Si no hay discotecas, nos montamos un botellón en la calle y si no hay celebraciones en el pueblo, siempre nos podemos juntos todos a comer o cenar ,y si cierran los bares pronto, ya nos vamos a casa de alguien el grupo entero... La lista de escenarios alternativos para intentar mantener algo de nuestra vida social activa es larga pero es por ahí, precisamente, por donde se nos está escapando entre los dedos los nuevos contagios de coronavirus porque con amigos, comida y alcohol de por medio, la distancia social y la mascarilla pasan, en demasiadas ocasiones, a un segundo plano.

Es a esta lista de vida social «paralela» a la que estaría dirigida específicamente la nueva medida que se ha puesto sobre la mesa: un toque de queda a modo de confinamiento domiciliario nocturno. Será esta tarde en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema de Salud cuando las comunidades junto al Ministerio de Sanidad valoren si es o no necesario y cuál es la mejor fórmula legal de aplicarlo. Desde el Consell ya se han mostrado partidarios de asumir un toque de queda, como una medida más para atacar esos contagios sociales que se escapan y están haciendo que la situación de la pandemia vuelva a empeorar en la C. Valenciana pero sin dañar todavía más el tejido económico, golpeado por el cierre del ocio nocturno y los horarios restringidos en bares y restaurantes.

El cómo se haría, si se decide seguir adelante, todavía tiene el trazo grueso. La idea, importada de países europeos que ya la han puesto en marcha como Francia, debería de adaptarse a las peculiaridades españolas pasando quizá de cerrar a las 9 de la noche a hacerlo a medianoche. Haciendo posible mandar a casa a todo el mundo que esté en la calle a esas horas sin justificación se evitarían los botellones y parte de las fiestas privadas que se suceden todos los fines de semana o, al menos, ese es el planteamiento.

2.800 denuncias por botellón

Porque puede parecer algo extraordinario, pero la fiesta que organizaron los universitarios del Colegio Mayor Galileo Galilei es solo una más de tantas. Todos los fines de semana los botellones y las fiestas paralelas se siguen contando por decenas en pueblos y ciudades, ya sean grandes o pequeños. Precisamente, la Policía Local de València hizo la semana pasada balance de denuncias en este sentido: de julio a mediados de octubre habían puesto 2.795 denuncias por hacer botellón en la capital del Túria sin seguir, por supuesto, las medidas de prevención como distancia y mascarilla. Ya antes de la pandemia y según fuentes municipales, todos los fines de semanas se hacían entre 30 y 50 botellones por toda la ciudad con puntos «calientes» como la Cruz Cubierta, la Marina, la plaza Honduras o Benimaclet. Tras la pandemia y el confinamiento, la tónica se ha mantenido aunque ahora incluso de forma más atomizada y con más pequeños grupos tras el cierre de los bares de copas.

Habrá que esperar que se decide esta tarde pero es probable que la próxima fiesta de Halloween del 31 de octubre pese en la toma en consideración del toque de queda por parte de las comunidades. En fiestas señaladas, y sin celebraciones «oficiales», aumenta el riesgo de que se generen estas reuniones: en la ciudad de Alicante durante el puente del 12 de octubre, se disolvieron 30 botellones y 64 fiestas privadas, por ejemplo.

Relajación con familia y amigos

Los informes oficiales de la pandemia siguen demostrando que es en las reuniones sociales y con la familia donde más nos estamos relajando y más espacio le estamos dando al coronavirus para seguir activo. Según los últimos datos de la Conselleria de Sanidad, casi siete de cada diez brotes registrados son de origen social, es decir, detrás hay una comida, una reunión o una quedada con amigos o familiares en las que se relajan las medidas de prevención.

De hecho, el domicilio y «otros» ámbitos de exposición suponen más de la mitad de los contagios totales, muy por encima de los laborales o los escolares, que son residuales, según los informes del Instituto de Salud Carlos III.

«Puede mejorar algo pero no se debería aplicar en toda España»

«Puede ayudar en el control de la pandemia pero no debería ser una medida de «café para todos» en un momento en que cada territorio está en una situación distinta con respecto al coronavirus. Es lo que opina sobre la aplicación del posible toque de queda nacional el presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Rafael Ortí.

Según el experto valenciano, este confinamiento nocturno «puede ayudar a cortar» ese flujo de nuevos contagios del SARS-CoV-2 que se siguen dando a través de botellones o fiestas entre amigos pero tampoco va a ser la panacea. «Como ha pasado con otras restricciones habrá derivaciones: si no hay botellones habrá fiestas privadas en pisos hasta las 5 de la mañana, por ejemplo, aunque sí que podría recortar hasta el 70 o el 80 % de estas situaciones, lo que es positivo», razonó. Máxime en un momento en el que los contagios vuelven a estar de subida y la población «está cansada, no aceptarían otros confinamiento como el de marzo y esta medida afectaría directamente solo a una franja de población, los más jóvenes».

Eso sí, pese a que pueda ayudar a contener las cifras de contagios, para el preventivista no sería adecuado hacerlo ahora en toda España. «En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, no procede todavía tomar este tipo de medidas, habría muchas otras que aplicar antes de esta», defiende el experto, que sigue apostando por la implantación de medidas a largo plazo para contener la pandemia basadas en la «educación sanitaria y en una infraestructura fuerte de Atención Primaria para genere confianza en la administración».

Ortí sí avaló el «semáforo» que se quiere consensuar entre todas las regiones para determinar qué medidas se deben de tomar según una serie de parámetros como la incidencia acumulada o la ocupación hospitalaria y que también se debate esta tarde. «Esto nos dará un marco común para homologar respuestas», aseguró.