Se inicia hoy la séptima temporada sinfónica del ADDA, primer ciclo completo programado por el director artístico y musical del Auditorio, el alteano Josep Vicent. Vuelve a la ciudad de Alicante la Orquesta Nacional de España, la primera de las grandes formaciones estatales, que tantos éxitos cosechó en la desaparecida Semana de Música Mediterránea en Alicante, a mediados de los años 70 del pasado siglo XX, o en los posteriores Festivales de Alicante de Música Contemporánea, que durante 28 años fue la cita más importante del calendario de música actual en el panorama español. Y lo hace con el estreno en España, como segunda pieza del programa, de un concierto para timbales de un compositor vivo, el estadounidense Philip Glass.

Este pianista estadounidense hijo de ruso ( Gersjovits era el apellido paterno) destacó muy pronto por sus cualidades de melodista en la composición de casi quinientas canciones. Su última obra, la ópera Porgy and Bess, y dos de sus partituras sinfónicas, Rhapsody in Blue y Un americano en París le consagraron mundialmente. La Obertura Cubana fue compuesta después de una estancia de Gershwin en La Habana en 1932, dos años antes de la primera representación de Porgy and Bess. Estaba previsto que fuera una obra concertante titulada Rumba pero el descubrimiento de instrumentos exóticos de percusión destronó al piano como protagonista de la pieza. Gershwin utiliza elementos del folklore cubano, como maracas y bongos, con los que conquistó al público norteamericano en su estreno el 16 de agosto de 1932 por la Orquesta Filarmónica dirigida por Albert Coates.

Tres veces candidato al Óscar en Hollywood por sendas composiciones para bandas sonoras cinematográficas, Philip Glass fue alumno de Darius Milhaud en la Juilliard School de Nueva York y de Nadia Boulanger en sus cursos en París. Considerado un representante de la música minimalista evolucionó, tras un viaje a la India y su vinculación al budismo, hacia unas composiciones musicales que se basan en estructuras repetitivas. Autor de una veintena de óperas, largas y breves, entre las que destaca su alegato pacifista Einstein on the Beach, ha compuesto nueve sinfonías, dos conciertos para piano y orquesta, conciertos para violín, saxofón y timbales, como el Concierto Fantasía que estrenan estos días en España el francés Julian Bourgeois y el jijonenco Xavier Eguillor. El compositor dirige el Philip Glass Ensemble, un grupo musical muy activo en lo que podríamos denominar actuaciones alternativas, especialmente en salas de arte neoyorquinas, ciudad donde Glass compaginó hace años su carrera musical con trabajos como taxista y reparador de electrodomésticos.

La primera intención de Shostakovich era escribir una composición con un recitante y coros en que, sobre poemas de Maiakovski y otros poetas rusos de la época, se ensalzara a Lenin: en su juventud, dirigiendo la Revolución Rusa de Octubre de 1917 así como el camino trazado en su lecho de muerte. Finalmente, renunció a la parte vocal y compuso una sinfonía a la memoria de Lenin centrada en los acontecimientos de los que ahora se cumple el primer centenario. El primer movimiento, que se inicia con un moderato al que sigue un combativo allegro, lo denominó El Petrogrado revolucionario. El segundo movimiento, un adagio titulado Las crecidas, describe la naturaleza nórdica más que los acontecimientos históricos. El tercero está dedicado al buque Aurora, cuya tripulación tuvo un papel destacado en los acontecimientos de aquellos días. Y en el cuarto, un himno radiante, que tituló El amanecer de la humanidad. La obra ha llegado hasta nuestros días con la denominación Año 1917. El interés de esta Duodécima reside en la riqueza de sus principios, constante en el ciclo de sus quince sinfonías, y en la transformación de su tematismo.