La Pastora es la primera incursión en el cine documental del fotógrafo alicantino Joan Alvado (Altea, 1979), una especie de spin-off del proyecto madre de fotografía Escola de Pastors, que realizó durante cinco años en el Pirineo catalán y que retrataba a una nueva generación de jóvenes dedicados al pastoreo alejada de los estereotipos del mundo rural. Este trabajo le valió el premio Lens Culture Emerging Talent Award, su selección en Descubrimientos PhotoEspaña o su publicación en The Washington Post, entre otros, y en 2018 se materializó en un libro.

La estela de los pastores de Alvado no acabó ahí. En 2016, el director de cine estadounidense David Sampliner –autor de los documentales Dirty Work y My Own Man, producido por el actor Edward Norton– se fijó en el trabajo de Alvado y le propuso llevarlo al cine. «Fotográficamente, yo ya había hecho la escuela de pastores y me daba un poco de pereza hacer lo mismo en el cine, pero me lo tomé como una manera aprendizaje y cuando fuimos a rodar a la escuela surgió una persona que tenía una historia muy interesante que contar», explica Joan Alvado sobre el origen de La Pastora, centrado en un solo personaje: Laura, una mujer joven, que cambió sus estudios de biología en Barcelona por la Escuela de Pastores, que forma parte de esa primera generación de mujeres en un oficio tradicionalmente masculino, que vive en una aldea remota con solo dos vecinos y cuyo mayor obstáculo es su madre, que se niega a apoyar su cambio de vida.

«Ella accedió a dejar de trabajar unos días para que la grabáramos y que su madre saliera también en el documental», indica Alvado, que no quiere hacer spoiler del resultado final de 13 minutos de cortometraje realizado a cuatro manos.

«Grabábamos los dos, pero normalmente él [Sampliner] era el operador de cámara y yo hacía la dirección sobre el terreno, le decía qué era importante rodar. Yo estoy acostumbrado a hacer la parte visual y fue una paradoja interesante no hacerme cargo de lo que sé hacer», bromea el fotógrafo, para quien la incursión en el mundo audiovisual ha sido un «aprendizaje bestial» ya que «puedes ir psicológicamente mucho más allá que con la fotografía, al menos con este esquema de centrar la historia en una persona que persigue su sueño y que mantiene un conflicto generacional».

El cortometraje se ha presentado en el festival de nuevos realizadores de Middlebury, en Vermont (EE UU) y prepara ahora su recorrido por otros festivales y su estreno en Barcelona.