Después de despedir «el año más difícil de nuestras vidas», 2021 abre paso a una década decisiva y llena de oportunidades sin precedentes para edificar un nuevo «Renacimiento valenciano» sobre las ruinas que deja la pandemia, a partir de la histórica inyección brindada por la Unión Europea para salvar la economía. Estas ideas guiaron el tradicional discurso que pronunció el jueves el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, para dar la bienvenida al nuevo periodo que comienza, en medio de la incertidumbre creciente sobre la magnitud de la tercera ola.  

Para el jefe del Consell, 2021 no solo es «el año de la esperanza», por la vacuna recién implantada y por la reactivación impulsada desde Europa, sino que también tiene que ser «el año de la financiación justa en España». Puig volvió a mandar un recado a Pedro Sánchez para recalcar que no caben más demoras ante un sistema que saque a la C. Valenciana de la discriminación y que haga viable una «España de Españas» que «suture heridas, promueva la reconciliación y genere complicidades». 

El president cargó contra el «nacionalismo excluyente» por su «confinamiento mental», que «aboca a la uniformidad o al independentismo», con la mirada puesta en las elecciones catalanas. «España no está rota; es un un mosaico de identidades y culturas que enriquecen, aportan y suman», dijo.

Puig inició el discurso acordándose de las 2.800 familias que han perdido a algún ser querido por la pandemia, una catástrofe que, a su juicio, también ha deshecho el estereotipo del «meninfotisme» valenciano para sustituirlo por el «mejor patriotismo»: el de los valores, el civismo y la responsabilidad. 

El jefe del Consell pidió un «plus de esfuerzo individual y colectivo» y apeló a la responsabilidad y a la prudencia de la población para doblegar el virus. El dirigente incidió en que la respuesta de la UE «da fuerza para una salida más rápida, vigorosa y transformadora», antes de reiterar que la Comunitat recibirá en tres años de Europa cinco veces más recursos que en una década y media. Un balón de oxígeno que debería traducirse en la creación de 90.000 puestos de trabajo a partir de esta primavera. 

Ximo Puig durante su discurso

Huir de la crispación

Después de su pulso con la presidenta madrileña por el reparto de los fondos comunitarios, Puig abogó por desplazar «el ruido estéril» y manifestó que «el camino de los gobernantes no puede ser la crispación y las trincheras. «Sobran muros y faltan puentes», sentenció, poniendo como ejemplos el amplio apoyo a las cuentas autonómicas, la aprobación de los primeros presupuestos del Estado en tres años, los pactos valencianos de reconstrucción o el acuerdo sobre el brexit. «Ahora, lo que toca es trabajar. Es el tiempo de la gestión, la eficacia y el trellat», remachó.