El poema inicial da el tono del libro: no hay certezas y todo es riesgo.¿Qué riesgos ha tomado para ser escritora?

Todos. Lo he dejado todo por la escritura, con lo cual mi posibilidad de morirme de hambre es alta. Para que la literatura te dé algo tú has de darle toda tu vida. Y lo que te da es muy poco. La literatura es para mí como una religión, juegas a la ruleta, pero lo que pones es tu vida. La literatura de verdad da miedo al que la escribe y al que lee.

¿La voluntad de inquietar es su concepción del cuento?

Mi idea es que hay que arrancar la piel de la realidad para ver lo que hay debajo.

¿Por qué tanta violencia en algún texto? ¿El mundo puede ser tan insoportable?

Pues sí. La literatura es una defensa del débil contra el fuerte. El fuerte tiene la violencia; el inteligente, la palabra.

Los alemanes, dice en un relato, perdieron todas las guerras. ¿La del XXI, la económica, llevan camino de ganarla?

Ellos han perdido las guerras, pero han ganado todas las posguerras, que es lo realmente importante.

Aborda el maltrato sexista o la pederastia en el clero. ¿La literatura debe estar al tanto de los periódicos?

No, lo que ocurre es que estuve en muchas casas de mujeres maltratadas y fue devastador para mí, porque te mata aquel a quien amas y no lo puedes creer.

En ese cuento dice que la esperanza es la más perversa de las emocionesÉ

En el amor hay una adicción que yo he padecido, pero me estoy quitando, y la esperanza puede ser perversa porque es una manera de no hacer nada.

Escritora en residencia en Iowa, ¿por voluntad de formación aún?

Aquí no lo conoce nadie, pero Iowa es como el Harvard de los escritores. Estuvieron Carver, Cheever y, hace poco, Pahmuk. En esa idea de sacerdocio de la literatura, supone ir al gran templo y te abre las puertas de EE UU.

¿Se pueden abrir esas puertas para un español?

Muy difícil, pero es terrible que esta generación tan hermosa por ser la mejor preparada se tenga que ir fuera a trabajar y ser reconocida, como me ha pasado a mí.

¿Pondrá más fajas en los libros tras la polémica [una cita con el texto "la Virginia Woolf de la era Facebook", supuestamente extraída del "New York Times", resultó falsa]?

Siempre superviso los libros, por primera vez no lo hice y, al ver la faja, ya dije que traería problemas porque conozco la envidia española. Tenemos la cita en el blog de libros del New York Times, lo que no existe es la crítica, que se la colaron al editor. ¿Puede pensar alguien que necesito inventarme una faja cuando me salen las citas por las orejas? Bienvenida a la fama, me dicen, pero nadie es nada por lo que digan de él, sino por lo que escribe.