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Boicot en el aula magna de la UB

Los CDR (comandos de defensa de la República) decidieron boicotear el acto mediante insultos y pitidos. En sus pancartas se leía «fora feixistes»

El pasado jueves 7 de junio se celebró un acto sobre Cervantes y El Quijote en el aula magna de la Universidad de Barcelona. El evento estaba organizado por la sección cultural de Sociedad Civil Catalana. Intervenía Jean Caravaggio, catedrático de Letras hispánicas de la Sorbonne, uno de los mayores expertos en Cervantes.

Los CDR (comandos de defensa de la República) decidieron boicotear el acto mediante insultos y pitidos. En sus pancartas se leía «fora feixistes».

Tal era el ruido que formaron que la organización se vio obligada a suspender el acto, y desalojar la sala en fila india por una puerta lateral porque no se podía asegurar la seguridad de los allí presentes. Mientras, los asistentes escuchaban cómo desde fuera les pitaban e insultaban. Nadie se explicaba por qué las fuerzas del orden no actuaron.

Cuando dos bloques de personas dejan de hablar, dejan automáticamente de entenderse. Se teje entre ambos una red viscosa de malentendidos e incomprensiones. Y la desconfianza lo termina descomponiendo todo.

Gracias a la ética, a lo largo de la historia hemos podido llegar a acuerdos entra distintas sociedades y partes enfrentadas. Podemos, pues, hablar de una verdad universal y una justicia en mayúsculas que nos son útiles para alcanzar consensos. Nada es absoluto ni perfecto, pero esa ética que asumimos como universal, parte fundamental de la filosofía, es de los mejores logros del ser humano. Ya nadie discute que matar a alguien sea o no legítimo. Todos acordamos que la vida tiene un valor en sí misma y que matar no es éticamente correcto, y solo en casos de defensa propia puede aceptarse lo contrario. Nadie discute sobre la necesidad de proteger a nuestros menores, o sobre que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres.

Además, para preservar la ley y el orden, en cada país hay una Constitución y unas leyes que deben cumplirse con la intención de proteger al Estado de Derecho.

Sin ley ni orden el Estado no podría garantizar nuestra seguridad. Podrían entrar en nuestras casas, matarnos, robarnos y violarnos sin consecuencia alguna.

Pero los valores que reciben las personas dentro de una misma sociedad no siempre son iguales. Existen diferentes miradas de las cosas. Es entonces cuando vemos que la verdad es subjetiva, y que en definitiva cada uno tiene su propia verdad en función de sus vivencias, y en función de los cuentos que les han contado.

A mí me enseñaron a respetar incluso a aquellos que no pensaban como yo. Me enseñaron a respetar la diferencia. Pero muchos otros recibieron la enseñanza contraria, la de la imposición.

La falta de valores o nihilismo es peligroso porque puede llevar a la destrucción de la sociedad y del individuo. Respetar a los mayores, respetar a los padres, respetar los distintos credos, respetar la naturaleza, respetar las leyes es en definitiva vivir con cierta armonía. Y nos ayuda a vivir en sociedad aunque, repito, nunca las cosas serán perfectas porque tampoco la naturaleza humana lo es.

Si en una ciudad referente internacional como es Barcelona ya no podemos hablar de Cervantes libremente en la Universidad, debemos hacernos la pregunta obligada de si en realidad somos más o menos libres. Nadie dice que ser independentista no sea legítimo. Pero también no serlo lo es. Uno tiene derecho incluso a rechazar a Cervantes y a su Quijote si así lo desea. Pero no por ello se debe avasallar al resto, ni boicotear actos culturales de nivel como el que se canceló este pasado jueves en el aula magna de la Universidad de Barcelona.

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