Ganó este año el premio más prestigioso del Festival de Cannes, el FIPRESCI (Crítica), y supuso el regreso a las pantallas, tras ocho años de inactividad, desde que dirigió Poetry en 2010, de uno de los grandes creadores cinematógraficos de los últimos tiempos, el surcoreano Lee Chang-dong, del que en España solo se han visto dos de sus seis largometrajes, el citado Poetry y Secret sunshine (2007).

Basada en la historia real de Haruki Murakami Quemar graneros, es la historia de un repartidor llamado Jongsu que está trabajando cuando se topa con Haemi, una chica que solía vivir en su vecindario. Ella le pide que cuide de su gato mientras se va de viaje a África. A su vuelta, Haemi presenta a Jongsu un joven enigmático que se hace llamar Ben, a quien conoció durante su viaje. Un día, Ben le cuenta a Jongsu cuál es su inusual hobbie.

La génesis de la película Burning la cuenta el realizador Oh Jung-Mi en un relato que escribió tras conocer al director Lee Chang-dong en la escuela de cine en 2010 y aprendió a contar historias de él. «Él nos enseñó que no se nos ocurre una buena historia, sino que la encontramos. Al igual que los organismos vivos, las buenas historias deambulan a nuestro alrededor, y si tenemos los ojos perspicaces, finalmente las reconoceríamos. Después de terminar la escuela, trabajé con el director Lee como guionista, y durante esos cinco años, muchas historias se nos acercaron y nos rodearon. Algunas de ellas se convirtieron en guiones cinematográficos, pero otras se dejaron de lado en el estante porque no podíamos responder al por qué tenían que llegar a convertirse en películas».

Por cierto, Oh también se interesó eneste proyecto por el hecho de que la historia de Murakami tiene el mismo título que una historia corta de William Faulkner.

En palabras de Lee, la historia corta de Faulkner habla realmente sobre la ira. Aunque esta película está basada en la historia de Murakami, también está conectada al mundo de Faulkner. La historia de Faulkner es sobre un hombre y su furia contra la vida y el mundo, y también representa vívidamente el sentimiento de culpa que su hijo siente por un incendio provocado por su padre. A diferencia de la historia de Faulkner, Murakami cuenta una historia sobre un hombre que quema graneros por diversión. Una historia enigmática. Como tal, la forma en que cuentan sus historias es bastante opuesta: el granero de Murakami es una metáfora más que un objeto tangible, el establo de Faulkner representa la realidad misma, el objeto mismo al que se dirige la ira».