Tras el lapsus desde el domingo, la tarde no pudo ser más plácida. Sin apreturas, con un clima templado y apacible, con la bandera abrazando el asta sobre el palco presidido por don Manuel García Castell y las oscuras golondrinas revoloteando sobre el coso de la Plaza de España. Quién sabe si volvieron sus nidos a colgar en esta tarde de transición en la feria y de enorme interés para los buenos aficionados, con importante presencia policial y el habitual despliegue de los Servicios de Asistencia Sanitaria de la Generalitat.

Mucho cemento visible en los tendidos de sol y bien nutridos los de sombra, con la asistencia de buenos aficionados, de esos que no solo gustan de los carteles de relumbrón, lo que dio lugar al inconfundible ambiente de la Feria de Hogueras con los leales a su cita, como la Asociación de Aficionados Prácticos Taurinos de Alicante y los alumnos de la Escuela Municipal Taurina, el campeón regatista Nacho Campos, José Luis Benlloch, el periodista José Germán Estela, siempre listo para el quite y calentando motores de cara a la corrida televisada del domingo 24, los restauradores Carlos Bosch, Lolo y Javier García Vidal; el comisario, Alfonso Cid; el presidente del Hércules, Quique Hernández; el expresidente de la Diputación, Julio de España; los matadores Rafael Rubio Rafaelillo , Javier Vázquez, Juan Diego, Vicente Ruiz El Soro, Antonio Pérez El Renco , Antonio Mondéjar, Ramón Escudero y los novilleros Borja Álvarez y Jorge Rico. También el presidente de la Tertulia Taurina Amigos de Nimes, José Mª Jericó, y el presidente del Club Taurino, Fernando Leiva, o el empresario Simón Casas, que no se quiso perder detalle junto a Nacho Lloret. Allí estuvieron también un nutrido grupo de reporteros gráficos que fueron el termómetro del enorme interés suscitado por el festejo, más allá de su repercusión en los tendidos, que se convierten en improvisados grupos mejores que los de whatsapp, en los que lo mismo se debate sobre la falta de necesidad del tercio de varas, como de la suerte que necesita España para ganar este Mundial.

Todos, eso sí, admirando la impecable indumentaria de Francisco José Palazón, con esos golpes en color rioja, o la estampa de Paco Ureña acurrucado sobre su capote sin apresto en la tronera, o el indómito don de gentes de Román.