El escritor afincado en Alicante Luis Leante ganó ayer el XXIV Premio Edebé de Literatura Juvenil con la novela Huye sin mirar atrás, mientras que el barcelonés Jordi Sierra i Fabra ha sido el galardonado con El aprendiz de brujo y Los Invisibles en el apartado Infantil.

El Premio Edebé, concedido por la editorial del mismo nombre, es el mejor dotado en España en su categoría, con 30.000 euros para la obra juvenil y 25.000 para la obra infantil.

Luis Leante (Caravaca de la Cruz, Murcia, 1963), que vive desde 1992 en Alicante, ha escrito una ecléctica historia en la que un adolescente, Enrique, cinco años después de la muerte de su progenitor, verá cómo un hombre enigmático, Héctor, se instala en su casa y, en una trama de persecuciones en coche, protección de testigos e huidas frenéticas, redescubrirá a su padre y a sí mismo.

La miembro del jurado Care Santos indicó que se trata de una novela negra «con una acción trepidante, con un arranque que no deja ni respirar, que engancha desde la primera página», y que concluye con un final feliz y escrito en segunda persona, lo que siempre supone un reto para el escritor.

Leante reivindicó la novela de género, pero también «el cine de género, de acción, o incluso la música» porque, al final, «todo es género».

En la novela ha querido plasmar una historia que sea «una huida hacia adelante y también una huida hacia atrás del personaje protagonista, un adolescente al que persiguen, y que tiene que volver hacia su pasado, porque tiene lagunas de memoria».

Enrique, este chico que no es como los demás, se dirige a su padre fallecido a lo largo de las páginas, pero «no es una novela ni tétrica ni negativa, no hay dolor, ni tristeza, nada macabro o morboso, sino que lo que hace es contarle a él lo que le ocurre, cosas que les pasan a muchos niños».

Profesor de latín durante más de dos décadas, Leante no esconde que su hábitat natural «son los niños», y reconoció que hace literatura juvenil «porque siempre tengo material a mano». «La mayor parte de las historias que invento tienen muy poco de ficción, todo está inspirado en cosas que he oído», apuntó.

Por su parte, el veterano Jordi Sierra i Fabra presentó una inquietante novela, de atmósfera gótica, a partir de un elixir que devuelve la vida a los muertos, un «artefacto de relojería», según el miembro del jurado, Toni Iturbe, quien añadió que es también una obra «muy bien hecha técnicamente, aunque tiene sus riesgos en el contenido, porque hablar para niños del paso de la vida a la muerte no es fácil».

Sierra i Fabra, que es la tercera vez que gana uno de los premios Edebé, señaló que este relato, en el que un aprendiz de brujo revive por error a un niño, lo escribió en apenas seis días y sin guión previo, «salió por sí solo», aunque si puede hacerlo de esta manera es porque detrás cuenta con una trayectoria de sesenta años.

En este punto, rememoró que la novela la ha tenido guardada en un cajón durante tres años hasta que un día decidió que «tenía gracia» y la envió al premio Edebé, que ganó por primera vez hace 22 años con Aydin, un texto que se sigue vendiendo.

«¿Por qué he vuelto al premio?», se preguntó él mismo, para responder a continuación que confía en la editorial, que hace diez años también lo distinguió en el apartado juvenil por Llamando a las puertas del cielo.

En esta ocasión, sin embargo, quiso dejar claro que, aunque el libro contiene su marca -muchos diálogos y un ritmo trepidante- es muy diferente a otros que ha escrito, especialmente porque nunca antes había trazado un personaje como el del profesor Haggath, un brujo clandestino y un niño como Mortimer Saw, que reside en un orfanato.