Susana Guerrero y Asun Noales nacieron el mismo año (1972) en la misma ciudad (Elche) y sus padres viajaron juntos de jóvenes a París, pero ellas -una artista plástica y una coreógrafa- no se conocían. Un amigo común, Francisco Sarabia, pensó que debía unirlas para que parieran algo juntas y el resultado es Rito, que estrenan el próximo 22 de octubre en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA).

Rito es una instalación artística y performática, una obra de arte dentro de otra, ya que el dúo formado por Asun Noales y Sebastián Rowinsky bailará ante el público en un espacio delimitado por cien cabezas de jaguar de arcilla blanca esmaltada elaboradas por Susana Guerrero. Ese es el pretexto donde se escenificará el ritual de una ofrenda en la que el público entrará en la sala al toque de campanas y los bailarines ofrecerán su danza al ritmo de la Capella de Música de Santa María del Mar, Enrique Morente o David Lang, protegidos por esos cien jaguares.

Guerrero explica que su obra escultórica Ofrenda de cien cabezas de jaguar para el león blanco nació de un sueño en el que ella vivía con un león blanco enorme que parecía que iba a devorar a quien se cruzara a su paso pero nunca atacaba. Aficionada a utilizar tradiciones, mitos y creencias en sus obras, «decidí hacerle una ofrenda a partir de historias de sacrificios en rituales que conocí cuando viví en Grecia y en México y pensé en el jaguar, un animal que siempre está al acecho y vigila en los umbrales de las casas en la ciudad de Guerrero para proteger tu espacio personal. Tengo mucha curiosidad por ver cómo se fusiona todo esto».

A la directora de la compañía OtraDanza le llamó la atención que Susana «tenía un montón de cabezas de jaguar debajo de su cama mirando para fuera, como protegiendo su espacio de intimidad, y eso sirvió de inspiración para la coreografía, que tiene un punto sexual, animal y muy atrevido. Hacemos cosas bastante fuertes, muy atrevidas, pero también muy orgánicas y fluidas».

El espacio circular tendrá una mezcla de contrastes con la oscuridad de la turba «y su olor intenso» y la blancura de un empolvado de harina y pan rallado sobre los cuerpos impregnados de arcilla blanca de Noales y Rowinsky, habituados a «rebozarse» mientras bailan, tanto en Vacío como en Da Capo. «Me encanta lo de pringarse porque crea textura y da una imagen muy pictórica al baile», apunta la bailarina, que siempre ha pensado que la danza y las artes plásticas «están muy cerca, tienen mucho de ese rito tan lento y artesanal de la creación»

Su pieza la llevarán «al lado aborigen, un poco primitivo, y al trance, porque para nosotros será una entrega» en un espacio circular «donde pocas veces bailamos rodeados del público, que puede sentirse incluso incómodo o conectar fácilmente, y cada uno lo verá desde un ángulo».

Para ver este espectáculo hay que inscribirse en inscripciones@maca a partir del 10 de octubre. Habrá un pase a las 19 horas y otro a las 12 del día 23.