No será la primera vez que Niño de Elche entre en el Reina Sofía para dejar su arte. Pero hasta ahora había sido para cantar. Lo hizo con el proyecto musical Animal Número en 2016 y con Suena Guernica en 2017. El próximo 6 de octubre -tenía que haber sido en junio pero se pospuso por la crisis del coronavirus- lo hará para inaugurar una instalación sonora que se podrá ver hasta el 26 de abril y que después pasará a formar parte de los fondos del museo, «que supone colocarme dentro del mundo del arte sonoro».
Y de transgresor a transgresor, Niño de Elche ha elegido para ello a José Val del Omar (Granada, 1904-Madrid, 1982) y su Auto sacramental invisible, obra prácticamente inédita de uno de los grandes impulsores de la vanguardia en nuestro país. Cineasta, artista, investigador sonoro y, sobre todo, hombre inquieto y rompedor de límites, Val del Omar cautivó al artista ilicitano con su particular concepción del espacio y el sonido, y decidió basar su propuesta en esta obra prácticamente desconocida, perteneciente a los fondos del museo madrileño, que solo se presentó de manera parcial en 1952 en el Centro de Cultura Hispánica.
«Esta pieza es la primera instalación sonora de la historia si se hubiera ejecutado como él propone», afirma Niño de Elche. «Hizo siete guiones del proyecto y nosotros a partir de ahí hemos creado uno propio, haciendo un ejercicio de contemporaneidad».
Francisco Contreras, alter ego de Niño de Elche, ha trabajado en la producción musical con Miguel Álvarez-Fernández y con Lluís Alexandre Casanova en el diseño de este proyecto que se aleja de los componentes teatrales del auto sacramental de Val del Omar, compañero de Lorca, Cernuda o Renau. «Es más una propuesta sonora que una instalación visual, pero ambas cosas van unidas, además de un buen montaje de luces y un trabajo profundo del espacio como movimiento».
Serán 14 altavoces los que vayan salpicando en el Reina Sofía la composición sonora que el artista ilicitano está creando para este proyecto. «Estamos cuadrando fechas porque al tratarse de una instalación sonora tenemos que entrar mucho antes con todo lo necesario para ensayar la pieza y grabarla en el mismo espacio donde se va a escuchar a través de 14 altavoces, que no es lo mismo que componer para 2».
Niño de Elche afronta esta propuesta «como una especie de sueño porque estamos hablando de uno de los mejores museos del mundo y lo importante es que pasará a su colección y no tienen en sus colecciones tantas piezas de artistas contemporáneos sonoros».
En este sentido, destaca el «atrevimiento» desde el Reina Sofía, «sobre todo de Manuel Borja-Villel y Charo Peiró, que pensaron que yo podía aportar algo y han confiado en mí; mi trabajo sonoro siempre está impregnado de arte y performance, pero esto ha sido lo más atrevido que he hecho». Para el artista, este museo «atesora piezas históricas, pero también crea pensamiento crítico cultural y artístico».
El confinamiento paralizó igualmente la grabación de su próximo disco, en el que ha trabajado con el archivo sonoro del Val de Omar que se encuentra en el museo, «y también lo hacemos saltar por los aires», afirma. «El debate ha sido cómo traer eso a mi territorio». Ahora también ha retomado este nuevo trabajo discográfico, que cuenta con el respaldo de Matadero Madrid Centro, y el CD saldrá en dos semanas.
El encierro forzoso ha llevado a Niño de Elche también a terminar un libro sobre flamenco, «del que aún no puedo decir el título», y a avanzar en otro «sobre mis memorias de exflamenco», que espera esté listo en Navidad.
