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Hoy se celebra el Día Mundial sin Tabaco

De la droga del pitillo se puede salir

Estas líneas están dedicadas a los fumadores. Para ellos, dos mensajes: uno, que hacen un mal negocio, porque aparte de que gastan mucho dinero dañan su salud, y dos, que pueden salir de esa droga.

Posiblemente recuerde que Sarita Montiel cantaba un cuplé que decía: fumar es un placer... eso no lo discutimos, pero añadimos que es un placer efímero, y que los daños que produce son permanentes. Los fumadores sólo disfrutan, saborean, uno o dos de los cigarrillos que fuman al día, el resto los queman de forma automática sin percibirlos.

Otros dirán que el tabaco les alivia la ansiedad, les mantiene despiertos, aumenta su sociabilidad, disminuye el apetito e incluso en algunas mujeres que incrementa la autoestima. Lo que hoy conviene valorar es si esos efectos superan a los posibles perjuicios que el tabaco les causa.

El tabaco es una droga, aunque esté socialmente aceptada. Sabemos que la nicotina que tienen causa adicción, les empuja a seguir fumando. Además la nicotina les aumenta temporalmente la tensión arterial, acelera su pulso y le dañe el interior de las arterias y es la responsable de que «se enganche» a seguir consumiendo, lo que hace del fumador un adicto, es decir que tiene una necesidad imperiosa de seguir fumando y si lo suspende bruscamente le aparece «el mono» el sindrome de abstinencia, en él está inquieto, intranquilo, insomne.

Además de la nicotina el tabaco contiene otros muchos tóxicos: el monóxido de carbono, que se une a la hemoglobina de nuestros glóbulos rojos y hace que la sangre no se oxigene bien y que no pueda ceder ese oxígeno a los tejidos. Es como respirar durante el tiempo que se fuma en una habitación con una estufa que quema mal...ya sabe lo que les pasa algunos.

El tabaco tiene hidrocarburos cíclicos, algunos de los cuales son cancerígenos bien conocidos, y son la causa de aparición de los diferentes tumores que acechan al fumador.

Decíamos que los daños que causa el tabaco son duraderos y lo más importante es que son muchos y lo hace en muchos órganos del cuerpo. El humo del tabaco, al aspirarlo, llega calentito al pulmón, hace que haya menos oxígeno en el aire y aporta las miles de sustancias contenidas en esa planta. Desde el pulmón pasa a la sangre y entonces daña los tubos, las arterias que la llevan a los diferentes puntos de nuestro cuerpo. Favorece que aquellas acumulen grasa en sus paredes, entonces se hacen rígidas y tienen menos calibre para que la sangre circule por su interior; es lo que llamamos arteriosclerosis, que supone la primera causa de muerte por enfermedad en nuestro país. Si la lesión se localiza en las arterias del cerebro producen ictus, que es la principal causa de muerte de las mujeres. Puede ser que estas se rompan (ictus hemorrágico) o se tapen (ictus trombótico). Incluso en el cerebro por daño de las pequeñas arterias favorece la aparición de demencia.

Si afecta a las arterias del corazón, el sujeto puede tener una angina de pecho, es decir lesiona la pared de ese órgano o un infarto de miocardio, que así llamamos cuando llega a destruirla. Éste es la primera causa de muerte por enfermedad para los hombres. Entre las personas que tienen una muerte súbita, muchas veces jóvenes, tienen como único antecedente el ser fumadores, y ello se debe a la aparición de arritmias en relación con el tabaco

Todo son problemas

Cuando se dañan las arterias que llevan la sangre a las piernas estas se mueven con dificultad; el sujeto, cuando camina, puede tener dolor en sus músculos y necesita pararse para que éstos reciban más sangre y mejor oxigenada, y con ello les deje de doler. Son personas que parece que van mirando escaparates, pues con frecuencia se paran al andar. Lo llamamos claudicación intermitente.

Si el cuadro es más grave y no llega la sangre a esa zona puede haber gangrena, es decir tejidos muertos que obligan a que al afectado se le amputen los dedos, o las piernas, según la localización de la enfermedad.

Fumar también favorece la aparición de tumores malignos, fundamentalmente de pulmón, pero también en otras localizaciones: labio, lengua, esófago, hígado, vejiga o próstata. Lo cierto es que los tumores son la siguiente causa de muerte por enfermedad, tras el daño de las arterias.

Si se encuentra a alguna persona que lleva una cánula en el cuello, casi siempre se debe a que el tabaco, en muchas ocasiones asociado al alcohol, ha dañado su laringe o tráquea.

El tabaco también daña los bronquios y el pulmón. Causa irritación de las vías aéreas superiores (faringitis, laringitis y bronquitis), es responsable de las toses matutinas y la necesidad de hacer limpieza expectorando el moco que los bronquios inflamados producen en exceso. Los fumadores suelen tener catarros, con frecuencia, sobre todo en invierno, a veces «pulmonías» y acaban con dificultad para respirar (ahogo/disnea), y en ocasiones con oxígeno permanente en casa y las piernas hinchadas. Produce bronquitis crónica y enfisema, enfermedades que incluimos dentro del epígrafe de EPOC, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, pues los afectados tienen de forma permanente dificultades para respirar, se asfixian o se ahogan; al inicio sólo cuando hacen esfuerzos, luego incluso en reposo.

Ese daño a los pulmones también puede dificultar la circulación de la sangre haciendo que fracase la función del ventrículo derecho, los enfermos entran en insuficiencia cardiaca y llenan de agua sus piernas o su abdomen (ascitis). Incluso necesitan respirar oxígeno puro en una proporción mayor de la que tiene el aire, para ello llevan mascarillas y bombonas que se lo aportan.

Al fumar también sufre el aparato digestivo. El tabaco aumenta su producción de ácidos y la aparición de úlceras de estómago o duodeno se ve favorecida. En el abdomen los vasos pueden dañar el mesenterio que es como una membrana que les lleva al intestino. Su lesión puede hacer que esa parte del tubo digestivo se destruya.

Al fumar también se daña la sangre, pues al llevar los contenidos del tabaco, y menos oxígeno, los órganos del cuerpo piden a la médula ósea que produzca más hematíes, más glóbulos rojos que son los transportadores. Entonces el enfermo tiene mayor número de ellos, lo llamamos poliglobulia. Entonces su sangre es más viscosa, cuesta más trabajo moverla y puede coagularse dentro del vaso. Causa lo que llamamos trombosis.

El tabaco también altera el aparato genitourinario. La calidad del esperma de los fumadores es peor. En la mujer retrasa la menarquia y acelera la menopausia, favorece la infertilidad, y en la embarazada aumenta el riesgo de abortos, fetos muertos y muerte neonatal.

Los daños por el tabaco no acaban ahí. El fumador habitualmente percibe menos los olores y disminuye su capacidad de gustar, su aliento huele mal, tienen halitosis, también reparte ese olor allí donde se encuentra y, lo que es peor, hace que lo respiren los que allí están; les convierte en fumadores pasivos, es decir que sin fumar tienen más posibilidades que el resto de sufrir las enfermedades que les he comentado.

El segundo mensaje que mandamos es que ese hábito se puede abandonar. Algunos lo deciden y pueden hacerlo bruscamente. Otros disminuyendo el consumo cada poco tiempo hasta suprimirlo. Puede que les ayude pensar que van a ahorrar dinero, y en qué van a gastarlo, y sobre todo que van a ganar mucho en salud.

Pronto recuperan el olfato y el gusto. Después se reduce la posibilidad de dañar los pulmones o resto de aparatos del cuerpo. Les ayuda el pensar que cada vez están más limpios y les conviene no acudir a lugares donde se fuma. Es magnífico que si su pareja fuma se pongan en marcha juntos para abandonar el hábito. Existen múltiples medicamentos que ayudan a dejar la adicción, consulte con su médico o neumólogo. Algunos hospitales tienen unidades específicas. Los beneficios son independientes de los años que tenga el fumador o el tiempo que lleve fumando. Todos ganan. Así ¡deje ya el tabaco!

Todos tenemos derecho a orientar nuestra vida como queramos; dirigirla intentando preservar la salud es una decisión personal, pero hoy no puede negarse que fumar implica una alta posibilidad de tener enfermedades. No garantiza que todos los que fuman las vayan a tener; es como una rifa, cuantas más papeletas tienes las probabilidades de que toque es mayor. A más tabaco, más posibilidades de cáncer, infarto, bronquitis, etc...

*Firma también este artículo Óscar Torregrosa, médico internista del Hospital General Universitario de Elche.

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