Finca Cor Vi, del vino blanco a la bobal. información

Patrimonio de la viticultura ibérica y mediterránea, el prestigio de la garnacha ha crecido con el de las regiones que la cultivan -incluidas las de Francia, paradójico líder mundial de la variedad- o el de las bodegas que la elaboran -cooperativas, muchas veces-, vinculadas durante décadas a los graneles y al vino peleón. Un magnífico ejemplo es Bodegas Paniza, fundada en 1953 en el pueblo aragonés del mismo nombre como Cooperativa Vitivinícola de Nuestra Señora del Águila. Los pasos más significativos hacia su modernización los dio en 1982 -automatizando el embotellado- o en 1996, con la construcción de una nave de crianza: los rudos vinos «de cooperativa» iban quedando atrás. El gran salto lo dio de 2007 a 2014, con una completa renovación de su imagen y sus instalaciones que pisó el acelerador en 2015, cuando se iniciaron las obras de un nuevo edificio con vocación emblemática y vanguardista. Paniza está cerca de Cariñena, a cuya DO se acogen los vinos de su cooperativa.

Casi 3.000 hectáreas de viñedo le dan al catálogo de Bodegas Paniza, con 360 viticultores, una gran diversidad y entre sus referencias nos quedamos con los garnachas más ilustres. Paniza From Slate -o «de pizarra»- procede de viñedos de suelo pizarroso que aportan una elegante mineralidad. Sobre ella se expresan las notas varietales de frutos rojos y los toques achocolatados de una crianza de tres meses en barricas de roble francés. El Paniza Última Garnacha se llama así porque lo elaboran con la vendimia de las parcelas más altas, que se deja para el final de la campaña. Criado -6 meses- en roble francés más tostado que el del Slate, incorpora sofisticadas notas de almizcle o cedro y una notable finura en la boca. Tampoco está nada mal el Viñas Viejas de Paniza, con un papel más secundario para la madera. Cuesta unos 8 euros y los otros dos, unos 14. Bodegas Paniza también cultiva y elabora syrah, tempranillo o cabernet sauvignon.Bodegas Care y Marco Real

Otra bodega cariñenense, entusiasta de la garnacha, es Care, cuyo nombre alude al de Cariñena y a los rostros que ilustran sus etiquetas firmadas por distintos artistas contemporáneos. Este verano les recomendábamos su garnacha blanca y, a medida que el otoño va tomando posesión del calendario, sus tintos se van haciendo de lo más atractivo. Destaquemos el Finca Bancales 2016, procedente del viñedo más viejo de Care: su cara seria. Los 12 meses que pasa en roble francés aportan notas especiadas y tostadas a los aromas de frutos rojos y negros, así como una tanicidad bien domada. Care Garnacha Nativa 2018 es más jovialmente mediterráneo y está hecho con garnachas de parcelas más jóvenes, con una crianza de 8 meses en roble americano: potencia frutal en nariz y en boca, con toques de cacao y café. Con un 25% de syrah y un par de meses en barrica francesa, el Tinto sobre Lías 2019 es una opción más informal. Care nació en el 2000 con vocación de liderazgo en el vino de Aragón, desde donde la garnacha «partió al resto de España y del mundo».

La garnacha, combinada con tempranillo y graciano, tiene también que ver con la expansión de Marco Real desde Navarra a Rioja y con su apuesta por los vinos orgánicos. En efecto, ese es el coupage de Marco Real Organic Wine 2018, con certificado de agricultura ecológica y en sintonía con el estilo riojano. Es fresco y frutal, con un toque de barrica, hecho, en todos los aspectos -también en el precio, que no supera los 10 euros-, a la medida de un público juvenil y receptivo al slogan «conéctate a lo natural». Marco Real Organic Wine ha seguido las directrices del nuevo enólogo de la bodega, Kepa Sagastizábal, que se incorporó en noviembre pasado a la dirección técnica de la empresa. La familia Belasco es propietaria de Marco Real y Señorío de Andión, en Olite, donde ha desarrollado una completa gama de vinos con DO Navarra. Desde allí se ha expandido a Rueda, Rías Baixas o Ribera del Duero.Pasión Cuvée Rosado, con garnacha

La puesta en valor de la bobal en Utiel-Requena ha seguido un proceso similar al de la garnacha y a él se ha sumado Finca Cor Vi, un proyecto consagrado a los vinos blancos durante sus diez años de vida. Su artífice, Luis Corbí, que ha venido trabajando con las variedades riesling, viognier y versat, lanza ahora su primer tinto. Maloco 2019 es un bobal criado durante 4 meses en barricas nuevas de roble francés, más otros dos en huevos de arcilla, en esa línea que evoca los matices terrosos de los vinos antiguamente conservados en tinajas, junto a una potencia frutal decididamente contemporánea. Aunque la bodega está en el parque natural de las Hoces del Cabriel, en la pedanía requenense de Los Isidros, Maloco está acogido a la DO Valencia. Otra seña de identidad de Cor Vi es su militancia ecológica.

Un buen exponente de la bobal es Sierra Norte, que dedica a esa cepa el varietal más exitoso de su exitosa gama Pasión. Ahora la amplía nada menos que con un cava, a partir de un viñedo ecológico de 30 hectáreas en la aldea requenense de Calderón con distintas variedades. Con chardonnay, macabeo y xarel·lo se elaboran el Pasión Cuvée Brut Nature recién lanzado y el Pasión Cuvée Reserva, con algo más de crianza, que saldrá este mes al mercado. Al Pasión Cuvée Rosado, cuya aparición está prevista para marzo, Sierra Norte le destina las dos variedades tintas de este viñedo: garnacha y pinot noir. De momento, el Brut Nature es un espumoso frutal y fresco, con notas de bollería y una elegante cremosidad tras 9 meses de crianza. La subgama Pasión Cuvée es la primera incursión en el mundo de los espumosos de una bodega que nació hace 20 años y está presente en las DDOO Utiel-Requena, Valencia, Jumilla y Alicante, así como en la IGP Vino de la Tierra de Castilla.

A todo esto, la giró de La Marina -confundida una y otra vez con la garnacha- también renace: pronto les hablaremos de cómo la interpreta Pepe Mendoza.