque haya sido por escasas horas, he podido contemplar en el único día que me quedaba disponible esta maravilla de la naturaleza, de 446 kilómetros de longitud y hasta 1.800 metros de profundidad máxima, desde los puntos y miradores más emblemáticos.

Vista del Gran Cañón desde el mirador de Yavapai

En Las Vegas no hay problemas con el alojamiento salvo que coincidas con la celebración de algún evento especial. Una habitación doble en un hotel-casino puede conseguirse por unos 60 dólares en días laborables pero el precio se dobla e incluso se triplica los fines de semana. Ojo con el precio excesivamente barato de muchas agencias porque no incluyen en el importe la "resort fee", que oscila entre los 25 y los 40 euros, y ni siquiera mencionan que estarás obligado a pagarla. Una tasa que te la cobrarán en el hotel salvo que te la hayan incluido en el precio de la reserva, cosa que hacen muy pocas agencias.

Hay senderos para bajar hasta el cauce del río Colorado

Desde Las Vegas tienes también la oportunidad de visitar otros parques emblemáticos del Oeste americano, como Bryce Canyon, Monument Valley y Antelope Canyon, entre otros. Para ello puedes optar por alquilar un coche, a partir de 50 euros diarios, que me parece la mejor elección, o recurrir a un tour organizado de varios días que seguro que encontrarás dada la gran cantidad y variedad de ofertas existentes.

El Cañón Bryce es otra visita obligada

Finalmente queda el vuelo. Desde Madrid o incluso desde Alicante, puedes conseguir un pasaje a Los Ángeles por alrededor de 530 euros si lo reservas con cierta antelación y excluyendo julio y agosto. Yo lo conseguí por ese precio desde Alicante a Los Ángeles con una sola escala en Dublín. En temporada alta calcula unos 150 euros más. Desde Los Ángeles hay autobuses directos a Las Vegas por entre 15 y 25 euros de precio medio. Hay posibilidad también de encontrar gangas de menos de 500 euros en vuelos desde Madrid a Las Vegas. Eso sí, suelen efectuar dos escalas, por lo que la duración total del viaje se prolonga algunas horas más.

La mítica ruta 66 conduce al Gran Cañón

TODAS LAS IMÁGENES DE MANUEL DOPAZO