En 1806, Francisco Javier Balmis (Alicante, 1753- Madrid 1819) hizo parada en Cantón y Macao en el viaje de vuelta de la misión filantrópica que le llevó a Filipinas con la vacuna de la viruela. Los esfuerzos por propagar dicha vacuna en las dos ciudades que no estaban previstas en su recorrido, llevó a que el médico alicantino volviera a España con una colección de 230 dibujos chinos de plantas medicinales que le regalaron en agradecimiento a su labor.

Consciente de que tenía en sus manos auténticas joyas científicas, pero también artísticas, decidió donar las 230 láminas al Jardín Botánico de Madrid en 1815. Desde entonces, este conjunto de dibujos realizados en papel de algodón permanecen custodiados en el archivo de esta institución dependiente del CSIC y nunca se habían mostrado públicamente.

Hasta ahora, cuando el Jardín Botánico ha organizado la exposición Entre Manila y Cantón. Arte botánico en Asia en el Real Jardín, en la que reúne 74 dibujos de plantas seleccionados de tres expediciones españolas realizadas a Asia entre finales del siglo XVIII y principios del XIX: la de Juan de Cuéllar en 1975; la de Malaspina, entre 1789 y 1794, y la de Balmis en 1806.

De los 74, 25 se han seleccionado entre los 230 procedentes de Cantón donados por el médico y militar alicantino. «Es la primera vez que se exponen de esta manera; solo se han mostrado dos dibujos sueltos en el Palacio Real hace unos años», apunta Esther García Guillén, comisaria de la exposición.

Estos dibujos, todos ellos anónimos, incluyen los nombres de las plantas en caracteres chinos y su correspondiente transcripción fonética. «Son muy interesantes y casi todos son de plantas medicinales; hay algunos de plantas comestibles, pero generalmente se utilizan también en los tratados medicinales chinos». Cúrcuma, laminaria japónica (alga bioconcentradora de yodo que aún hoy se utiliza), regaliz o peonía, son algunas de ellas.

Esta exposición, que se podrá ver hasta el 8 de diciembre, se centra en las colecciones de dibujo asiático del Jardín Botánico «porque normalmente las colecciones más llamativas son las de las expediciones científicas a América». Además, durante la preparación de la muestra Balmis tomó protagonismo al dar su nombre a la misión del ejército para controlar la propagación del coronavirus. «Nos hemos pasado toda la pandemia pensando en Balmis y trabajando con Balmis», asegura García Guillén.

Además de la colección de dibujos, una parte documental destacada de la historia de la expedición del médico alicantino se custodia en el Jardín Botánico. Gracias a esta documentación, que se conserva en el archivo, la biblioteca y el herbario, se puede conocer mejor su labor investigadora.

Entre ese fondo, se encuentra el expediente sobre la solicitud de Balmis de raíces de agave y begonia que le servirían para publicar en 1794 su Tratado de las virtudes del ágave y la begónia, de las que destaca su eficacia para lo que él denomina «curación del vicio venéreo y escrofuloso», es decir, infecciones de transmisión sexual.

Otra unidad de investigación del Real Jardín Botánico donde aparece el médico alicantino es en el herbario del centro. En ese espacio se conserva un pliego de la expedición de la Nueva España con un ejemplar tipo de Begonia balmisiana, que le fue dedicada al médico por sus estudios sobre esta especie.