P Debe de haber mucha música en La banda

R Sí, sí, sí. Hay un montón.

P ¿Y qué cuenta la película?

Es una historia de iniciación, de un joven músico valenciano que vive en el extranjero, a punto de hacer una prueba fundamental para su carrera, pero decide no hacerla y regresar a su pueblo natal para asistir a la boda de su hermano. Está en crisis, buscando su lugar en el mundo, y en ese viaje de regreso se reencuentra con su pandilla de amigos de toda la vida, que forman también la banda, esa cosa tan valenciana que está en todos los pueblos. Se reencuentra con su familia y con su primer amor, la novia de su mejor amigo. Es una película en torno a la amistad, la tierra de uno y de cómo un chico pasa a la edad adulta.

P ¿Usted ha tocado en una banda?

No, yo he escrito casi desde la envidia (ríe). Soy un melómano empedernido, pero no he nacido en un pueblo, he vivido siempre en un barrio a las afueras de València pero sí que estudiaba en un pueblo, Picassent, y amigos míos tocaban instrumentos desde pequeños y me daban una envidia tremenda. Luego hice mis pinitos: toco la guitarra y canto, pero de manera lamentable, o sea, que soy un músico frustrado.

P Vamos, que ha hecho una película de bandas de música como un impostor...

Totalmente (ríe), lo máximo que tuve fue una banda de rock and roll que duró dos meses (ríe). Pero lo he hecho amando el mundo de las bandas y me siento muy cercano sin haberlo vivido, pero desde el cariño y el respeto he intentado que los momentos en los que sale ese universo tengan veracidad y que la gente cuando lo vea sienta cosas cercanas. Las bandas forman parte de mi infancia, crecimos con las bandas por las calles. Cuando era pequeño e iba al campo del Mestalla con mi padre me impactaba mucho ver que antes del partido y en los descansos salía una banda de un pueblo a recorrer el campo y tocar.

P ¿Le sorprende que el cine no se haya acercado a una realidad tan próxima como la de las sociedades musicales?

Muchísimo. Es muy extraño porque es una realidad muy desconocida fuera, pero también por los propios valencianos que no pertenecen a ese mundo. Las sociedades musicales están federadas desde hace siglos y hay un dato que me gusta mucho: el 50% de los músicos españoles son valencianos, y si hay mil bandas de música en España, la mitad son valencianas. Es un legado artístico y cultural tan bonito y tan inmenso que me parece increíble que el cine, y sobre todo el cine valenciano, no lo haya reflejado. Tenemos muchas posibilidades para contar historias universales a partir de cosas muy nuestras. Y lo que hacen otras cinematografías de impacto como la vasca o la catalana, que se han ganado un sello de calidad y de personalidad, es partir de su mundo particular y llegar a historias universales. Y creo que los valencianos tenemos muchísimos elementos e idiosincrasia de sobra para contar historias increíbles que se vean en el resto del mundo.

P ¿Le ha salido una película muy valenciana y muy universal a la vez?

Sí, necesito partir de algo muy concreto, una realidad cercana, y al mismo tiempo contar cosas que suceden en cualquier lugar. Yo tenía el miedo de que la película me hubiese quedado tan valenciana que la gente de fuera no empatizara, pero en absoluto es así. Cuando la presentamos en Málaga fue una pasada, el público malagueño vio la película en valenciano con subtítulos y se rió, aplaudió y se emocionó. O sea, que la película produce identificación en cualquiera, pero sé que los valencianos la pueden sentir de una manera un poquito más especial.

P La película habla de jóvenes que se han ido al extranjero y regresan. ¿Estamos ya en esa fase de vuelta?

Ojalá que se haya detenido un poco la sangría del exilio obligado. No quería tratar el tema del desarraigo por la crisis de los jóvenes como parte central de la película, pero es una parte lateral, también lo he vivido y no quería esconderlo, está ahí.

P Ha vivido una crisis parecida a la del protagonista. ¿La película le ayudó?

Sí. En la escritura me fui pasando al otro lado y vi que escribía de algo que me había ocurrido, no que me estaba ocurriendo. Y eso ayuda porque le quita mucha gravedad. Yo viví un poco esa situación de cambio, de no saber a dónde quieres ir cuando estudiaba cine en Madrid y veía que me iba alejando un poco de mi tierra. Y creo que ese es el germen del que salen los pensamientos que alumbran la historia.

P Es su primer largometraje. ¿Ha sido más o menos fácil de lo que pensaba?

Yo había rodado muy poquito y eso me generaba unos miedos que intentaba no transmitir y esconder. Vencerlos y creértelo tarda en llegar, pasas un primer momento de acojone, por supuesto que me imponía el rodaje y antes de llegar lo pasaba muy mal, pero luego me sentí muy cómodo y lo he disfrutado mucho.

P ¿Trabajar con músicos en lugar de con actores profesionales fue un riesgo o una bendición?

Las dos cosas (risas). Fue un poco kamikaze porque podía haber salido muy mal. Pero hicimos un casting inmenso, queríamos acercarnos tanto a ese universo tan particular que vimos claro que tenía que ser gente que conociera muy bien esa realidad. Y eso funciona bien si luego puedes blindarles con actores que sí lo son.

P ¿Vio muchas bandas para seleccionar a los personajes?

Sí, me iba por los pueblos a ver ensayos, que eran siempre por la noche, a intentar fichar a alguno aquí o allá. Ha sido algo muy arduo pero muy bonito, lo de ir a buscarlos a su mundo. No recuerdo si fuimos a ver alguna de Alicante, pero sí hay gente en el equipo técnico de Alicante.