De las cuatro hermanas, las primeras que dieron a luz fueron Ana y Elena, que iban juntas a las clases con la matrona. «A la que más le costó de todas fue a mí -explica Ana-. Pasé varios meses horribles, de gran estrés. La gente me decía: dale el biberón. Tenía presión por todos lados y fue duro, porque la niña -Anika- no cogía peso. Apenas podía sacarme 20 mililitros de leche. Tuve la suerte de complementarle la alimentación con la leche de mi hermana Elena, que se sacaba y me daba, en lugar de con biberón». Aparte de en sus hermanas, Ana encontró su sostén en los grupos de apoyo a la lactancia, pero también hubo trabas. Las primeras en la guardería donde llevó a su niña, donde no le dieron muchas facilidades para amamantar. «Hacía virguerías. Decían que por normativa no podía darle el pecho y que en la guardería daban leche de fórmula. La amamantaba en el coche antes de dejarla y luego iba corriendo y a las tres de la tarde le daba otra vez en el coche».
Su hermana Patricia, madre de Niall, de 2 años, y de Lía, de un mes, no se sintió a gusto en un centro comercial cuando iba a dar el pecho y la dirigieron a una sala de lactancia. «Era inaccesible, había que subir en un montacargas o por escalera con un carro de bebé. Aparte de que cuando el bebé pide pecho es ya, no cuando llegue a la sala de lactancia». Además, apunta que todavía la gente mira cuando da el pecho, «no es común, te sientes observada. He visto a mamás que se tapan, no es algo que esté normalizado».
Alicia amamanta a Maya, de 16 meses. «Todas mis hermanas han tenido hijos antes que yo, y veía la facilidad de darles el pecho, sin tener que llevarme el biberón, el agua y la leche en polvo. En el parto la propia matrona decía que los bebés se inmunizan, y son niños sanos y fuertes». Pese a todo, también tuvo su crisis cuando la niña necesitó un suplemento y solo lograba sacarse 30 mililitros. Pero ahí estaba de nuevo Elena para ayudar: esta hermana también le dio leche evitando que su sobrina tomara preparado de fórmula. En su caso, es madre de David, que en octubre hará los 4 años, y Nerea, de 18 meses.
Estas cuatro madres forman parte de las cien que tendrán una imagen de regalo con sus bebés gracias a Toyta Vallinas, que las reunió en una playa al impedir el covid que fuese en local cerrado y también para visibilizar. «Dar el pecho es sacrificado pero muy bonito, y en muchas sociedades no está bien visto amamantar en público. Hay mucha desinformación y falta de apoyo con problemas al principio del agarre, dudas sobre la subida de leche... Con este evento pretendo concienciar de los beneficios de la lactancia pero también respetando a las mamás que por necesidad o elección decidieron dar el biberón».