P Confieso que nunca he comprado en Amazon. ¿Usted ha sucumbido?

R No. Pero porque en realidad no compro nada por internet, de modo que ha sido bastante casual que no comprara en Amazon antes de ser consciente de que era un peligro para las librerías. Para algunas cosas soy completamente digital, pero para otras vivo todavía en el siglo XX. Por ejemplo, mi email es el mismo desde 1998... Hotmail.

P Al buscar en Google «Jorge Carrión Contra Amazon» lo primero que aparece es su libro, de venta en esta plataforma. ¿Es lógico?

R Por supuesto. Es la empresa del hombre más rico del mundo. Ninguna está mejor posicionada en los buscadores (y me temo que tampoco en las conciencias). Ojalá que alguien que compre mi libro en Amazon sea el último libro que no compre en librerías, físicas o virtuales.

P Dice no estar en contra del gigante del comercio online. ¿Qué es Contra Amazon

R Una antología de mis mejores textos sobre el mundo del libro. Hablo menos de Amazon que de bibliotecas, Borges, viajes y librerías.

P Usted defiende las librerías como experiencia personal y cultural frente a la impersonalidad de la compra de libros en un hipermercado

R Sí. Y de sus historias. La compra en Amazon no tiene relato. Fluye, surfea, es lisa, olvidable. A mí me interesan en cambio las experiencias rugosas, con aristas, memorables. Mi historia con un libro no puede empezar con la misma caja en que me llegaría un martillo o una aspiradora.

P ¿No es una batalla perdida apelar a la conciencia frente a la comodidad?

R Es que comprar en Amazon no es cómodo. Hay que estar en casa cuando venga el mensajero o ir a buscar el paquete. Si no es lo que esperabas hay que devolverlo. Me parece mucho más cómodo y placentero ir a una librería.

P Afirma que es mentira que en Amazon se encuentre todo. ¿El problema es que lo parece?

R La ilusión del marketing. Pero en lo que a los libros respecta no hay más que ir a una biblioteca o a un mercado de libros usados (o leídos, como dicen en Colombia) para ver que Amazon es un fragmento de un gran ecosistema.

P Amazon impulsó el Kindle y la autoedición de libros. ¿Qué le parecen ambas herramientas?

R Estupendas. Pero con muchas limitaciones. Por cada ventaja plantean al menos un inconveniente. Por ejemplo, la autoedición, que ha permitido el acceso a un mundo fascinante para mucha gente, ha creado al mismo tiempo la ilusión de que cualquiera podía obtener reconocimiento, y hay espacio de publicación para todos, pero no reconocimiento para todos.

P Algunos autores empiezan publicando en Amazon y terminan fichando por grandes editoriales. ¿Eso le da la razón a Amazon?

R Es lo que alimenta la ilusión que te comentaba. Pero es una dinámica muy antigua. La mayor parte de los poetas clásicos del siglo XX comenzaron publicándose sus propios libritos de poesía.

P Cuando cierra una librería ¿de quién es la culpa: de Amazon o de que cada vez leemos menos?

R Puede ser por eso o por la especulación inmobilaria, la jubilación de los propietarios, su falta de actividades... Cada caso es distinto. Pero en casi todos ha influido, poco o mucho, Amazon.

P Defiende que en las librerías se pueda tomar un vino o un café. La librería Pynchon&Co, a la que usted acude mañana, se ha ampliado justamente para eso. ¿Es ese el futuro de las librerías, ir más allá del libro?

R Y el pasado. En Shakespeare and Company [librería anglófona de París] o City Lights [en San Francisco] siempre hubo recitales de poesía, teatro, música...

P Usted habla de una «resistencia mínima necesaria» frente al negocio de Jeff Bezos. ¿Es posible frenar un emporio como este, con más de cien millones de suscriptores?

R Conseguimos llegar a un mundo sin la esclavitud amparada por la ley. Y si seguimos así conseguiremos llegar a un mundo sin dependencia del petróleo.

P Dice no ser un ingenuo en este mundo globalizado, pero quizá un poco romántico sí es, ¿no?

R Y contradictorio, sin duda.