Hace unos 10.000 años, durante el periodo de glaciación, el nivel del mar bajó entre 120 y 150 metros. Prueba de ello es que en los fondos de la costa entre Torrevieja y Murcia, se ha descubierto una playa fósil. Un hallazgo que tiene la particularidad de ser del Cuaternario y de encontrarse a 180 metros de profundidad. Uno de los «culpables» de este descubrimiento es el profesor Alfonso Ramos, catedrático del departamento de Ciencias del Mar de la Universidad de Alicante, que ha participado en una campaña oceanográfica entre el sur de Alicante y Murcia para detectar y proteger los seres vivos que habitan en los fondos marinos entre los 100 y los 2.000 metros de profundidad.

En esta playa, «hemos encontrado una fauna característica de Islandia y Noruega que se desarrolló en la época de las glaciaciones; se adaptó porque las aguas eran frías y lógicamente murieron; ahora son fósiles, muchísimos, con especies típicas de la zona subártica».

Esta campaña forma parte del proyecto global nacional Life Ip Intemares, que respalda campañas en el Cantábrico, el Golfo de Cádiz, las Islas Canarias, las Baleares y Alicante y Murcia, en la que participa la UA, bajo la coordinación de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Transición Ecológica, con la participación de la Secretaría de Pesca, el Instituto Oceanográfico y la organización de pescadores Cepesca.

La Universidad de Alicante y el Centro de Investigación Marina de Santa Pola (Cimar) -dependiente de la UA y el Ayuntamiento de Santa Pola- han particpado por segundo año consecutivo en esta campaña en agosto, con el objetivo de investigar pero también proteger. «Dentro de la Red Natura 2000 de la UE se recomendó a los países europeos que al menos un 10% de sus fondos marinos estuvieran protegidos y actualmente España tiene solo un 8%, pero con la inclusión de las áreas que hemos estudiado ahora se podría alcanzar el 11%», destaca el científico.

De hecho, en esta campaña se ha investigado en zonas susceptibles de protección y, a tenor de los resultados, lo son. «Estamos trabajando en zonas que no se conocen y hemos sido los primeros en observar el fondo marino entre los 150 y los 1.200 metros de profundidad, cubriendo una superficie de 2.500 km2».

Y allí han encontrado bosques de gorgonias, conocidas como abanicos de mar; bosques de corales, arrecifes de bivalvos de moluscos y también corales blandos vivos a esa profundidad. «Nos ha sorprendido esta diversidad y más a esa profundidad, que es la gran desconocida; por encima de los 100 metros el fondo está poco estudiado».

También han investigado en otro hábitat «prioritario», los campos de emisiones submarinas de metano (conocidos por pockmarks), uno de los cuales se encuentra frente al Cabo Cervera de Torrevieja. «Son estructuras que emanan metano del fondo marino y al salir al exterior forman unas depresiones grandes y es interesante por la fauna asociada a ellos». Además se han estudiado montañas submarinas, «lo que los pescadores denominan secos». Y ahí justo «es donde mayor diversidad hay».

Para realizar estas investigaciones, el equipo en el que ha participado Ramos, integrado por 13 científicos y 15 personas de tripulación, ha utilizado un barco oceanográfico, el Ángeles Alvariño, «muy bien dotado, con dragas y cucharas de muestreo de fondo, medidores de masas de agua y trineo, que es una cámara fotográfica que se arrastra por el fondo».

La importancia de estos trabajos es que de esta manera «conocemos nuestros hábitats marinos y las especies que viven en ellos» y que sirven «para proteger esas zonas» para generaciones futuras. «En el fondo marino -apunta Alfonso Ramos- hay especies tan importantes como el lince y hay que saber que el mar es muy frágil y hay que protegerlo y concienciar de su importancia».