«Esta película fue un acto de fe. Mi padre se moría y quería hacer algo por él. Sé que me van a mirar por ser su hijo pero me da igual. Lo hago de corazón, por él y por el público que pueda tener la película. Y estoy satisfecho», aseguró ayer rotundo Alejandro Ibáñez Nauta, director de Urubú, que abrió ayer la sección oficial de largometrajes a concurso del Festival de Cine de Alicante.

Urubú es un thriller con dosis de terror rodado en la selva amazónica, adonde se adentra una familia en busca de una rara especie de pájaro, el urubú albino, y allí vivirá su peor pesadilla. Pero Urubú es, ante todo, «un homenaje al cine de mi padre –Narciso Ibáñez Serrador–, esa es realmente la intención», declara el director de una película llena de referencias a ¿Quién puede matar a un niño? –en la que a su vez Chicho homenajeaba a Hitchcock–, y con numerosos guiños a su progenitor, desde la presencia del actor José Carabias en la cinta (fijo en el Un, dos, tres) hasta la participación del propio Alejandro como actor en la suya, como hacía su padre en la propia, y el reflejo de su estilo de cine de terror psicológico.

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INFORMACIÓN El director de Urubú, Alejandro Ibáñez.

El gran maestro del suspense no llegó a ver la película acabada, ya que falleció en junio de 2019, y no supo nada del rodaje hasta que concluyó: «No quería decirle que iba a hacer una película por dos motivos: primero, porque me habría mandado a la mierda y no me habría dejado hacerla –bromea el director– y segundo, porque se habría querido venir con nosotros y hubiese muerto de pena de no poder acompañarnos. A la vuelta de Brasil le conté todo y se sorprendió gratamente, aparte de llamarme de todo menos bonito, pero le enseñé algunos cortes, el tráiler y le gustó, dijo que estaba orgulloso».

Ibáñez convivió en casa con el cine de terror desde niño y, a pesar de haber rodado documentales anteriormente, se decantó por el género en su debut en la ficción: «Nos hemos criado entre historias de terror que mi padre contaba o alquilando películas de género en el videoclub. Estoy acostumbrado a este cine, es lo que a mí me gusta también, prefiero el terror al drama, y es el legado que ha dejado mi padre», destaca el director, que cree que, por este motivo, la gente mayor de 40 o 50 años es más receptiva a la película «porque es un cine que conoce. Las películas de mi padre tampoco eran del género convencional. En las de hoy hay mucha sangre y violencia, pero mi padre era muy sutil con eso, iba más al terror psicológico. Los jóvenes buscan un cine más rápido de acción, más información en poco tiempo. Y esta película no es eso, es ni hay sustos, ni tetas, ni sexo».

«Fuera de España la película funciona mejor porque la sombra de mi padre no es tan alargada»

Alejandro Ibáñez no dudó en buscar el escenario idóneo a más de 7.000 kilómetros de distancia para ubicar su historia, la selva amazónica, donde el equipo rodó durante siete semanas, más una semana en Manaos. «Era un terreno que conocía por los documentales, nadie rueda allí y el Amazonas es un escenario estupendo para cualquier película, sobre todo de género. Sabíamos a lo que nos enfrentábamos y nos tiranos a la piscina», relata el realizador, que aclara que si nadie rueda allí es porque «estás en lucha constante con la climatología, con los insectos, los cambios de luces, las lluvias, el río que sube metro y medio todas las semanas... Es una carrera contrarreloj».

Para los actores y actrices del filme, el rodaje fue complicado y placentero a partes iguales. El protagonista, Carlos Urrutia, apunta que la experiencia fue «un subidón de adrenalina constante. Prácticamente toda está rodada en exteriores y hoy ya nadie se atreve a hacer eso. Todos los días llovía y hacía sol, una humedad terrorífica. Pero el director sufría lo mismo que el ayudante de producción y el resto del equipo». 

Para la actriz Clarice Alves ha sido un rodaje «duro, no había nada de confort, hemos dormido en hamacas construidas para la película, pero lo disfruté muchísimo. Todo lo que vivíamos allí nos colocaba en la situación del personaje y ayudaba para contar lo que teníamos que contar en la historia y se agradece la oportunidad de la experiencia».

Rodar con padre e hijo

Más leve fue el paso fue Carabias (el popular Luis Ricardo en Un globo, dos globos tres globos y para quien esta es su película 33) que solo rodó en Manaos «y aun así he visto bichos de mi tamaño, pero yo no habría podido aguantar lo que aguantaron ellos», reconoce, tras recordar haber rodado con el padre, el abuelo y el tío de Alejandro y apuntar que «él y su padre no tienen nada que ver, solo se parecen en el genio al trabajar».

Urubú es una de las seis películas a concurso en el festival alicantino, pero ha pasado ya por 17 certámenes y logrado 7 premios, el último en Manchester. «Fuera de España está funcionando mucho mejor, quizá porque ¿Quién puede matar un niño? no es tan conocida, la sombra de mi padre no es tan larga, fuera no es la película del hijo de Chicho y compite igual con las demás. Aquí tenemos ese hándicap, tanto en lo positivo como en lo negativo, por ser quien soy, y se ve de diferente manera», concluye el director.