Un lugar para batir el grano, un paseo para la burguesía, la sede de las Escuelas Graduadas, un refugio durante la Guerra Civil, un monumento a los Caídos y ahora un punto de encuentro que forma parte de la memoria histórica no solo para los vecinos del entorno del asilo de San José o del puente de Santa Teresa, sino para casi todo Elche.

El Paseo de Germanías fue en sus orígenes una zona agrícola, configurada como uno de los espacios libres que antes del siglo XVIII se extendían por la ciudad o como una alameda, tal y como recuerda el arquitecto Gaspar Jaén.

Un siglo más tarde, ese espacio urbano se convertía en un destino de paseo para la burguesía, un rincón para los corrillos políticos de la República y también en el escenario donde se alzaron las Escuelas Graduadas en el año 1931. Un proyecto legendario que se gestó en 1916, cuando el Ayuntamiento encargó la obra al arquitecto Marceliano Coquillat Llofriu en lo que por aquel entonces se llamaba paseo Princesa de Asturias, tal y como recuerda Vicent Soler, coordinador del Institut d'Estudis Comarcals del Baix Vinalopó.

En esa edificación se diferenciaba a los alumnos según su grado de conocimiento, mientras que hasta ese momento todas las escuelas de Elche eran unitarias. Ese emblemático edificio, también desde el punto de vista arquitectónico, fue derribado en los años noventa para construir el actual colegio Miguel de Unamuno.

Sin embargo, en ese impás, la Guerra Civil dejó su huella en la plaza, donde todavía sobreviven símbolos del episodio bélico. «En el año 1937 se construyó un refugio cuando en Elche se contemplaba la posibilidad de que pudiera ser bombardeada. Algo que finalmente no ocurrió», señala el historiador y director de la Cátedra Pedro Ibarra de la UMH, Miguel Ors. Y, precisamente allí, todavía se eleva un vestigio de aquella época pasada, que desde el año 1939 preside la plaza: la Cruz de los Caídos.

Años más tarde, y hasta hace algunas décadas del siglo pasado, tal y como recordaba entre las páginas de este periódico el arquitecto Tomás Martínez Blasco, «frente al cuartel de caballería allí existente, situado donde hoy se levantan los bloques de las viviendas azules, se daba el último responso en los entierros de cualquier ilicitano antes de partir al cementerio».

Así, la replaceta ha quedado marcada por un legado cargado de historias entre las que también tuvo mucho que ver por su cercanía el influjo de la parroquia, donde llegó a tener su sede la Orden Tercera Franciscana, el asilo, un hospital y una prisión en tiempos de guerra.

Pese a su alto valor simbólico, el paseo no ha quedado exento del deterioro durante años , de los cambios de pavimentos y de la pérdida de árboles, palmeras, jardines, etc. Constantes lavados de cara para un enclave que ha quedado como espacio para unas cuantas tertulias vecinales y para juegos infantiles.