Ismael, Ladis, Juan Pedro, Ismael F. y JuanFran nunca habían tenido en sus manos una cámara de fotos y bastó un taller impartido por la fotógrafa de INFORMACIÓN Pilar Cortés para que se entusiasmaran con la idea de compartir su mirada a través de imágenes. ¿Me ves? es el título de este proyecto iniciado hace dos años con seis personas con discapacidad intelectual del centro San Rafael de Alicante, que culmina el próximo 12 de diciembre con una exposición de 48 fotografías en el Centre del Carme de València. La propuesta, además de revolucionar el centro, ha sido una de las ganadoras en la convocatoria Altaveu para proyectos de inclusión social lanzada desde el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana.

La coordinadora del proyecto fotográfico indica que cuando Enrique Romá, responsable de comunicación del San Rafael, le planteó hacer un taller con personas con discapacidad le pareció «muy buena idea» porque «no se había hecho antes y ellos nunca habían cogido una cámara. No se trataba de que aprendieran conocimientos de fotografía sino de que pudieran captar sus imágenes y expresarse a través de ellas, que mostrasen lo que ven y cómo lo ven».

Romá añade que este es un colectivo «muy habituado a ser retratado desde fuera pero no desde dentro, y esta era una oportunidad para poder contar su visión de la realidad y que nadie lo hiciera por ellos».

No fue fácil y ambos afrontaron el proyecto como un reto, pero todos los alumnos del taller -cada uno con distintos grados de discapacidad y movilidad y de edades de 25 a 45 años- han sido capaces de entrar en el juego y mostrar que «la fotografía puede ser una gran herramienta, con adaptaciones, para su crecimiento y mejora de sus habilidades. Pilar lo ha hecho muy fácil y divertido y han eliminado muchas barreras», apunta Romá.

Para Pilar Cortés, la experiencia no ha podido ser más satisfactoria, convencida de que la fotografía «visibiliza realidades que la mayoría no vemos» y la cámara «es una herramienta para expresar inquietudes con total autonomía. Cada uno de ellos es diferente y único, como sus fotografías».

El resultado también ha sido positivo. «Había que ver qué querían fotografiar y trabajamos también las imágenes para expresar emociones, para reflejar su entorno y para que mostraran cómo se veían y cómo ven a los otros y han hecho fotos muy curiosas», explica la fotógrafa, que añade que, aunque el primer día se salvaron pocas fotos, «hemos hecho una buena selección. Ellos se fijan mucho en las caras, en la gente que sonríe, y en pequeñas cosas que nosotros no vemos».

Romá apunta que introducir la fotografía en el centro ya no tiene vuelta atrás y han repetido el taller: «No hacían más que preguntar cuándo hacían más fotos, si se podían llevar la cámara, e incluso algunos ya se han aficionado y tienen sus propias cámaras».