Decía el artista Fernando Sinaga que el arte es un acto de resistencia. Y Begoña M. Deltell sabe mucho de eso. Tuvo la osadía de abrir la galería Aural en Alicante hace 15 años y ahora permanece como una rara avis en la ciudad. Fue el 1 de diciembre de 2001, en la calle Segarra. Con obra de Susana Guerrero e Ignacio Chillón, que empezaban a caminar por el mundo del arte y encontraron en Aural la horma de su zapato. Un espacio que también daba sus primeros pasos.

Mucho arte pasó por las paredes de esa galería, que fue tomando nombre con la filosofía de trabajar con artistas jóvenes y crear un canal de visibilización del arte contemporáneo. Por allí pasaron figuras consagradas como Luis Gordillo y jóvenes talentos como Aurelio Ayela, «con una exposición conjunta en el Castillo de Santa Bárbara y la galería». Javier Vallhonrat, Ángeles Agrela o José Maldonado. Y otros muchos artistas «que han crecido conmigo en cierto modo».

Entonces había otras salas en Alicante: Italia, Galería 11 -que cerró y volvió a reabrir por un corto tiempo-, más tarde Ana Peris y Parking Gallery. «Ahora me he quedado sola», lamenta, «ojalá pudiéramos tener una calle llena de galerías, pero esta es la situación y hay que asumirla y empezar a convencer a la gente para que ponga en marcha este tipo de iniciativas».

Lo dice desde la nueva Aural. Cerró en la calle Segarra en 2007, con una exposición de Fernando Sinaga y Pablo Bellot, que participaron con Aural en la Bienal de Arte de Valencia. En 2009 reanudó su actividad en la calle Labradores. «Aquí ya abrí con una fuerte vocación de mostrar artistas que trabajaran con proyectos de índole más conceptual y más abierto a creadores nacionales e internacionales». También, con el objetivo puesto en las grandes ferias «para dar visibilidad a los artistas».

Con Juan José Martín Andrés fue a Santander; con Luis Gordillo, Fernando Sinaga y Concha Jerez a Chile; con Anna Bella gemiré a Londres, «donde nos compró obra la Tate Modern». Ese fue en 2014 y marcó un importante punto de inflexión. «Este año también nos admitieron en ARCO y el Reina Sofía adquirió otra obra de gemiré. Todo esto no situó en el mapa y nos dio reconocimiento fuera».

La responsabilidad, asegura Begoña, es por eso mayor. «Aural tiene que posibilitar que se vea la dimensión pensadora del artista, como investigador, como humanista porque el arte es una cosa y el mercado otra, y la galería es la mediadora entre ambas, intentando hacer pedagogía».

Aural trabaja ahora con 13 artistas con los que pretende generar un proyecto coherente. «Y esa es la fortaleza de la galería», afirma. «Uno no abre una galería sin responsabilidad porque hay que respetar a los artistas y al público en el contexto territorial en el que se trabaja. Hemos pasado situaciones críticas pero mi tozudez y el respeto a los artistas me impide cerrar; la gente me apoya y ese es el soporte para seguir».

Ofertas para abrir la galería en Madrid ha tenido, pero los artistas creen en Aural aunque esté «en la periferia de la periferia». «Yo estoy aquí a pesar de Alicante; sigo en esta ciudad porque creo en la necesidad de apoyar el arte contemporáneo y que la gente pueda ver buenos proyectos, aunque no haya tenido nunca ningún apoyo institucional. También es cierto que eso me singulariza y es un hándicap para seguir adelante de manera independiente porque mi fuerza es mi independencia y mi autonomía».

Alicante, dice, ha dado siempre muchos artistas que están en los niveles más altos, «como Cristina de Middel o Daniel García Andújar», pero «no hay canales para que se desarrollen». Y es que, «a nivel institucional estamos en uno de los peores momentos que yo he vivido en esta ciudad, con algunas excepciones; es una ciudad que no ha sabido poner en valor a sus propios creadores y ha adoptado una política de rellenar espacios y no de crear un proyecto».