«El gran referente del arte contemporáneo alicantino Eduardo Lastres ha fallecido hoy al mediodía y su familia lo ha enterrado en el panteón familiar, en el cementerio de Alicante». Ésta es la nota sobre la defunción del artista plástico Eduardo Lastres que apareció recientemente en las redes sociales. Todo un bulo, pues el escultor, pintor, fotógrafo, grabador, ceramista y dibujante (practica múltiples facetas artísticas), está vivo y «coleando», aparte de que ni siquiera tiene panteón familiar. Hace una semana cumplió 74 años y recibió múltiples llamadas de felicitación a la vez que de curiosidad tras su muerte falsa. La necrológica fue difundida en dos de las redes de comunicación más populares, plataformas que se han convertido, según los sociólogos y psicólogos consultados, en altavoz de los bulos. Tampoco son raras, ya que se aproxima el día de Todos los Santos, las esquelas falsas de personas vivas como amenaza o broma de mal gusto.

Los falsos rumores siempre han existido pero ahora se propagan en número y rapidez también por la mensajería rápida (whatsApp) y las llamadas de móvil. Esto es lo que le pasó también días atrás a José Manuel Varó, fundador del restaurante El Maestral, padre de la nueva cocina alicantina, ganador de la primera estrella Michelin que cosechó la restauración de la terreta y premio Maisonnave. La confusión, por la coincidencia de su apellido, con otro Varó que fallecía en un municipio de la provincia, provocó una cadena de malentendidos sobre este óbito que se extendió, como un dominó, entre sus conocidos. «Es un bulo, una mala jugada», dijeron desde el entorno del cocinero, de 81 años, que se protege en su domicilio del covid pero se encuentra bien. En este caso el altavoz de la noticia fueron innumerables llamadas telefónicas.

Esculturas en el cementerio municipal de Alcoy. | JUANI RUZ

Al artista Eduardo Lastres la noticia de su muerte falsa le provocó sentimientos contradictorios. Por una parte, «comprobé las consecuencias que pueden originar las noticias falsas, empezando por el berrinche de las personas queridas», y también «me hizo meditar sobre las reacciones cuando se produce un óbito». El artista cree saber quién las publicó, una persona del ámbito artístico, que suele loar su trabajo, ya que retiró la nota de las redes. En caso de que sus sospechas fueran ciertas, le sorprende porque «es como si quisiera matar al padre, a ver qué consecuencias tiene, como una performance». Aunque afirma que no afectó a su sensibilidad, sí pensó que podía perjudicarle profesionalmente a la hora de contar con él «o de cara a las instituciones que puedan tener trabajos conmigo».

¿Por qué publicar estas noticias falsas? La psicóloga Teresa Marín afirma que las «fake news» existen desde el inicio de la humanidad y que las personas narcisistas son las que mueven los bulos. «Todos nos creemos más listos de lo que somos. Cuando nos llega una información nos creemos unos privilegiados, y la expandimos rápidamente para ratificar que somos más listos y aumentar nuestro ego». La experta también hace hincapié en que las personas con nivel cultural contrastan pero en épocas de desazón, incertidumbre o miedo como la actual, con la pandemia, el cerebro baja la guardia.

El doctor en Sociología de la Universidad de Alicante Liberto Carratalá señala que «esas cosas, como la muerte de alguien que no es así, son bastante típicas de la arqueología del bulo. No es nada nuevo», dijo, y puso como ejemplos, las mentiras para desacreditar a los emperadores en el Imperio romano; los bulos en los pasquines del siglo XVI; y las gacetillas para difundir «chismes» en la Francia de los siglos XVII y XVIII. Ahora las redes sociales «multiplican los bulos en número y rapidez, y llega a ser preocupante porque afecta a las personas implicadas».

La profesora de Sociología de la Universidad de Alicante Elena Llorca apuntó que el engaño es inherente a las personas desde los albores de la humanidad pero ahora las redes actúan de altavoz, «y cualquier mentira puede alcanzar una magnitud tremenda». Ambos expertos hablaron de la desinformación y las «fake news» para manipular estados de opinión en momentos como la campaña electoral de EE UU en 2016, el Brexit o el conflicto catalán, y de la proliferación de las fact-checking, empresas que se dedican a verificar discursos y desmontar bulos. Apelan al pensamiento crítico para discernir lo certero de las falsedades.