Psicodélicos no alucinógenos. Ese es el descubrimiento que podría dar un giro radical a los tratamientos de las afecciones de salud mental.

Remedios que reinventarían los tratamientos de enfermedades como la depresión y el estrés postraumático.

La ciencia ahora se basa en antipsicóticos, una familia de fármacos que actúa alterando la química del cerebro, algo que no hace este novedoso compuesto.

Se trata del uso de un fármaco psicodélico que se caracteriza por una alteración de la sensibilidad manifestada con euforia, pero, en este caso, sin alucinaciones.

Y eso es lo revolucionario.

Estos psicodélicos no alucinógenos, lo que consiguen es promover la plasticidad neuronal, al tiempo que logran que el propio cerebro sea capaz de acabar por reconectarse por sí mismo.

Un hallazgo al que han llegado David Olson, profesor asistente en el departamento de química, y Lin Tian, ​​profesor asociado de la facultad de medicina, ambos de la Universidad de California (Estados Unidos).

Los fármacos que se utilizan actualmente para este tipo de tratamientos requieren un seguimiento estrecho del paciente por la cantidad de efectos secundarios que llevan aparejados.

La posibilidad de adicción y su uso como droga recreativa son alguno de sus peligros.

En el caso de estos nuevos psicodélicos, al no tener compuesto alucinógeno alguno, evitaría, según los investigadores, esta variante.

Cómo funcionan en el cerebro

El novedoso tratamiento está siendo probado en animales con resultados prometedores.

A fin de comprobar su hipótesis, el equipo se sirvió de un sensor que es capaz de brillar en presencia de los alucinógenos en el momento en que interactúan con la serotonina. Un resultado que también se ha conseguido con el compuesto AAZ-A-154, del que no había estudios hasta la fecha, y que es con el que se ha trabajado en la Universidad de California.

La respuesta neuronal parece que pudiera ser la misma con este fármaco que no modifica la química del cerebro.

El compuesto está siendo ahora testado a nivel de seguridad para poder dar posteriormente el salto a ensayos clínicos con humanos.

¿El fin de los efectos alucinógenos?

Durante mucho tiempo, aún hoy, se debate sobre la necesidad o no de estos efectos alucinógenos en los tratamientos de enfermedades por sus efectos terapéuticos.

Es necesaria una preparación previa y un tratamiento posterior para contrarrestar los efectos secundarios derivados del consumo de estos alucinógenos.

Por eso este hallazgo es tan relevante. Permitiría obtener el mismo resultado médico de los tratamientos tradicionales, pero sin necesidad de provocar alteración colateral alguna en el cerebro del paciente.

Efectos secundarios que en la mayoría de los casos no desaparecen y que acaban por alterar el funcionamiento normal de nuestro cerebro.

El insomnio, la fatiga, los mareos, la sensación de agitación o irritabilidad… son todos efectos secundarios que pueden provocar este tipo de tratamientos. Además de la disminución del deseo sexual, afecciones a la salud del corazón del paciente.

Todo esto viene determinado en muchos casos por una condición genética que hace variar la manera en que estos tratamientos nos acaban por afectar.

Afecciones de la salud mental, en cifras

En la sociedad actual, las enfermedades mentales derivadas por nuestro estilo de vida son las más comunes.

El estrés, la depresión, la ansiedad… todas se dan como consecuencia de la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Y se han visto, además, incrementadas como consecuencia de la pandemia de COVID-19.

En el mundo, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, trastornos mentales como la depresión afectan ya a más de 300 millones de personas.

Tanto es así que se ha convertido en la principal causa de discapacidad, contribuyendo de forma definitiva a la carga mundial general de morbilidad.

De salir adelante en sus investigaciones con humanos, el novedoso compuesto descubierto en la Universidad de California sería capaz de reinventar el tratamiento de enfermedades como la depresión, otra de las pandemias del siglo XXI.