La fotógrafa Imane Djamil, de 23 años, llega a Casa Mediterráneo junto con la directora de la Galería Santamaca, Gertrud Gómez. Pasará aquí las próximas tres semanas, aunque no es la primera vez que visita la ciudad. Hace meses quedó impactada por las construcciones frente al mar y lo plasmó en sus fotografías sobre los miradores y edificios situados entre Sangueta y Albufereta y que se pueden ver hasta finales de este mes en la institución.

En su vida primero fueron las fotografías, después las poesías, y ha llegado a juntar ambas cosas. Su conexión con las instantáneas viene desde muy pequeña, con apenas 12 años. «Empezó con los blogs, lo que veía me atraía tanto que decidí empezar uno yo misma», explica. Al comienzo eran fotografías de su Marruecos natal: «Luego vinieron imágenes más conceptuales, temas que quería explorar cada vez más».

De ahí nació también una obsesión por un lugar que dice fascinarla, Tarfaya, una ciudad costera del sur de Marruecos. «Me llaman la atención los lugares con edificios abandonados pero que tienen mucha historia, por dentro están vivos». En esa ciudad se ba sa una colección que ha llamado Copias dobles, autorretrato en el espacio. Todas las imágenes son en blanco y negro, donde juega con las sombras y el movimiento. «El blanco y negro no es por nada en particular, es más poético quizá. Igual puede ser porque es mucho más misterioso», explica sobre esta decisión.

Imane habla de impulsos de lo que le provocan los lugares, hace una fotografía atraída por el lugar. Entre esos lugares que le atrapan destaca Sarajevo. La fotógrafa frecuenta el este de Europa pero de Sarajevo dice que «es un lugar con historia, no la misma que Tarfaya, claro, pero es un sitio que parece destruido para el exterior».

Tras las fotos vinieron los poemas. «No van en conjunto con mis fotografías, mis poemas son mucho más explosivos que las imágenes». En el folleto de su exposición en Casa Mediterráneo hay uno que habla sobre Alicante: «Cuando os dispersásteis de esta manera / vuestra intensidad / es a veces el esqueleto de una ruina puesta ahí». Son los primeros versos que se pueden leer y que pueden parecer una crítica a la edificción frente al mar. Pero ella explica: «No. La intención no era hacer ninguna crítica, no está ni bien ni mal, es solamente que me impresionó y el lugar me fascinó». Aunque hará fotografías, su estancia en la ciudad se centra en su escritura y en sus poemas, desea encontrar inspiración en Alicante. «Quiero experimentar muchas más cosas escribiendo que con las fotografías, creo que tienen que tener musicalidad y esa es otra de mis obsesiones, incluso antes que lo literario o que lo que en conjunto quiera decir el poema», explica.

Djamil no ha venido sola. La acompaña una amiga, Hajar Chokairi, escritora de 26 años. Ella también es de Marruecos y viaja buscando talento de jóvenes árabes a través de la cultura. Se conocieron cuando Chokairi la entrevistó para su periódico digital en Casablanca. Al inglés en el que transcurría la conversación se le une el castellano, idioma que Chokairi domina.

Juntas han creado un proyecto que han bautizado como Entre vista. «Podíamos llegar a tener 80 folios de poemas en un documento conjunto de Internet porque no coincidíamos en el mismo sitio, a veces escribíamos a partir de las palabras de la otra», explican.

«El proyecto también es una metáfora de cómo dos personas que no están en el mismo lugar se encuentran en la distancia a través de la escritura», cuentan.

«Al final todo es una manera marcar el día o el tiempo, pero sí momentos álgidos que pueden ocurrir en ese día o a través de los años», sentencia Chokairi.