Sobrevivir es el único argumento en mitad de una pandemia. Empujar, levantar la cabeza, apretar los dientes... resistir. La cultura nos salva de la mediocridad de un mundo que involuciona peligrosamente. Un teatro que levanta su telón es una puerta abierta a la esperanza. El Principal de Alicante recuperó ayer el aliento. Lo hizo con un clásico que conserva su vigencia tres décadas después de su estreno: Por delante y por detrás, la nueva adaptación del integrante de Tricicle Paco Mir, dirigida ahora por Alexander Herold sobre el texto de Michael Frayn.
Casi 450 personas, todas con mascarilla, siempre, se repartieron por las butacas del Principal para respetar la distancia de seguridad. Entraron en orden, sin aglomeraciones, deteniéndose en las dos estaciones de prevención fijadas por la dirección del teatro, la primera para tomarse la temperatura y la segunda para desinfectarse el calzado mediante alfombrillas empapadas en una sustancia química higienizante ideadas para la ocasión, ambas herramientas homologadas por la autoridad sanitaria.
Las ganas de volver a sentir la magia de las bambalinas, del cambio de luces, de la entrada y la salida de actores de escena... todo eso pudo con la abulia dominical. A las 18 horas comenzó la obra, pero las puertas se abrieron 45 minutos antes para iniciar un ritual del acceso al recinto que ya no debe detenerse. «Teníamos muchas ganas de volver al teatro, teníamos esta entrada desde marzo y no nos lo hemos querido perder. Además, estuvimos también en la reapertura del Teatro Real de Madrid y las medidas de seguridad han sido idénticas», comentaba una de las parejas que guardaba su sitio en la fila. El pensamiento era compartido. Los 450 espectadores que ayer regresaron al Principal muestran un camino sin vuelta atrás, el de la nueva normalidad... escénica.