Lejos del saturado mundo cibernético y de los modernos blogs, subsisten todavía algunas publicaciones caseras hechas en papel y encuadernadas con grapas. Los fanzines recogen, según sus seguidores, los temas que los grandes medios no cubren. Una mezcla de arte y periodismo desarrollada por aficionados y macerada en el caldo de cultivo de la revolución creativa. La provincia conserva, así, en pleno apogeo de la era digital, una de las grandes raíces de la contracultura, ese movimiento alternativo surgido en los sesenta que pretendía dar voz a sectores marginales de la cultura predominante. "Fetiche", "Raruto", "Niguru" y "Chilena Comando" son sus nombres.

En los cuatro casos, para comenzar, sólo se necesitó una buena idea, algo de dinero y amigos dispuestos a ayudar. El encanto de estos "cuadernillos" es su carácter impertinente, dando rienda suelta a las inquietudes más desbordantes. "Se trata de editar lo que quieres y sin censura, además de recuperar el papel que con Internet se estaba perdiendo", asegura David Gil, uno de los cinco componentes de "Fetiche". Un comentario generalizado entre todos los que se dedican a esto. Este fanzine celebró hace unos meses su primer aniversario y su novedad reside en que cada número ofrece algo único, un fetiche, como cupones personalizados o diapositivas. En sus páginas se cuentan dibujos, poesía, humor, así como la olvidada fotonovela e, incluso, colaboraciones de alto nivel como las de Forges o Lucía Etxebarría.

La autofinanciación es la base de la economía de cualquier fanzine. Al no estar respaldados por editoriales, los autores dependen directamente de las ventas por lo que su prioridad es cubrir, al menos, los gastos de impresión. Otra característica de su naturaleza es la temática atemporal, algo que pueda leerse "ahora y dentro de diez años, y que se puede coleccionar", añade Gil.

Sin embargo, existen excepciones donde el fanzine se ocupa también de la actualidad, como "Niguru". Esta publicación es la más cercana a una revista tanto por su contenido -dirigido a los aficionados al manga, sólo publica noticias de Japón- como por la intención de su responsable, Fernando Romero. "Quería hacer una revista pero, para este tipo de información, era imposible en ese momento, así que me inspiré en otros fanzines", explica. Él solo redacta y diseña el material, y hasta saca algún beneficio con la venta por lo que no descarta seguir en este formato: "Si la cosa sigue igual, me plantearé hacer una cosa más bohemia y me olvidaré de la revista".

Relacionado también con el manga y con el universo cómic se encuentra "Raruto". Del lápiz de Jesús García Ferrer nació esta parodia de un cómic japonés y ahora ya cuenta con unos 40.000 lectores por toda España. Frente a los que cambiaron papel por Internet porque resultaba más económico, propone hacerlo a la inversa. De hecho, comenzó, así, con descargas gratuitas en su web para pasarse más tarde al soporte físico. "Quiero romper la lógica de cómo funcionan las cosas", destaca. En breve probará la misma suerte con "5 elementos", otro fanzine que fusiona manga con "el estilo de humor occidental".

Entre Alicante y Valencia se edita "Chilena Comando", realizado por cuatro amigos y enfocado exclusivamente a la música. Grupos y estilos poco conocidos junto a entrevistas a cantantes de culto de décadas pasadas. "Hablamos de cosas de las que no habla nadie y sin ningún tipo de sesgo, por eso lo compra la gente", comenta Iván, uno de los alicantinos del grupo. Con una numeración aleatoria, el carácter gamberro e informal de "Chilena Comando" se imprime en cada página. Un rasgo que, junto al espíritu guerrero, define a todos los fanzines. Quizás, por eso, en Alicante se resistan a morir.