Cirujano militar

En 1781, Balmis obtiene el grado de cirujano del ejército y es destinado al Regimiento de Zamora. Ese mismo año, el regimiento se incorpora a la expedición del Marqués del Socorro que zarpó hacia el Caribe, para combatir contra los ingleses. España y Francia eran aliados y ayudaban a las 13 colonias británicas de Norteamérica que se habían sublevado contra la metrópoli. Era la guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-1783).

Resuelto el conflicto en 1783, Balmis pasa con su regimiento por Guarico (Venezuela) como Primer Ayudante de Cirugía, La Habana y posteriormente Veracruz (México), donde recibe el encargo de cuidar a los enfermos de la milicia. Un año más tarde, Balmis aparece como cirujano al frente del Hospital de Xalapa. En 1786, el arzobispo de México, Alonso Núñez de Haro, que siempre respaldó su labor, le nombra Cirujano Mayor del Hospital Militar del Amor de Dios de la ciudad de México. Balmis permanece en ese destino durante dos años y aprovecha para obtener el grado de Bachiller en Artes. También redacta una disertación sobre la lepra, manuscrito que remite a la Real Academia Médica Matritense por el que es nombrado socio correspondiente.

La botánica

Durante su estancia en México se despierta en Balmis el interés por la botánica. Empieza a estudiar el uso de plantas medicinales para la curación de algunas enfermedades, en especial las venéreas. Al mismo tiempo se va alejando de la vida militar para vincularse a la sociedad civil. Solicita la situación de «retiro de disperso» con un sueldo de 150 reales al mes. Se llamaba «disperso» al militar que de forma voluntaria se encontraba separado de la unidad a la que pertenecía. Balmis decide viajar por México para estudiar la medicina tradicional de los indígenas y las plantas autóctonas que empleaban. Conoce así unas cocciones de raíces para tratar enfermedades venéreas que difundía el famoso curandero criollo Nicolás Viana, apodado «el Beato». Éste contaba que la fórmula se la había transmitido una mujer de la provincia de Michoacán que la usaba desde tiempo inmemorial.

Algunas pruebas sugerían que dos de estas plantas podrían ser un buen remedio. Eran el agave americano (también llamado pita o maguey) y la begonia. En 1790, se fusionan dos hospitales mexicanos, el del Amor de Dios y el de San Andrés. Balmis es nombrado director de la Sala de Gálicos (sifilíticos) de la nueva institución. Aplica el tratamiento del Beato con algunas modificaciones, adapta las fórmulas y observa los resultados. Los experimentos con diversos pacientes parecen funcionar. Era una alternativa al tratamiento habitual de la sífilis con mercurio. Balmis elabora un informe junto con un colega cirujano y lo remite a Madrid. Decidido a implantar su método en España se embarca trayendo consigo 100 arrobas de agave (o maguey) y 30 de begonia. Cuenta con el apoyo del Arzobispo Núñez de Haro que opinaba que «era una medicina muy interesante para el género humano».

La disputa con Piñera

Instala su domicilio en la calle Montera y colabora con la Real Botica en preparar la fórmula contra el mal venéreo, mientras se informa al Rey de las experiencia previas mexicanas. Éste ordena que en los tres hospitales madrileños se efectúen ensayos sobre la validez del método, bajo la supervisión de una comisión del Protomedicato (lo que hoy sería el Colegio de Médicos). Sin embargo, estalla la polémica. Uno de los comisionados, Bartolomé Piñera y Siles, médico del Hospital de San Juan de Dios y prestigioso académico se opone frontalmente al tratamiento. Se dice que gritó «fraude!! fraude!! engaño!! engaño!!» y escribe un largo informe de descalificación. La disputa salta a la opinión pública. Balmis replica a las críticas con un libro publicado en 1794 titulado Demostración de las virtudes del Agave y la Begonia para la curación del vicio venéreo y escrofuloso. Analiza allí los resultados obtenidos en el tratamiento a 53 pacientes y escribe un alegato final que dice «yo vine a España no como los charlatanes o curanderos, que vendiendo sus drogas sacrificaron a los pueblos para engrosar sus bolsillos, sino como un profesor instruido en la materia, deseoso del bien público y de cumplir la misión que se me había dado para ser útil al Rey, a la patria y a la salud de los hombres, con menoscabo de mis intereses, de mi tranquilidad y de mi bien estar». La obra tuvo repercusión internacional. Un año después de su publicación fue traducida al italiano a solicitud del Papa Pío VI y en 1797 se tradujo al alemán en Leipzig. En reconocimiento a su trabajo se le concedieron a Balmis los honores de Cirujano de Cámara y por su labor como botánico pusieron su nombre a una planta, la Begonia Balmisiana. «Se continuará...».

El castigo al pastor

Se debe a Girolamo Fracastoro (1478-1553), médico y poeta de Verona, el nombre de sífilis. En un poema de 1530 titulado Sifilis o la enfermedad francesa, narra las peripecias de Síphilus, pastor del Rey Alcithous, que decidió no adorar al dios Apolo porque éste quemaba los árboles y secaba los manantiales dónde pastaban sus rebaños. Como castigo, Apolo le infringió la terrible enfermedad que luego se extendió por todo el reino.