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Opinión

Raúl Zurita, premio Reina Sofía de poesía iberoamericana

El poeta Raúl Zurita, en Alicante.

En medio de estos días, generalmente con preocupación y hasta tristes, hay noticias que sobresaltan y alegran: el poeta chileno Raúl Zurita acaba de ganar el Premio de Poesía Iberoamericana Reina Sofía. Como siempre, a su relevancia poética, unimos al celebrarlo su vinculación a estas tierras y a nuestra Universidad, de la que fue nombrado Doctor Honoris Causa en 2015. Es curioso que esta semana, en la que empezamos a conmemorar el centenario de Mario Benedetti (otro Doctor Honoris Causa por nuestra Universidad) podamos recordar que también Mario ganó en 1997 el mismo premio, que es el más importante en lo referente a la poesía que se otorga en España. Acierta la Universidad en estos reconocimientos.

Raúl Zurita es un ejemplo vivo de poesía y de vida, por tantas cosas. Siempre recordaremos que algunos libros suyos (Purgatorio, Anteparaíso, Canto a su amor desaparecido, La vida nueva, Zurita…) se encuentran entre los más relevantes de una poesía que inauguró un nuevo lenguaje, iniciada a fines de los años 70 en Chile, aunque fue a comienzos del ese decenio cuando comenzó a trazarlos, en un proceso de escritura que detuvo la dictadura de Pinochet con su capacidad de destruir la sociedad, la poesía y a los mismos poetas.

Raúl fue víctima de aquello, como preso y torturado, a partir del mismo 11 de septiembre de 1973, detenido en las bodegas de un carguero, el Maipo, en el puerto de Valparaíso, con mil compatriotas que sufrieron en el mismo espacio lo que millares de chilenos y chilenas iban a sufrir a partir de aquellos días durante bastantes años.

Canto a su amor desaparecido es un testimonio poético que estremece por esa experiencia que ha sacudido siempre los períodos históricos de las dictaduras: los desparecidos, que cuando el propio autor los recita en sus versos es difícil impedir la lágrima inevitable.

Pero no es solo eso su poesía, no es solo la historia vivida aunque nunca renuncie a ella el autor: son las naturalezas de Chile, o el amor, o referentes culturales del mundo mapuche, o referencias ineludibles al mundo cultural italiano originario de su familia (Raúl se llama Zurita Canessa), o increíbles performances en el cielo de Nueva York, en el desierto de Atacama o inundando un garaje en una ciudad de la India.

Zurita tiene 70 años y hemos recordado alguna vez a aquel joven que desde la rada del puerto de Valparaíso, desde una bodega atestada de presos, solo podía ver por la noche un fragmento de cielo y algunas estrellas. Y nos hemos reiterado alguna vez un verso de Dante, que estructura parte de su obra poética, que dice: «Habré vuelto a ver de nuevo las radiantes estrellas…».

Ojalá podamos volver a ver todos y todas las radiantes estrellas, querido compañero, poeta, hermano.

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