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"Any Jaume I": un rey al rescate de una sociedad fracturada

En medio de una polarización inédita, entidades e instituciones trabajan para 2026 en el 750 aniversario de la muerte del ‘conqueridor’, la única figura que concita el consenso identitario de todos los valencianos y sigue generando debate académico: el último, sobre si murió en Alzira o en València

Cuadro de Ignacio Pinazo "Últimos momentos del Rey Jaume I"

Cuadro de Ignacio Pinazo "Últimos momentos del Rey Jaume I" / Levante-EMV

José Luis García Nieves

José Luis García Nieves

València

El 27 de julio de 1276 moría el fundador del Regne de Valencia. Pronto se cumplirán 750 años y diferentes movimientos se han puesto en marcha para convertir 2026 en otro ‘Any Jaume I’, como el ya lejano 2008, cuando un Francisco Camps en la cima de su hegemonía se invistió de solemnidad medieval para recordar los ocho siglos desde su nacimiento en Montpellier. Sin reparar en gastos. Aún se recuerda la monumental cabalgata de 700.000 euros que recorrió la capital.

Dos décadas después, el viejo rey puede dar de nuevo a los valencianos un pretexto en torno al que reunirse; en el peor momento, con una fuerte crispación política, una fractura política y social inédita desde los tiempos de ‘la batalla de València’.

Ya han recogido el guante ciudades como Alzira, donde la tradición popular dice que falleció el monarca. También en la Diputación de Valencia. El último pleno aprobó una moción a iniciativa de Compromís. Ante la falta de movilización de la Generalitat por ahora, pretendía repetir la operación del ‘Any Estellés’, que al menos sí tuvo respaldo provincial, cuenta el diputado valencianista Pau Andrés. El equipo de gobierno quiso frenar la moción, al entender que es la Generalitat, que aún no ha dado señales de vida, quien ha de liderar la efeméride.

El área de Cultura de la diputación, no obstante, ya ha empezado a preparar el 750 aniversario para 2026. Al menos desde la corporación provincial (el PP de Mompó y Ens Uneix) habrá Any Jaume I. El diputado Paco Teruel ha mantenido reuniones con especialistas como Antoni Furió para preparar acciones académicas. Además, la Institució Alfons el Magnànim prepara la traducción al castellano del “Llibre dels fets” de Jaume I. También hay una exposición en el Palau de la diputación con motivo del Nou d’Octubre con especial protagonismo del monarca.

Estatua de Jaume I, en el centro de València.

Estatua de Jaume I, en el centro de València. / Miguel Angel Montesinos

Aniversario en medio del ruido

Jaume I regresa 750 años después en un momento atravesado por el conflicto. El Palau de la Generalitat, con la legislatura empantanada por la gestión de la dana de Carlos Mazón, se ha entregado a una estrategia de ofensiva identitaria: ley de señas de identidad, prohibición de autores catalanes en la escuela, conflictivización de la Acadèmia Valenciana de la Llengua. Los próximos meses, mientras avanzan las investigaciones sobre el 29 de octubre, serán de fuerte contaminación acústica en las Corts.

¿Puede esto empañar una conmemoración de todos? Desde la sociedad civil, el Fòrum Jaume I, nacido este año para impulsar la efeméride, apela precisamente a la unidad partidista. Ha mantenido contactos con la Conselleria de Justicia (competente en materia de autogobierno) y confía en que haya respaldo presupuestario y una declaración institucional con participación de todos los partidos. “Queremos que tenga una transversalidad total y vertebradora, con todas las fuerzas políticas para que todos los actos tengan una repercusión unánime. Si no se consigue, una parte de la sociedad no se sentirá reflejada y no participará”, reclama la politóloga Susi Boix, presidenta del Fòrum.

Jaume I, 'el caballero blanco'

Lo cierto es que, en la actual Comunitat Valenciana, Jaume I es una especie de ‘caballero blanco’ de la identidad valenciana. Todos le quieren. En cada una de las ciudades y villas reales donde dejó su huella. De Vila-real a València pasando por Sagunt, Llíria, Alzira, Xàtiva o El Puig, Alpuente, Ademuz o Requena. También entre los nostálgicos que se aferran a su dimensión parcial de “rey cruzado” frente al islam; entre los que le veneran por constituir una primitiva noción de valencianismo, y entre quienes subrayan su condición de rey moderno creador de derechos. Todos le quieren. Todos menos quizá aquellos republicanos blasquistas que en el diario ‘El Pueblo’ del periodista Azzati lo tachaban de “rey clerical, supersticioso y sucio” en 1907.

José Luis Villacañas, biógrafo real, eleva la figura. “Lo han reivindicado todos, y esto es muy raro en la Historia de España porque sencillamente es un rey grande. Una personalidad excepcional, de rango europeo, y constituyente de la Corona de Aragón”, apunta.

Sobre la vigencia de su impacto, subraya la constitución de las ciudades valencianas. Y una “representación en Cortes que no puede perecer”. “No genera un derecho del Rey sino un derecho del pueblo valenciano, pagado por su fisco para tener a eternidad la capacidad de representarse en Cortes, según los representantes de las ciudades, y de elegir su diputación permanente; esto es, los gobernantes que administran el fisco del Reino de Valencia. Es un rey constituyente”, concluye.

¿Dónde murió Jaume I?

Como todos los personajes trascendentales, el monarca todavía sigue generando novedades. El 750 aniversario de la muerte del ‘conqueridor’ ha reactivado el debate historiográfico. Aunque popularmente se ha situado en la ciudad de Alzira el lugar de la muerte de Jaume I, recientemente diversos investigadores la han ubicado de manera “irrefutable” en la ciudad de València.

El último ha sido esta semana el cronista de València, el medievalista Vicent Baydal. En un reciente artículo (revista Lletraferit), Baydal lo “deja bien claro”: “Jaume I entró en Valencia el 9 d’octubre de 1238 y cerca de 38 años después, el 27 de julio de 1276, murió también en la misma ciudad de Valencia”. Es una corrección que han realizado también otros historiadores.

La confusión y el prestigio de la ‘tesis alzireña’, señala Baydal, procede de varios aspectos. El ‘Llibre dels Fets’ relata que a principios del verano de 1276, el rey se desplazó a Alzira tras sentirse mal. Su salud empeoró y allí modificó su testamento, aunque en el mismo libro se indica que partió a València. Otra fuente medieval (Histories de Pere Tomich) apunta la pista de la “vila de Algezira” como lugar de la muerte, entre otras posibilidades. De esta fuente, concluye Baydal, se fragua la tradición oral de que la Creu Coberta de Alzira se levantó en el punto exacto de la muerte, aunque no hay “absolutamente ningún documento coetáneo que así lo afirme”.

El medievalista y profesor de la UV Mateu Rodrigo, publicó un revelador artículo en Levante-EMV a principios de este año citando diversas fuentes. La primera, el 'Llibre dels Fets' (la autobiografía del monarca), que en una anotación final del íntimo colaborador del rey, el obispo de Huesca Jaume Sarroca, consigna el deceso en Valencia. “E aquí en València, en l’any de MCCLXXVI, sexto kalendas augusti, lo noble en Jacme, per la gràcia de Déu rey d’Aragó e de Mallorques e de València, comte de Barchinona e d’Urgell, senyor de Muntpesler, passà d’aquest segle, cuius anima per misericordiam Dei sine fine requiescat in pace. Amen».

Hay más fuentes coetáneas. El mausoleo del Monestir de Poblet (Tarragona), que era donde realmente quería reposar el monarca y donde fue inhumando a los dos años de morir, sitúa la muerte en València. El Archivo de la Corona d’Aragó, subraya Rodrigo, también recoge documentación firmada por el fundador en sus últimas horas. Baydal añade como fuente al cronista Ramon Muntaner, que solo tenía 11 años en la muerte del rey, pero que también fija en la cercana fecha de 1325 la muerte en Valencia.

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