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Paco Huesca: «Me hubiera encantado ser concejal de Cultura»

Entre 1979 y 2000, fue propietario de los minicines Astoria en el casco antiguo de Alicante

Paco Huesca: «Me hubiera encantado ser concejal de Cultura»

Los minicines Astoria estaban en la calle Cisneros, que debería llevar, tal vez, el nombre de Paco Huesca por todo lo que este rebelde con causa (o sin ella) ha aportado, y sigue haciéndolo, en diversos frentes culturales y sociales. Preguntas y respuestas, en fin, de cine.

P ¿Cómo y cuándo se despertaron tus senderos de gloria cinéfilos?

R Era un crío con pantalón corto cuando Conchín, mi tía taquillera, me llevaba al cine y yo me dedicaba a levantar y bajar los asientos de madera. Un buen día, o no, me llevó al cine Capitol a ver El hijo de rostro pálido, con Bob Hope, y lo pasé pipa. Vi en el Monumental El arquero del rey, con Michael Todd, que me gustó mucho. Me llevó más de tres o cuatro tardes a verla. Mi tía Carmela se encargó de consentirme dobletes y tripletes, y los folletos de cine me encantaban.

P Fuiste el maquinista de los Astoria...

No llegué a ser Buster Keaton pero fui la locomotora de esa idea ilusionante de los minicines. Una especie de todo terreno, de chico para todo. Programar, hacer de taquillero, portero o acomodador o colocar los carteles de las películas. No sé si el esfuerzo valió la pena.

P ¿Siempre has sido un rebelde sin causa o con ella?

R Tampoco fui James Dean aunque sí rebelde. En ocasiones con causas. Coloqué un letrero con Ana, mi mujer, hace muchos años. Todavía sigue: «Astoria's contra corriente». He sido, soy y seré así. No me gustan las injusticias, ni el postureo, ni la hipocresía, ni la doble moralina, ni las malas artes en mi ciudad. Ni el pijerío, ni el maltrato animal... Hasta me han llamado loco.

P Después de que el viento se llevara los minicines, ¿llegó la soledad del corredor de fondo?

R O la soledad del portero bajo los palos. Un vacío terrible. Había que volver a empezar, reinventarse. La pérdida de los minicines coincidió con la pérdida de mis seres muy queridos. Hubo una soledad pero suelo irme con ella a tomar un bourbon. El viento se los llevó, si bien algo queda siempre.

P Tus recuerdos sobre las dos exposiciones cinematográficas en la Lonja.

R Doné mi colección al Ayuntamiento, no exenta de controversias mil, y me hizo mucha ilusión ser comisario -palabra que odio- de estas exposiciones. Un éxito enorme. Muy cuidadas en todos los sentidos. Agradecí esa segunda oportunidad, pese a contar con menos recursos.

P ¿Quimera y ley del silencio en torno a lo de un posible museo del cine?

R Se me habló de un museo o casa del cine. Vi los planos, y alguna persona puede dar fe de lo que digo. Era ilusionante. A pesar de las promesas, toda esa colección, propiedad de los alicantinos, se encuentra escondida, cogiendo polvo. Otra ciudad que contara con ello la hubiera rentabilizado de forma política, cultural y turística. Ahora es ya como el silencio de un samurái.

P Tras los cuatrocientos golpes, llegaron la Cinemateca del Mediterráneo y algunas distinciones...

R No sé si fueron golpes, palos o cuchilladas. El llamarme desde la Fundación Caja Mediterráneo supuso una bonita sorpresa. Me inventé la Cinemateca y volví a programar. Recibí un galardón del colectivo Cine para Compartir, el premio de honor del Festival de Cine de Sant Joan y el de la Muestra de Cortometrajes Alicantinos. O el de «Profeta en su tierra» de la asociación Controversia. Lo de la dirección del Festival Internacional de Cine Independiente de Elche me ilusionó pero duró un suspiro... Me felicitó el president de la Generalitat, Ximo Puig.

P ¿Lo tuyo es ir en busca del cine perdido?

R Aunque también soy amante del cine clásico, pensé que en los Astoria debía haber creatividad. Fui una hormiguita buceando en cinematografías exóticas, diferentes, y di a conocer a muchos. Grandes directores ahora. Y lo sigo haciendo.

P La odisea de la nueva programación.

R Un reto. Volver a trabajar en lo mío. Para una entidad en la que ya había trabajado en los 70. Ha sido hermoso poder reencontrarme con parte de la clientela de los minicines y recibir el cariño y su recuerdo. Nunca llueve a gusto de todos, y el cine de autor, con subtítulos, resulta complicado en Alicante.

P ¿Qué puedes decir del discreto encanto de tu vicepresidencia en la Comisión de Cine en el Consejo Local de Cultura?

R Una buena idea de Dani Simón. En la primera reunión éramos más de 200 personas, y lentamente se ha ido desinflando el globo. Hay que replantear cosas para que sea eficaz.

P¿Alguna asignatura pendiente o no aprobada?

R Asignaturas pendientes muchas. Asignaturas no aprobadas también. Me hubiera gustado implicarme más en Alicante y que se me hubiera comprendido mejor como ciudadano raso. Nunca he sido una persona ambiciosa en nada pero me hubiera encantado ser concejal de Cultura. Misión imposible.

P El mundo sigue y hay que continuar remando al viento.

R Sigue como en esa gran película de Fernán Gómez masacrada por la censura. Sigo reinventándome cuando estoy a punto de cumplir 70 tacos. Me produce ilusión el libro que tú, Marc, y yo estamos concluyendo, así como otro que debo concluir para una editorial de València sobre los cines alicantinos. Es año de libros y de cumpleaños. Como diría Fellini, y la nave va...

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