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Médico y escritor

Juan Carlos Padilla: «Con este libro me ha tocado la lotería»

Es neumólogo y director médico del Hospital Medimar de Alicante, pero por las noches sus neuronas no descansan si no escribe unos cuantos folios de ficción. A sus 54 años, Juan Carlos Padilla tiene siete novelas escritas, dos de ellas ya publicadas

Juan Carlos Padilla, en su despacho médico PILAR CORTÉS

¿Qué fue antes: la literatura o la medicina?

Yo quería ser médico desde pequeño pero empecé a escribir de adolescente. Me encantaba Asimov, empecé con relatos de ciencia ficción, y de ahí pasé a escribir cuentos, que es algo extremadamente gratificante y que yo recomiendo a todos mis pacientes y amigos. Escribir es como fotografiar, la realidad se ve de otra manera, creas un teatrito de guiñol y tú eres quien mueve las piezas, y todo lo que te sucede tiene relación con lo que escribes. Yo escribo por la noche, soy un búho, y a veces llego a casa destrozado pero con la necesidad de escribir algo.

Es decir, que para usted escribir también es algo terapéutico.

Muchísimo. Esta novela la escribí, además, con conflictos personales y era mi vía de escape. Mi trabajo es el menos rutinario del mundo, hago de todo y me gusta variar, pero mi creatividad no se expresa en el día a día. Después de comer me pongo a escribir como un poseso y escribo tres o cuatro folios. El otro día oí un saxo por la calle y al llegar a casa escribí un cuento de un niño y un saxo. He ido entrenando mi imaginación.

¿Se considera aún más médico que escritor?

Si fuera por afición, lo que más me gusta en el mundo es escribir, pero por devoción, obviamente, me gusta mucho mi profesión y atender pacientes. No he dejado la asistencia, a pesar de hacer también gestión, porque necesito ver pacientes todos los días.

Lo suyo suena muy renacentista, ciencias y letras juntas.

Sí (ríe), porque el cerebro humano no se nutre de monocultivo. Apostemos por nuestra profesión, pero rellenémosla con otras cosas porque la personalidad de un individuo es poliédrica. A mí me encanta la música y, de hecho, es un personaje más en el libro.

Este es su tercer libro, una novela de 600 páginas. ¿Cuánto tiempo le llevó escribirla?

Es mi tercera novela publicada, pero escritas tengo siete. Escribo muy rápido. Esta me llevó nueve meses de gestación, pero la crianza, dos años: revisando, ajustando. Había escrito mil páginas pero ahora ha ganado ritmo y capacidad de enganchar al lector.

¿Esto no le quita tiempo para sus pacientes?

No, en absoluto. Y cuanto más trabajo tengo, más escribo. Los fines de semana escribo menos. Es como si el cerebro, de estar todo el día activo, tuviera como efecto secundario generar historias. Yo, si fuera un escritor profesional y tuviera que dedicar ocho horas al día a escribir no podría, mi cerebro estallaría.

Es neumólogo, lleva una unidad del sueño, es director médico de un hospital y tiene tres hijos. ¿Cómo se organiza?

El día tiene 24 horas y el mundo lo organizas en función de tus prioridades. Televisión veo muy poca. Y mi hobby es escribir, me entusiasma. Jamás soñé que este libro me lo publicaría Planeta y para mí esto es un sueño. Y yo no escribí pensando en Planeta, sino porque me apetecía contar esta historia. Además, Florentino Elizaicín (el protagonista) es mi tatarabuelo, que fue alcalde de Alicante, aunque no tiene que ver con el personaje que he retratado. Me gusta mucho la historia y quería hacer un repaso al siglo XX ameno, no académico, de la mano de unos personajes, y mostrar cómo ve el mundo un potentado y su mayordomo.

Es una historia de emigración, de sagas familiares, de sucesos históricos, y todo coronado por un secuestro.

Eso es. Hay un niño albino que con seis años desaparece. Yo soy padre y la catástrofe mayor de mi vida sería la desaparición de un hijo, no la muerte, porque la muerte la cierras con un cadáver. El cerebro humano tarda dos años en que el dolor se reduzca un 20 por ciento. Pero imagina la desaparición de un hijo, eso es horroroso. Pues Jacobo desaparece y a partir de ahí hay dos tramas que se van desarrollando. Es la búsqueda eterna de un padre con valores sólidos al que le va muy bien en la vida, un triunfador, que pierde a su hijo. La historia del siglo XX pasa a ser un decorado, pero atravesamos el primer vuelo sobre el Canal de la Mancha, el nacimiento del Empire State, la República española, la Guerra Civil, la Alemania nazi...

Incluso Villajoyosa.

Exacto, ahí empieza la historia.

Ha escrito relatos de ciencia ficción, tramas papales, intrigas terroristas. Lo fácil habría sido escribir una historia de médicos.

Tengo una escrita, absolutamente desmitificadora sobre los médicos, que mi padre me dice que tenga cuidado con publicarla porque me tiran del Colegio de Médicos, pero me arriesgaré (ríe).

Hombre, si es ficción...

Bueno, el prólogo dice que me gustaría poder decir que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, pero no estoy seguro de que eso sea verdad. La tenemos en stand-by.

El siglo de los indomables tiene ingredientes de best-seller, ¿cree que eso atrajo a Planeta?

Yo tengo una agente literaria en Barcelona, Lola Gulias, que leyó la novela y le gustó. Y me dijo: «La vamos a mandar a Planeta», que es como si te dicen que tu hijo juega bien al fútbol y le van a fichar en el Madrid, y la mandamos a una editora de Planeta, Raquel Gisbert. Y es un poco parecido a lo que le pasó a María Dueñas con El tiempo entre costuras: la misma agente, la misma editora. Pero la novela no está construida poniendo cuarto y mitad de erotismo, media pizca de amor, un pelín de intriga... no, no. Yo he hecho una historia como la vida misma, con sus luces y sus sombras, con intriga, amor, sexo, decepción, muerte y dolor, y yo invito al lector a que recorra una montaña rusa de sentimientos. Me la va a presentar Maribel Verdú en el Club INFORMACIÓN, porque la conozco mucho, y el otro día me llamó y me dijo: «Eres muy cabrón porque me estás haciendo sufrir mucho» con la novela. Y es lo que pretendo, que el lector sienta, sufra y goce, el reto es ese.

Para ser un escritor desconocido y enviar por primera vez una obra a Planeta, no está mal.

Sí, absolutamente desconocido, por descontado, y a mucha honra. Esto es una apuesta personal de la editora Raquel Gisbert, que es mi hada madrina. Tengo la sensación con este libro de que a mí me ha tocado la lotería porque ella decidió confiar en la novela.

¿Y le extrañaría que el libro se llevara a la televisión, como El tiempo entre costuras?

La narración es muy cinematográfica. Yo al escribir me imagino un contexto, un decorado, unos personajes y luego intento transmitírselo al lector con el mayor lujo de detalles pero sin abrumarle, aunque intento ser descriptivo. Además, tiene 95 capítulos, y eso es perfecto para una serie.

Con la promoción, ¿dejará un tiempo a sus pacientes?

Estos días reconozco que sí. Procuro compaginar todo, y además no quiero dedicarme en exclusiva a una cosa y, por supuesto, la literatura es una afición, pero lo fundamental es mi trabajo como médico y director médico,

¿Se ve un día abandonando la medicina por la literatura?

No. Me veo quizá reduciendo algo la actividad médica, pero no dejándola. Para mí es afectivamente importante y sencillamente me gusta, me gratifica mucho.

Pues yo le veo fácilmente ganando el premio Planeta.

(ríe) Vamos a ir paso a paso, primero a ver si tiene éxito la novela. Pero yo ya he triunfado. Todo lo que he vivido hasta ahora lo he disfrutado muchísimo. Que ahora se vendan libros me alegraría por la editorial, que apostó por mí, porque yo no como de la literatura. Y mi mayor premio es que el lector acabe la novela llorando de emoción o de pena.

No vaya a destripar el final...

No, es que es absolutamente afectiva y emotiva, empatizas con los personajes. Lloro yo, que la he escrito... (ríe)

¿Tiene otro libro en mente?

Tengo tres libros hechos ya, que los plantearemos después, y todo escritor tiene la gran novela en su mente. Me considero un aprendiz de escritor, eterno, y mi aspiración es seguir aprendiendo.

¿Cuál es su novela preferida?

El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez. Y otra poco conocida de Vargas Llosa, Travesuras de la niña mala, es el gran libro que yo quisiera escribir algún día. Precioso.

¿Este momento histórico de abdicación del Rey dará argumentos para muchas novelas?

Hombre, la abdicación del Rey en España es absolutamente excepcional y este hombre ha tenido la dignidad de marcharse. Pero los libros salen, lamentablemente, de situaciones más conflictivas, como el de Pilar Urbano. No sé, igual luego vemos libros con razones ocultas sobre la abdicación del Rey.

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