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«Colores», de puntillas a los Goya

El corto de Arly Jones y Sami Natsheh, que pasó por 3 festivales de la provincia sin reconocimientos, suma 4 galardones, está seleccionado en Seattle y Nueva York y compite por la estatuilla de la Academia de Cine

«Colores», de puntillas a los Goya

Le costó despegar, pero ahora va embalado. Colores, el corto de animación alicantino nominado a los Premios Goya dirigido por Arly Jones y Sami Natsheh, inició su travesía por tres festivales de cine alicantinos -Alicante, Elche y Sax- sin lograr reconocimientos y hasta que no compitió fuera de territorio conocido no recibió los primeros galardones: al Torrecinos Film Festival de Panamá le siguió el Cutting Edge de EE UU, el Festival de Cine de Madrid y el Festival Internacional de Cine Andaluz de Burguillos. También ha sido visto ya por un millón de escolares en India tras ser proyectado en más de cien colegios, fue preseleccionado a los Premios Forqué y en la actualidad está seleccionado en dos festivales de cine de Seattle y Nueva York.

La historia de Tito, un niño invidente de Madrid que pasa un verano en el pueblo de su abuela, Banyeres de Mariola, donde conoce a su amiga Candela y a su perro Patuchas, ha sido contada de forma animada «al estilo clásico» en Colores a partir de una idea del productor de Horizonte6Quince, José Antonio Saura, que quiso ambientar este corto en la localidad del interior por su riqueza paisajística y cultural.

No ser profeta en su tierra es algo «que te echas a la espalda sin preguntarte nada», apuntan Jones y Natsheh, a pesar de que «el corto refleja una imagen chula de la provincia, de la vida en un pueblo de interior, de la naturaleza» aunque restan importancia a ese silencio inicial. Natsheh ya estuvo nominado a los Goya en 2009 por su corto Espagueti Western y Jones participó como dibujante en la premiada Chico y Rita de Trueba y Mariscal en 2010, pero es la primera vez que aspiran juntos al cabezón de los Goya. Aún no se sienten nerviosos pero sí «muy contentos» y «con posibilidades» de ganar el próximo 3 de febrero en la gala los Goya.

Una de sus bazas, en palabras de Jones, es que se trata de «una historia muy natural, sin artificios: dos niños en un pueblo», alejados de móviles, de videojuegos y de la actividad frenética de una ciudad, y realizada de forma artesanal en 2D desafiando a un mercado dominado por la animación en tres dimensiones.

«Hemos hecho la película que le hubiera encantado hacer a cualquier animador», apuntan los directores, juntos desde 2010 en el estudio Cabeza Voladora, y a quienes han acompañado en distintas fases entre 30 y 40 jóvenes animadores y estudiantes de Bellas Artes. El corto dura casi 20 minutos y de media se han realizado 12 dibujos por segundo. El guion lo desarrolló Sami y Arly, el diseño de fondos y personajes, durante seis meses, antes del desarrollar el storyboard.

«Yo me imaginé los dibujos muy bonitos, en la línea de la ilustración española, que no imita ni a los dibujos de Pixar ni a nadie. Hay una parte inspirada en Sorolla, por los colores brillantes, y otra en Picasso, al intentar plasmar la visión de cómo percibe las cosas un niño ciego», indica Jones, mientras Natsheh añade que «a pesar de que la idea básica fue de José Antonio, lo hemos hecho nuestro de principio a fin y creo que se ve nuestro sello en los personajes, en los escenarios, en el estilo de edición y en la narrativa cinematográfica».

Los responsables defienden el 2D en este campo «porque tiene un componente más artístico que el 3D, que es más técnico, intentando minimizar lo digital» y creen necesario «que haya más películas de este tipo en el cine de animación español. Es verdad que en los festivales se ve más cine de autor, pero en las salas de cine llega el que está saturado de efectos especiales».

Una opinión compartida con el productor, José Antonio Saura, que defiende este trabajo «artesano» y, aprovechando la visibilidad de los Goya reivindica «el cortometraje español, dado que este es el futuro del cine en nuestro país y también que se establezca una cuota de pantalla para nuestros cortometrajes. Tenemos verdaderas joyas que están guardadas y olvidadas en cajones y que no han podido ser proyectadas nunca».

El equipo confía en que Colores en un futuro llegue a las salas de cine, independientemente de si logra o no el Goya. «Nosotros hemos ganado ya. Cuando iniciamos el proyecto no podía ni soñar con los Goya», apunta Saura, que destaca los valores de amistad , diversidad y amor a la naturaleza que muestra el corto. Colores, cuyos derechos ha comprado À Punt, podría tener una réplica en largometraje en 2019.

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