¿Leer a los clásicos o leer en general?

Yo creo que hay que leer en general. El propio Cervantes dice en El Quijote que es tan aficionado a la lectura que incluso lee papeles que se encuentra por el suelo. La lectura es una actividad fundamental para nuestra inteligencia, el dominio del idioma, nuestra distracción y nuestra formación. Nuestra civilización tiene la suerte de disponer de un archivo enorme de autores que llamamos clásicos pero que nos siguen diciendo cosas a los lectores de hoy. Y entre ellos, los reyes son Miguel de Cervantes y William Shakespeare, que el azar hizo que fallecieran el mismo año.

Precisamente mañana (hoy) va a clausurar las actividades realizadas por la Universidad de Alicante por esa efemérides. ¿Hemos hecho suficiente?

Yo estoy muy satisfecho por la respuesta que en el conjunto de España han dado al centenario universidades, ayuntamientos, organizaciones culturales, medios de comunicación... Lo que yo siempre desee es que tuviera un tratamiento de conmemoración de Estado y eso va a producirse pero en el mes de enero, que va a haber un gran acto en el Palacio Real con los Reyes que será el broche de cierre de esa conmemoración de Estado que se merece.

Se criticó que mientras en el Reino Unido se había organizado un programa de actividades con antelación, en España no había habido previsión.

Sinceramente yo creo que los ingleses nos han ganado en cuanto a organización general de la conmemoración y, sobre todo, con el liderazgo del gobierno. Ha habido quien lo justifica porque hemos tenido un año con gobierno en funciones, pero no vale porque hacía 400 años que sabíamos que en 2016 se iba a celebrar esta conmemoración y tuvimos varios siglos para prepararlo. Pero toda España ha hervido en esta celebración. Y ha sido muy emocionante porque habla de la popularidad de la figura de Cervantes.

Instituciones educativas, como en este caso la Universidad de Alicante, han tenido su hueco y su espacio para esta conmemoración.

La Universidad de Alicante está precisamente en ese grupo que yo destacaría de instituciones que han sabido estar a la altura de las circunstancias.

En música se es de los Rolling Stones o de los Beatles. ¿En literatura, usted es de Cervantes o de Shakespeare?

A mí me parece que son dos autores complementarios, por el hecho de que nadie le puede discutir a Shakespeare la cima de la dramaturgia universal moderna y nadie se lo puede discutir a Cervantes en el caso de la novela. Shakespeare no escribió novela; Cervantes sí escribió teatro pero quedó muy desdibujado ante el poderío enorme de Lope de Vega.

Su discurso de ingreso en la RAE en 2008 fue El Quijote antes del cinema. ¿Cuántas veces se ha leído esa obra?

Yo empecé leyendo El Quijote en una versión escolar y popular siendo niño. Después lo he leído, unas por placer y otras por estudio, una docena de veces. Cada vez encuentro algo nuevo y tiene una virtualidad extraordinaria porque se puede abrir por cualquier página al azar y siempre encuentras algo de interés.

Es miembro del patronato y director del consejo científico de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. ¿Qué papel desempeña esta entidad?

Es una creación felicísima, fundamental, que no tiene parangón en el mundo hispánico y diría que tampoco en el anglosajón. He seguido de cerca los avatares de la FBMC porque era rector de la Universidad de Santiago a finales de los 90 y me llamó el entonces rector Andrés Pedreño para pedir mi opinión. Cuando dejé de ser rector pasé a esos cargos.

¿Hablamos y escribimos mejor o peor ahora?

No se puede generalizar. Lo que sí es evidente es que ahora la gente está más alfabetizada que hace 50 años, la educación es universal y obligatoria, y todo ello tiene influencia en el modo en que se conoce la lengua. Luego en la realidad de las cosas es evidente que nos encontramos con personas que manifiestan su incultura en el modo que tienen de hablar. Pero la gran mayoría de las personas formadas le tienen respeto a su idioma porque es el instrumento para darse a entender, para discutir y para llegar a acuerdos con los demás.

Se critica mucho que el uso de nuevas tecnologías, como twitter o whatsapp, devalúan la lengua.

No estoy de acuerdo porque mirando hacia atrás nos encontramos con que los manuscritos medievales están llenos de abreviaturas porque el copista necesitaba trabajar ágilmente. Luego en el XIX, cuando se inventa el telégrafo, los telegramas también se escribían con todo tipo de abreviaturas y se prescindía de adjetivos y de formas verbales compuestas. Y eso no deterioró la lengua. Ahora la comunicación de redes sociales y whatsapp produce la adopción de una serie de licencias que son comprensibles en el contexto en el que se produce, pero la gente sabe que así no puede escribir un currículum o una carta de máximo interés. Yo no soy nada catastrofista.

La RAE también se ha subido a ese tren y apuesta por el formato digital.

Así, es. De hecho el diccionario en línea, que es gratuito, el mes de pasado ha tenido 96 millones de consultas y el mes anterior más de 78 millones, procedentes de todo el mundo. Más de 2 millones y medio de consultas al día. Nunca antes el diccionario ha sido tan influyente como lo es ahora gracias a la digitalización.

¿Nuestro vocabulario se amplía a más velocidad y la RAE se ve obligada a acelerar la introducción de nuevos términos?

Siempre ha sido así. La RAE se creó hace 300 años y en las actas los académicos manifestaron su preocupación por los términos franceses y temían que el español se afrancesara. Ahora nos ocurre lo mismo con el inglés y es verdad que hay adopción de términos, innecesarios a veces, pero otras veces sí. Cuando algunos términos se adaptan a nuestro idioma dejan de ser foráneos.

Poner en valor, priorizar, empoderar, faltar a la verdad, visibilizar... expresiones o términos que de repente, y sobre todo por nuestros políticos, todo el mundo utiliza.

Pero son construcciones correctas. El idioma es un código de piezas que se combinan entre sí conforme a determinadas leyes y los hablantes tenemos derecho de hacer combinaciones novedosas conforme a las reglas. Esa es la dinámica de todas las lenguas.