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Crítica de teatro

Plasticidad escenográfica

Divinas palabras

De Valle-Inclán. Producción: Centro Dramático Nacional / Cía. Miguel Narros

Solo temáticamente pertenece al ciclo mítico de Comedias bárbaras, tres obras unidas que José Carlos Plaza dirigió en 1991. La fuerza expresiva del esperpento, formulado por Vallé-Inclán en Luces de bohemia, después de escribir Divinas palabras, que lleva el subtítulo de «tragicomedia de aldea», se hace patente en esta otra que hemos visto en el Principal de Alicante. La imagen de los espejos cóncavos y el sentido trágico de la vida española con una estética deformada que entronca con los movimientos vanguardistas de la posguerra europea. Y ello en el ámbito de una decadencia nacional que necesitaba un impulso regeneracionista. De esa llamada Generación del 98 forma parte el dramaturgo, cuya obra se publicó en 1920 y se estrenó en 1933. El aparato escénico, la creatividad y la plasticidad escenográfica fueron adquiriendo más solvencia hasta hoy, y Valle-Inclán se convirtió en un clásico perdurable. El carácter épico y coral, enraizado en una Galicia rural dominada por la miseria y los caciques, sin caer exactamente en el costumbrismo, representa lo esencial del teatro. Pasiones, amor, muerte y esas «divinas palabras» que frenan la algarabía ante la esposa adúltera del sacristán. «Quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra». El papel lo interpreta María Isasi en un elocuente conjunto donde once actores asumen un amplio número de papeles. Javier Bermejo es el discapacitado al que llevan en un carretón como objeto de feria para obtener dinero. Un estilizado espacio lleno de arquetipos sociales, mendigos, vagabundos o campesinos, y por el que transitan la deshumanización, la avaricia, el barbarismo y la lujuria con sus grotescos rasgos. Entre otros, Alberto Berzal, Carlos Martínez-Abarca o la veterana Ana Marzoa, con su timbre de voz inconfundible, acogen la rica sinfonía teatral en esta pista lúgubre y circense. Una cierta fastuosidad en este montaje con dramaturgia y dirección del veterano Plaza, aunque la amplitud de escenas no sintoniza del todo en un público que lanzó templados aplausos.

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