Begoña Ibarrola es psicóloga y autora de cuentos infantiles como “Cuentos para sentir”, “Cuentos para educar a niños felices” y “Cuentos para descubrir inteligencias”. También imparte cursos sobre educación emocional.

El próximo martes 20 de octubre ofrecerá una ponencia en el evento online que ha organizado Gestionando hijos y Prensa Ibérica entre el 6 y el 27 de octubre. Hemos charlado con ella para que nos dé un adelanto de lo que va a tratar en su ponencia ‘Inteligencia emocional, la clave de la felicidad’.

Begoña, nos encontramos en un momento vital complicado. La pandemia nos está enfrentando con una realidad muy distinta a la que conocíamos, llena de retos, incertidumbres… ¿Qué importancia cobra la inteligencia emocional en estos momentos?

Precisamente en estas situaciones es donde se valoran más determinadas habilidades emocionales como la conciencia emocional, el autocontrol, la empatía, la resiliencia, etc…, pero son habilidades que no se improvisan, sino que deben desarrollarse desde bien pequeños y entrenarlas todos los días, ahora tenemos muchas oportunidades para hacerlo.

Como la educación emocional es un factor de prevención primaria inespecífica, en estos momentos la inteligencia emocional sirve como escudo al miedo, al estrés, a la depresión o a la ansiedad, no negando o censurando las emociones que sintamos, son normales y variadas, pero sabiendo cómo enfrentarnos a ellas y cómo salir de ellas.

Por lo que has dicho… ¿la inteligencia emocional se aprende y, por tanto, está en nuestra mano fomentarla en nuestros hijos?

Por supuesto. Y es de vital importancia hacerlo. A medida que enseñamos a nuestros hijos a manejar su mundo emocional, les estamos dando recursos y estrategias para saber qué pueden hacer cuando se sientan enfadados o tristes o sientan miedo, qué potencial tiene esa tristeza, ese miedo o ese enfado, qué mensajes nos quieren dar esas emociones, pero también cómo ayudarles a gestionar esas emociones, que son legítimas pero que deben aprender a manejar.

¿Cómo podemos gestionar de la mejor manera posible todas estas emociones y ayudar a nuestros hijos a que gestionen las suyas? Un reto muy complicado, sobre todo teniendo en cuenta que nosotros mismos no sabemos muy bien cómo afrontar todo lo que está ocurriendo…

Tenemos que aceptar que el ser humano no puede controlarlo todo, que hay cosas que no queda más remedio que aceptar. La aceptación de la situación, que no es resignación, implica utilizar un lenguaje interior que me permita navegar en medio de mares turbulentos, mensajes que ayuden a los adultos y a los niños a tener confianza en que los problemas se van a superar, vamos a salir de esta situación, pero no cuando queramos ni de la forma que queramos sino siguiendo directrices de las personas que saben cómo hacer frente a una pandemia.

“Gestionar emociones es más fácil cuando en el ambiente familiar existe el respeto a cada miembro de la familia”

Los niños deben saber lo que está pasando, hay que contarles las cosas con claridad, pero siempre teniendo en cuenta su edad o madurez, bien con un cuento sobre un bichito malo que quiere entrar en nuestro cuerpo, en nuestra casa y hacernos enfermar y al que podemos combatir. O si son un poco más mayores, a partir de 6 años, dándoles explicaciones realistas, que comprendan la gravedad de lo que está sucediendo, aunque siempre deben sentirse seguros.

Gestionar emociones es más fácil cuando en el ambiente familiar existe el respeto a cada miembro de la familia, los hijos se sienten seguros y amados de forma incondicional, si hay escucha atenta por parte de los adultos, pero también límites y normas claras, consuelo, apoyo y empatía.

Hay una aspiración que probablemente todas las madres y padres compartimos y es que nuestros hijos sean felices, pero ¿se puede ser feliz siempre, independientemente de las circunstancias de la vida? ¿Podemos enseñar a nuestros hijos a ser felices?

Sí, por supuesto. Se pueden desarrollar actitudes que potencien la felicidad porque esta es una construcción personal. Yo puedo poner mucho de mi parte para potenciar eso. En primer lugar, cambiando las actitudes negativas que no nos enfocan al optimismo.

Hay varias claves que pueden contribuir a la felicidad, pero las actitudes personales son muy importantes. Por ejemplo, el ponerse metas e ilusiones en la vida, pero que sean realistas, es algo que potencia la felicidad y el bienestar. Otro elemento que potencia la felicidad es tener una red social de amigos con los que se pueda conversar, te aporten y muestren afecto, aunque sea distancia. Otra cuestión es utilizar hobbies, dedicar tiempo para uno mismo y a actividades que nos ayuden a estar bien.

“Nuestro cerebro está más enfocado en las experiencias y emociones negativas que en las positivas porque está programado para la supervivencia”

Algunos tienen la idea falsa de que la felicidad se puede conseguir fuera, a través del tener, y se están dando cuenta de que la felicidad está dentro, que tiene que ver más con el ser y con la gestión de emociones, con ser capaz de generar emociones positivas, tanto en nosotros como en las personas que nos rodean, con tener una misión y un propósito en la vida.

Estar bien es una obligación si queremos ser felices, pero a veces nuestra mente suele estar más enfocada en lo negativo que nos pasa que en lo positivo, es natural, debemos saber que nuestro cerebro está más enfocado en las experiencias y emociones negativas que en las positivas porque está programado para la supervivencia, no para la felicidad.

Podemos elegir aprender a ser felices y también podemos enseñarles a nuestros hijos a encontrar la verdadera felicidad, cultivando su propio bienestar y, como en todo aprendizaje, debe existir constancia, enfoque y motivación.

“Podemos enseñar a nuestros hijos a ser felices”

“Podemos enseñar a nuestros hijos a ser felices”

Ponencia: «Inteligencia emocional, la clave de la felicidad»

Día: 20 de octubre

Hora: 21:45 horas

Inscripción gratuita a través de la web o de código QR

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