Estamos rodeados de contagios por todas partes. Probablemente todos conocemos a alguien que ha “pillado el coronavirus” en el último mes.

Pero este ha producido un efecto probablemente indeseado:

Las fotos del test de antígenos son las estrellas de las redes

Hemos reducido tanto la importancia de contagiarse que incluso un aparatito tan feo como el test de antígenos se ha convertido en la estrella de las redes sociales y su foto aparece divertida en millones de mensajes.

Como si que saliesen una o dos rayitas fuese poco más que una anécdota.

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Incluso muchos se quedan erróneamente aliviados pensando que para ellos el coronavirus está pasando a ser historia.

Y si eso fuese verdad, estaríamos de enhorabuena después de que la OMS acaba de advertir que en dos meses más de la mitad de las personas que viven en Europa podrían estar infectadas con ómicron.

¿Nos alegramos o nos preocupamos?

Esas dos rayitas que tan sólo hace un año habrían llenado a una persona de terror, ahora apenas provocan en la mayoría un poco de nerviosismo.

A estas alturas de la variante no quedan apenas dudas de que ómicron produce enfermedades graves con muy poca frecuencia.

Entonces ¿Debemos seguir preocupándonos por la COVID-19?

Lo que dicen los especialistas estas no se parece en mucho a lo que nos gustaría escuchar:

Porque el riesgo de desarrollar una enfermedad grave es muy bajo, pero no es inexistente.

Y su afirmación está basada en varios hechos que conviene explicar.

1. Sigue habiendo personas que van a las UCIs y mueren

Que baje muchísimo la proporción de infectados que necesitan ingresar en el hospital, o bajar a la UCI, o ser intubados, no quiere decir que no existan. Y es un riesgo que no merece la pena correr.

En España ayer jueves hubo 159.161 infectados oficiales (serán muchos más) y 112 fallecidos.

Y eso significa que en un día han muerto, poco menos, el mismo número de personas que antes de la pandemia dejaban su vida en las carreteras ¡en un mes!

Y como a nadie se le ha ocurrido nunca quitarle importancia a los accidentes de tráfico, no deberíamos hacerlo con la COVID-19.

El ejemplo del virólogo alemán  Christian Drosten

El virólogo Christian Drosten asesor científico del gobierno federal alemán y uno de los virólogos más prestigiosos del mundo, explica recientemente en el podcast NDR su criterio sobre que ahora la COVID es una enfermedad leve:

 “Deberíamos saber que, por definición, se consideran leves todas las enfermedades que no llevan a los pacientes al hospital”.

Y de ahí desarrolla un ejemplo que puede ser muy fácil de entender.

         “Según el pensamiento generalizado, mientras estás en casa debes pensar que lo que te ocurre es lo que se conoce como un ‘curso leve de la enfermedad’.

         Pero si los pulmones comienzan a estar afectados y sigues en casa, estadísticamente los demás seguiremos pensando que tu COVID-19 es inofensiva.

        Y si los pulmones continúan deteriorándose, parece que la respiración se está volviendo más difícil, pero todavía seguimos en casa… ¿Nos mantendríamos en el curso leve de la enfermedad?

         ¿Y cuando llega el momento en que sólo tenemos fuerzas para estar en la cama enfermos y sentimos que los pulmones ya no funcionan bien y la respiración se está volviendo más difícil?

Cuando desde la cama comenzamos a preguntarnos si los pulmones ya están funcionando tan mal como para tener que ir al hospital o si preferimos esperar un poco más con un grito ahogado…

Desde el punto de vista médico puede ser «leve», pero seguro que no es agradable.

Y aunque poco, eso continúa ocurriendo. Y mañana también va a ocurrir, y muy probablemente pasado mañana, también.

Por eso los mejores expertos virólogos del mundo dicen que no ha llegado el momento de bajar la guardia y que hay que mantener las medidas preventivas con todo rigor.

Nadie sabe quién será el siguiente que tendrá que ir a la UCI. Pero sí sabemos que habrá un siguiente.

2. Pasarlo no garantiza que no volvamos a infectarnos

Es una muy mala noticia: si contrae el coronavirus después de tres vacunas, no significa que nunca más pueda infectarse con Sars-CoV-2.

Un estudio del Imperial College de Londres, recién publicado pero todavía  no revisado por pares, confirma que la reinfección por ómicron es posible incluso entre los que han pasado la enfermedad, ya sea con la misma variante o con otras.

Según el estudio, la inmunidad que se desarrolla en nuestro cuerpo después de pasar la infección con ómicron apenas llega al 19%, mientras que en Delta, por ejemplo, la protección natural era del 85%.

Las vacunas sin la tercera dosis tampoco son garantía, pues sólo ofrecen una inmunidad del 20%. Y con la tercera dosis recuperamos una protección entre el 55 y el 80%, pero aún no sabemos durante cuánto tiempo.

Con estos datos, el estudio llega a la conclusión de que el riesgo de volver a contagiarse es, con ómicron, hasta 5,4 mayor que si nos hubiéramos infectado con otra variante del virus.

3. Los ingresos en los hospitales tardan en llegar

Nadie sabe si hemos alcanzado ya el pico de la pandemia, aunque todo hace indicar que al menos estamos muy cerca.

Pero tampoco podemos descartar que los contagios de las Navidades acaben creando problemas de saturación en los hospitales, como ya ocurre en los centros de salud.

Por mucho que hayamos acortado los tiempos de “cuarentena”, mientras los contagios sigan disparados cada vez habrá más enfermos y menos sanitarios.

Y además, no sabemos cuántos de estos contagios acabarán ingresando en el hospital o teniendo que ir a la UCI, porque ómicron también provoca casos graves, aunque sea en un porcentaje muy bajo.

Las estadísticas hablan de que con ómicron hacen falta 10 veces más infectados para provocar un ingreso hospitalario. Pero los hay.

Y lo que ocurra con los contagiados de ahora no lo sabremos hasta dentro de unas semanas.

Eso quiere decir que no sabremos el pico de ingresos hospitalarios hasta dentro de 2 semanas, y tendrán que pasar entre 3 y 4 semanas para ver la incidencia en UCIs.

Son unos datos que debemos tener en cuenta.

4. Riesgo de COVID persistente

Muchas veces se nos olvida… si no nos afecta. Pero es un hecho que está ahí y que no depende de la gravedad con que hayamos pasado la enfermedad.

Ya sabemos que el coronavirus deja secuelas, también con ómicron, y que no son agradables. Y es otro argumento importante para no bajar la guardia.

Porque la COVID persistente es una enfermedad que todavía va a dar mucho que hablar y debería ser razón suficiente para huir de cualquier contagio y tomar todas las precauciones.