Un gigantesco «pulmón verde» compuesto por 115.000 plantas, y con una extensión de 3.117 metros cuadrados, hacen del edificio Santalaia (en Bogotá, Colombia) uno de los jardines verticales más grandes del mundo.

El proyecto, ideado e impulsado por el biólogo alicantino Nacho Solano después de varios años de trabajo, es además una espectacular pared natural que contrarresta los efectos contaminantes de la ciudad, absorbiendo los gases que expulsan hasta 745 coches.

«En una pared de 60 metros cuadrados, las plantas son capaces de filtrar 40 toneladas de gases nocivos, 15 kilos de metales pesados y otros 30 de polvo al año. Ahora, si tú haces una regla en proporción de los 3.200 metros cuadrados de Santalaia, hazte una idea», indica Solano respecto a esta asombrosa «montaña verde» incrustada al edificio, que ha sido elogiada por sus enormes beneficios al medio ambiente por National Geographic.

En su confección, el alicantino Solano ejerció de arquitecto y biólogo a partes iguales. Es decir, una de las tareas más complejas en el edificio Santalaia fue la distribución de las 115.000 plantas, lo que obligó a Solano a una sofisticada colocación en función de las exposiciones a sol que estas pudieran sobrellevar. Una investigación previa que implica criterios sensibles (como temperatura o latitud) en la selección de las especies.

«Solamente el concepto del riego nos llevó a dos ingenieros y a mí ocho meses de trabajos. Imagínate la de sectores para una pared de 3.000 metros cuadrados, en las que no se desperdicia ni una gota de agua», agrega Nacho Solano sobre una precisa infraestructura de riego con 42 estaciones, que por otro lado reutiliza y canaliza todas las aguas provenientes de la lluvia.

«En las plantas, el mundo está globalizado en todo, y por tanto las que encontramos en un vivero de Cáceres también puedes verlas en un vivero de Estambul. El problema no es este, sino el de seleccionar bien la planta. Yo utilizo en cada proyecto un 30% de planta nativa, y para ello investigo lo que funciona al alrededor, en parques y jardines, o bien hago una expedición a la selva para saber qué géneros y familias son las que destacan por su crecimiento en la zona», comenta el biólogo alicantino Ignacio Solano, que también ha realizado dos importantes instalaciones en Bolivia y Arabia Saudí.

El primero se encuentra en el centro comercial Las Brisas, en la localidad de Santa Cruz de la Sierra, y está compuesto por 300 metros cuadrados de cobertura vegetal; el segundo, para un miembro de la familia real saudí, fue especialmente delicado por las altas temperaturas a las que se someten las plantas en un diseño de unos 200 metros cuadrados.

«El principal reto fue la de realizar una selección de plantas que pudiera aguantar los 50 grados del país. Y, para eso, nos fuimos al desierto, donde se hizo un trabajo realmente interesante. Quedamos muy contentos por cómo ha quedado», apunta Solano sobre estos jardines verticales cuyo mantenimiento «no es mayor que el de un edificio cubierto de ventanas de cristal».

En cualquier caso, si los jardines verticales son una alternativa beneficiosa al medio ambiente, sobre todo en el campo urbanístico, ¿por qué son tan escasos sus montajes en España? «Lo cierto es que donde menos se ve es en España», aclara Solano, «aunque si vas por México o Buenos Aires, está plagado... en España es donde menos se ve por una serie de condicionantes como en las licitaciones públicas, donde solo se premia el precio y no se atiende a cuestiones como la calidad de los materiales y la experiencia, que es muy importante. Estos sistemas son sensibles y requieren una especialización muy grande. Aquí solo entramos a una batalla de precios, por eso los resultados no están siendo buenos».

Documental

El corazón verde. Expedición Chocó es el documental que está a punto de estrenoEl corazón verde. Expedición Chocó, y que a Ignacio Solano y a todo su equipo le ha llevado casi cuatro años. Un documental que aborda la investigación previa a la selección de especies para el jardín vertical del edificio Santalaia, en Bogotá, que, por otro lado, aprisiona la aventura y fascinación por la naturaleza.

«Es una de las zonas más lluviosas del planeta. Y para que te hagas una idea: en un metro cuadrado del Chocó hay la misma diversidad que en un kilómetro cuadrado en Europa... es brutal. Es increíble la cantidad de plantas, todo lo que vimos allí... una investigación en la que recuperamos material genético de estas plantas para luego clonarlas en los laboratorios», afirma el alicantino Nacho Solano, en un terreno en el que no fue fácil adentrarse y organizar una salida debido a que, recientemente, era territorio de las FARC. «Es un lugar difícil, por las reminiscencias de la guerra, por ser una zona caliente de la droga, en el que trabajamos mes y medio recopilando plantas», asegura.

Al tiempo que se ultima esta cinta, el alicantino Nacho Solano también está moviendo un nuevo trabajo audiovisual que hace dos años le llevó a Madagascar en busca de una orquídea «desaparecida», que hacía 25 años nadie había visto y se creía extinguida. Entonces Solano recibió una foto de un amigo guía que conoció, le pusieron tras la pista en Madagascar, y viajó hasta allí donde realizó otros 2.500 kilómetros en todoterreno y avistamientos incluso en parapente en un terreno de casi imposibles accesos para dar con la orquídea.