«¿Os acordáis todos del texto? Móviles apagados. Lleváis todo el día en la carretera y habéis parado a comer en un bar. Hablad alto, que en España en los bares se habla alto. Silencio, ensayo y acción». Con estas instrucciones, David Valero dirige en el bar Central de la partida alicantina de Verdegás el ensayo antes de filmar una de las últimas escenas de Orquesta Los Bengalas, su nuevo corto de ficción, una historia de amistad que cuenta cuatro días en la última gira de una orquesta verbenera de jubilados que llevan más de 30 años recorriendo cada verano los pueblos en fiestas. Con un calor asfixiante en el bar, los sexagenarios Bengala repiten una y otra vez sus frases, obedientes, hasta que suenan bien en los oídos del director, que finalmente ordena: «Rodamos».

Valero y un equipo de más de 50 personas, en colaboración con la Escuela de Cine de la Universidad Miguel Hernández, han estado instalados prácticamente una semana en Verdegás, la localización principal de este cortometraje junto a San Vicente, el barrio de San Gabriel y El Sabinar.

El autor de películas premiadas en festivales internacionales como Los increíbles, Scratch o El arca de Noé con Adán Aliaga, concluyó el pasado jueves la última escena de un proyecto que apenas cuenta con actores profesionales, salvo el cantante de Los Bengalas (al que da vida José Téllez de Cepeda) y su hijo y mánager del grupo (Alejandro Tous), quienes comparten furgoneta en esta road movie con Pepe Naranjo (batería), Julián García (guitarra) y José Navarro (teclado).

Al cineasta alicantino de 41 años siempre le ha atraído trabajar con gente de la calle «sin contaminar por la interpretación» y realizó un casting exhaustivo para encontrar a los miembros del grupo entre el colectivo de jubilados, a quienes solo pedía que supieran tocar instrumentos.

A la llamada respondieron 80 personas y tras dos cribas se seleccionó a los músicos, que en la película tocan éxitos como Resistiré del Dúo Dinámico o Cuéntame de Fórmula V con el líder del grupo, Ramón, que en la vida real no canta «ni en la ducha» y a quien pone voz Ángel B. López.

«El protagonista sí es actor profesional pero el resto no son actores, son músicos que tienen sus grupos. Estuvimos ensayando varias semanas con Morgan Blasco, también actor y coach de actores, para que aprendieran a interpretar su personaje. Lo bueno y lo malo de trabajar con personas que no son actores es que no puedes fallar en el casting. Si encuentras a ese personaje que buscas, ellos te van a sorprender en cada escena, porque su naturalidad está por encima de lo que interpretan», explica Valero, «contentísimo» con el reparto.

La escena del bar Central explica que esta será la última gira de Los Bengalas, ya que el protagonista empieza a sufrir el avance del alzhéimer, una enfermedad de la que Valero, muy dado a tocar temas sociales en sus trabajos, también quería abordar: «Quería hablar de la vejez, de la enfermedad, de la figura del cuidador, pero también del niño interior que tenemos todos, que va menguando con la edad, y aquí se recupera. Me gustaría que la gente se emocionara y sacara una sonrisa al drama».

Para Valero, que en las distancias cortas es un «cachondo mental» pero suele contar dramas, era «un reto» hacer una comedia , o una «dramedia», como señala el alicantino Alejandro Tous, que en octubre estrena en el teatro Fernán Gómez de Madrid Alguien voló sobre el nido del cuco.

Para Tous, que coincidió con Valero en el rodaje de Fishbones, esta es «una historia de amistad y de la familia, que me gustó cuando me lo propuso porque Valero siempre trabaja un cine de trasfondo social y la historia me tocaba de cerca por mi abuelo. Junta a dos generaciones y eso es una maravilla, y lo que importa es que la historia trascienda, que toque a la gente y que piense, pero sin darle la murga».

A su padre en la película, José Téllez, de 68 años, le atrajo el texto «entre dramático y cómico, sin ñoñerías» sobre «esa fase de la enfermedad, que debe de ser terrible, en la que te das cuenta de lo que te ocurre». Téllez se presentó al casting sin conocer a Valero, «pero luego he visto sus trabajos y hace unas cosas maravillosas» y destaca el valor «del compañerismo, del grupo, del cariño de la gente que ha trabajado tanto tiempo junta» en este guion.

En la película han participado en distintas áreas 30 alumnos de los últimos cursos de la Escuela de Cine de la UMH, 6 profesores y el resto técnicos. Este es el cuarto año en el que los alumnos pueden completar su aprendizaje trabajando con profesionales del cine, «una experiencia profesional de verdad y fundamental para ellos porque es la gasolina que nos mueve», señala el director de la escuela, Guillermo López Aliaga. Fue él quien propuso rodar con los estudiantes al de San Vicente, a quien considera «un artistazo como la copa de un pino».

Valero ha invertido todos sus ahorros en este proyecto con su productora Polars Films y confía en recibir las ayudas solicitadas al IVAC y al Ayuntamiento de San Vicente, aunque todo el atrezzo ha sido prestado por familiares y amigos, desde la furgoneta hasta los instrumentos. El corto, de unos 20 minutos, prevé estrenarse a final de año en un gran festival.