El viernes presenta en Elche el documental Manolita, la Chen de Arcos en el que cuenta el proceso de adopción que atravesó Manuela Saborido como primera madre transexual en España.

¿Por qué ha considerado necesario recuperar su historia?

Es una historia que se rodó entre 2014 y 2015 y me parecía que es la típica historia que si nos la trae un documental de Inglaterra o de Francia en Neflix, la vemos. En España también tenemos casos insólitos y admirables que se pierden. La historia de Manolita me parecía interesante desde un punto de vista que abarca todo. Fue la primera madre trans que adoptó, pero también es descubrir a una mujer que en los años 80 era empresaria, y si ya era difícil para una mujer cisgénero, era mucho más para una mujer trans que además vivía en un pueblo de Cádiz. 

¿Cómo reaccionó Manuela al mostrarle su interés por hacer un documental sobre su vida y sus logros sociales?

Conseguí su teléfono y la llamé para explicarle el proyecto. Lo primero que le dije fue, mira Manolita, yo también soy una mujer transexual. No voy a hacer nada desde un punto de vista morboso. Hemos estado muy mal expuestas en los medios mucha veces, mal tratadas, pero esto se va a hacer desde la hermandad, entre amigas. Estuvo de acuerdo porque era un documental que pretendía reivindicar su valentía, estaba contenta y encantada. 

¿Qué significa para usted que cinco años después sigan llamándola desde festivales como Diversa para proyectarlo? 

Para mi es una alegría en el sentido de que no es un trabajo que ha caído en el olvido. Lo produje por el gusto de contar esa historia. Alaska la entrevistó en el 87 y recuerdo que le conté que me apetecía hacer un documental para contar cómo veía Manolita la evolución que había vivido el país. Me dijo que no me lo pensara y lo hiciera porque a veces las personas son mayores y puede fallar algo o pueden fallecer y la historia ya no se puede hilar del mismo modo. Lo costee yo y no es una gran superproducción, pero es digno y prevalece la importancia de la historia. 

"Los medios hacían humor a costa del sufrimiento de personas trans. Series como Veneno ayudan ahora a una visibilidad positiva"

¿Cree que en este país ya está normalizada socialmente la adopción por parte de personas transexuales?

Socialmente hoy está más aceptado que ayer y menos que mañana. La sociedad está cada vez más preparada para ello y poco a poco empieza a haber referentes positivos. La sociedad ha avanzado más rápido en este país que las leyes. 

En el ensayo Vestidas de azul, analiza el documental del mismo nombre grabado en el 83 en el que, por primera vez, se abordó la transexualidad en una España en Transición. También el tratamiento que el cine y los medios ofrecían sobre el colectivo, a menudo peyorativo o cuanto menos, hostil. ¿Es algo del pasado o sigue ocurriendo?

Es algo que ha estado ocurriendo hasta hace cuatro años. En 2016 recuerdo una serie española en la que aparecía un personaje trans que era bochornoso. La ficción, no solo en España, sino en el mundo, tanto en el cine como en la televisión, se han portado muy mal con el colectivo trans, salvo en documentales y programas informativos. Se trataba de hacer humor a costa del sufrimiento, no lograban que la gente empatizase. Ahora hay visiones en positivo. La serie Veneno consigue que la gente empatice, estamos en un cambio en positivo. 

Ahora está participando en la grabación de Ellas, un documental que repasa la vida de cinco mujeres transexuales en la actualidad. ¿Es necesario seguir dando voz al colectivo?

Sí, es necesario. Yo misma hace un tiempo hubiera pensado que estaba todo visibilizado, pero al final proyectos como ese lo acaba viendo una persona de 14 años que se agarra al testimonio de una de las participantes y encuentra un referente, un salvavidas. Quizá en diez o quince años no sea necesario, pero ahora sí. Hemos pasado de estar mal vistas y mal contadas y ahora estamos empezando con series internacionales como Transparent, Euphoria, Pose u Orange is the new black, y nacionales como Veneno, que cuentan con personajes trans muy bien tratados. Todo eso es remar en positivo y genera una visibilidad positiva. Un proyecto como Ellas es necesario, está muy bien hecho. Hablamos de la familia, del amor, del trabajo o de la infancia vistos desde nuestros ojos. 

¿Cree entonces que la "T" sigue siendo la gran olvidada, o quizá menos visibilizada, del colectivo que se agrupa en las siglas LGTBI+

No es la más olvidada pero sí la más desfavorecida. Todos los colectivos se han dado cuenta de que la T es la mayor injusticia. Los gays, bisexuales o lesbianas pueden ocultar su condición sexual, pueden verse menos expuestos o ser más invisibles, pero con la transexualidad no puedes ocultar los cambios y tienes que enfrentarte a ello en tu trabajo, con tu familia, con tus relaciones... La transexualidad tiene una visibilidad que se acaba castigando y está más estigmatizada. 

"Manuela Saborido no solo fue la primera mujer trans que adoptó un hijo, sino una valiente que consiguió ser empresaria en los 80 en un pueblo de Cádiz"

Hablando de memoria histórica trans, ¿qué proyecto le gustaría hacer?

Ahora mismo he terminado un libro que se publica en diciembre que se llama Libérate. Recopila mini biografías de personajes que abrieron camino en la cultura LGTBI+ desde el espectáculo, desde el cine o la música. Son transformistas o vedettes de los 70 y 80 e incluye historias como la de Juan Gallo, un transformista que imitaba a Lola Flores, o Paco Clavel o Carmen de Mairena. Cuando mueren no hay obituarios que repasen esas vidas, que han sido currantes que han recorrido cabarets de toda España. Este libro tiene un poco de memoria histórica a través de referencias a estos artistas. 

Daniela Santiago caracterizada como 'La Veneno'. EP

¿Le ha sorprendido la repercusión de la serie Veneno creada a partir de su biografía sobre Cristina Ortiz

Me sorprendió y no porque no creyese en el proyecto, sino porque fuese tan buena la acogida. Ha sido desbordante. Ha conseguido conectar con gente de 15 años y gente de 50. No es un producto de nicho hecho para el colectivo LGTBI, sino para todo el mundo y gente de todas las edades. Además ha estado muy bien hecho en todos los sentidos, producción, guion, interpretaciones... creo que el boca a boca ha hecho mucho por su éxito. 

¿Qué ha significado para usted cruzarse en la vida de Cristina Ortiz? 

Cristina era alguien que yo admiraba desde que la veía por la televisión y transmitía un mensaje de problemáticas como el maltrato infantil, el acoso en los pueblos o injusticias laborales. Ella no iba de justiciera, pero sí contaba una problemática de la que no era consciente, y lo contaba con gracia y con su verborrea, pero detrás había un mensaje. Cuando yo la conocí no estaba en un buen momento mediático y con su biografía quería que la gente entendiera a la persona y no viera solo el personaje. Es una amistad que surge desde la admiración, pero hice buen química y ella necesitaba que alguien la escuchara. Fue una admiración sincera.

Fotograma de la serie 'Veneno'.

¿Qué le parece la adaptación de la biografía Ni puta ni santa a la serie de Los Javis?

Está muy bien hecha. No dejas de ver las luces y las sombras. No es un biopic al uso, cronológico. Está muy bien tratada y consigue empatizar, y eso era algo muy difícil porque Cristina tenía muy mala fama. 

¿Es consciente de que se está convirtiendo, o se ha convertido ya, en un referente de mujer transexual con un trabajo normativo y éxito profesional? 

Puede serlo porque me lo dicen. Cada diez días me lo dice alguien. Me escribe mucha gente joven y me emociona. Gente de 15 años que me dice que quiere escribir o ser periodista. A veces los medios nos han vendido que tenemos que ser super modelos o estar destinadas a la marginación. Yo no me considero una referencia. Cuando escribo un libro o un documental intento que tenga una implicación, pero no pensando en si puedo ser un referente. 

En algunas comunidades autónomas y debido a la presión que ejercen partidos de ultraderecha se está obligando a pedir autorización a los padres para poder hablar de derechos LGTBI+ en las aulas. ¿Están en peligro los derechos conseguidos por el colectivo?

Están tambaleándose, pero ojo, que siempre han estado así. Cuando este país despenalizó la reasignación sexual, que fue en el 83, incluso el derecho al divorcio estuvo por delante, el partido de la oposición, Alianza Popular, alegó que no podía ser que alguien pudiera hacerlo para librarse de la mili. Ya en ese momento se utilizaban argumentos absurdos con tal de tirar abajo esos derechos. Hoy en día también se utilizan teorías absurdas. Pero el colectivo se ha hecho grande y fuerte por la gente que lo acompaña, como familias, parejas o un entorno que los apoya y no van a permitir que se pierdan derechos. Lo van a intentar, pero no lo van a conseguir, aunque nunca hay que bajar la guardia. 

¿Con qué proyecto profesional sueña Valeria Vegas?

Me gustaría poder seguir llevando a cabo proyectos de ficción, series de entretenimiento con un trasfondo educativo, aunque eso depende de los productores. Es un buen momento porque la gente está preparada. Estoy muy conforme con todo lo que he hecho y espero poder seguir en televisión, radio y en prensa.