Las primeras fotografías que se conservan en el archivo del Instituto de Historia de la Cultura Material de San Petersburgo llegaron a Rusia de la mano del gran duque Konstantin Nikolaevich, hijo del zar Nicolás I. Recogen diversas estampas de Granada que fueron adquiridas por él ante la belleza de lo que veía desde su ventana del hotel Washington Irving. A partir de ahí, los fondos de este centro se fueron engrosando con miles de negativos que recogen diferentes imágenes de la España de hace siglo y medio. Una selección de ese testimonio ha sido recuperado por el Museo Arqueológico de Alicante en un libro que fue presentado ayer en la ciudad.

La relación entre ambas instituciones comenzó en 2007, cuando el equipo técnico del MARQ se desplazó a San Petersburgo para preparar la exposición de los escitas. Allí entraron en contacto con este tesoro fotográfico que ahora ha visto la luz, de la mano del profesor Emilio Soler y de la directora del archivo, Galina Dluzhnevskaya.

Pero la historia que ha fraguado estos negativos se remonta a finales del siglo XIX, cuando Rusia y España, como recordó Soler, empezaron a existir el uno para el otro, después de que durante el XVIII los viajeros cultos y ricos de Rusia viajarán por Europa para visitar Italia, Francia o Alemania, pero sin considerar a España en sus itinerarios.

Después la "culpa" fue del francés, o más bien de las traducciones al francés que llegaron hasta Rusia de los clásicos españoles del Siglo de Oro, especialmente de El Quijote. Entonces Pushkin, Gógol, Dostoievski, Turgueniev y Tolstoi, que incluso llegó a aprender español en pocos meses, empezaron a alabar y descubrir la literatura de un país que hasta ese momento les resultaba ajena.

Esta influencia literaria despertó el interés por la España más romántica, la de caminos con bandoleros y flamencas. Fue entonces cuando los viajeros rusos comenzaron a llegar y también cuando las fotografías de los lugares más emblemáticos empezaron a convertirse en objeto de coleccionista. Fotógrafos como Linares, Laurent, Hausery Menet, Torres, Molina o Garzón empezaron a formar parte del archivo del Instituto de la Cultura Material de San Petersburgo. Y también fotógrafos rusos llevaron hasta el país del frío sus propias imágenes, como el caso de Nemiróvich-Dámchenko.

Esta sucesión de visitantes ilustres es la que Emilio Soler ha analizado en el libro España 1889. Y recuerda al naturalista Chijachov que aseguró que "es posible que sea una tierra única en su género" o al escritor Bulgarin ("Los rasgos que distinguen a la mujer española de las mujeres europeas son los ojos y el timbre de voz, que penetra en el alma y hace que se conmuevan las fibras del corazón") o a Botkin, autor de Cartas sobre España, en las que admira al pueblo español "por su extraordinario sentido común, su claridad de ideas y la soltura y libertad con las que las expresa".

El coautor del libro recuerda también al músico Rimski-Korsakov, compositor de El capricho español, se dejó caer por aquí, o Prokofiev, que se casó con una soprano española. Además del pintor Repin cuyo principal destino en Madrid fui ir al Museo del Prado para ver Las Meninas.

Y aquí también estuvo León Trotski, expulsado de Francia en 1916 y encarcelado en la Modelo de Madrid y luego en Cádiz antes de ser enviado a Nueva York.

La segunda parte de esta historia la configuran los españoles que viajaron hasta Rusia atraídos por ese país. Entre ellos destaca precisamente el músico valenciano Vicent Martin i Soler, que además, está enterrado en San Petersburgo. A ese país llegó por insistencia de la emperatriz Catalina II La Grande, que le nombró compositor de la Corte. De distinta manera llegó en el siglo XIX el ingeniero Agustín de Betancourt, ya que se exilió de España por enfrentamientos con Godoy y pasó a la cúpula del ejército ruso como teniente general.

Hasta Juan Valera, autor de Pepita Jiménez, se desplazó hasta allí como miembro de la legación diplomática al mando del duque de Osuna ante la corte zarista entre 1856 y 1857. De hecho, escribió desde allí Cartas de Rusia, que Soler define como "una serie de misivas agudas y llenas de sensibilidad hacia aquel país, repletas de gran dosis de ironía".

Con una vertiente mucho más política, el líder socialista y catedrático de Derecho de la Universidad de Granada Fernando de los Ríos viajó a la entonces URSS como miembro de la Ejecutiva Federal Socialista. Su misión era sopesar la adhesión de España a la III Internacional Comunista. "Pero de los Ríos regresó profundamente decepcionado", afirma el autor del libro.

Este intercambio cultural y social es el germen de uno de los archivos fotográficos más destacados del mundo, parte del cual puede ver ahora la luz.

Acto de presentación en Madrid de la exposición, el libro y la mano de Lucentum

Los proyectos desarrollados por el MARQ en relación a Rusia han llevado a la comisión organizadora del Año Dual España-Rusia, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, a incluir esos actos en la programación genérica de este ciclo para 2011. Así lo confirmó ayer el embajador del Ministerio para el Año Dual, José Herrera de la Muela, durante la presentación del libro España 1889. En este sentido, destacó que "el acuerdo está tomado" y que el acto de presentación en Madrid se realizará en la Fundación Areces, aunque todavía no hay fecha cerrada. De esta manera, se presentará en Madrid la exposición de piezas del Ermitage que llegará al MARQ en julio, la mano con empuñadura bicéfala encontrada en Lucentum que actualmente se exhibe en el Ermitage y el libro que se hizo público ayer, en presencia del director de Instituto de Cultura Material de Rusia, entre otros.