La izquierda y las élites globalistas han hecho de la "emergencia climática" un eje ideológico más de su totalitarismo progresista. Un eje que han asumido como propio el resto de partidos políticos. No les importa el medio ambiente, sino señalar y culpabilizar sin ofrecer ningún tipo de solución que no pase por prohibir, por alejar (aún más) las élites de las clases medias y populares y por la eliminación de la soberanía de los países.

La alternativa que proponen para evitar la profecía del apocalipsis que predican consiste en encarecer la energía, en que no tengamos hijos, no comamos carne, evitemos ducharnos cada día y, por supuesto, que nos olvidemos de viajar al extranjero. Y todo ello mientras financiamos con nuestros impuestos sus millonarias cumbres climáticas, a las que acuden, para eso sí, en sus aviones privados.

Estamos, en definitiva, ante otra campaña política que busca acabar con la prosperidad de las naciones y la libertad individual. La izquierda ya ha demostrado que sus recetas distan mucho de mejorar la vida de los trabajadores, pero ahora ha decidido expoliarles para pagar la factura de su agenda totalitaria, mientras nuestros campos y nuestra industria son acusados de crímenes contra el planeta.

El problema es que estas disparatadas políticas cuentan con el apoyo de organismos supranacionales, que imponen restricciones a nuestra industria mientras favorecen el comercio con empresas localizadas en el sudeste asiático que no cumplen ningún tipo de normativa medio ambiental o laboral.

En la cumbre que se desarrollará la próxima semana nos dirán que la tierra esta ardiendo por nuestra culpa, y no dirán nada acerca de que entre el 88% y el 95% de los plásticos que llegan al mar por vía fluvial proceden de 10 grandes ríos: dos africanos y ocho asiáticos.

Labor de los científicos

Los miembros de la comunidad científica están de acuerdo en que el cambio climático existe y ha existido siempre. Sin embargo, hay un debate científico, y sobre todo marcadamente político, sobre si es producto de la acción o actividad del hombre o fruto de la evolución natural del planeta.

En VOX lo tenemos claro: Los científicos independientes deben ser los encargados de explicar la situación y dar con las soluciones al problema, no los políticos. Deben ser los profesionales y los expertos, no la izquierda.

Lo que parece indiscutible en cualquier caso es que, a la luz de los datos, la capacidad de la economía española de revertir el cambio climático, habida cuenta de su peso en las emisiones de CO2 mundiales, es insignificante.

La izquierda no lucha por preservar el medio ambiente, lo hace por imponer su visión y garantizar la conservación de las élites progresistas y el empobrecimiento de las clases medias y trabajadoras.