El legendario actor británico Sean Connery, conocido sobre todo por sus interpretaciones como James Bond, murió a los 90 años, según informó ayer su familia a la BBC.

Su único hijo, el también actor Jason Connery, declaró a la BBC que su padre llevaba «mal un tiempo», y que murió durante la noche acompañado por su familia en Nassau, en las Bahamas.

«Es un día triste para todos los que conocían y querían a mi padre, y una triste pérdida para toda la gente que disfrutó del don maravilloso que tuvo como actor», agregó.

Connery (Edimburgo, 1930) era uno de los rostros más reconocibles de la gran pantalla desde que en la década de 1960 y 1970 interpretase hasta en seis ocasiones, al agente secreto más famoso de la historia.

Ese papel, y el magnetismo canalla con que lo interpretó, situaron al actor como uno de los hombres más deseados del mundo y como uno de los grandes iconos de la masculinidad en la segunda mitad del siglo XX.

A lo largo de los años 70, su presencia se hizo habitual en algunos de los filmes de aventuras más recordados de aquella década, desde el explorador que acompañaba a Michael Caine en El hombre que quiso reinar (1975) al Robin Hood de Robin y Marian (1976), pasando por la epopeya orientalista de El viento y el león (1975).

Sin embargo, tras esa etapa como hombre de acción, el reconocimiento de Connery como actor explotó tardíamente, cuando protagonizó una serie de taquillazos a finales de los años ochenta.

Su interpretación de un duro y veterano policía en la película Los intocables le dio su único premio Oscar, como mejor actor secundario, en 1987.

Además de esa película, otros papeles como el de padre de Harrison Ford en Indiana Jones y la última cruzada (1989), o el de capitán de un submarino soviético en La caza del octubre rojo (1990) cimentaron su prestigio entre las nuevas generaciones, sin perder un ápice de su magnetismo.

Carismático y de fuerte personalidad, en 1989, cuando tenía casi 60 años, la revista People Magazine le nombró el «hombre vivo más sexy», lo que el actor se tomó con humor: «Bueno, no hay muchos hombres muertos sexis, no?». Hijo de un camionero y una limpiadora, Connery, que celebró sus 90 años en agosto, se retiró de la actuación en 2006 y de la vida pública en 2011, para disfrutar de un retiro dorado en las Bahamas.

Independentista escocés

Muy implicado en la causa independentista escocesa, aprovechó momentos como la ceremonia en la que la reina Isabel le nombró caballero, en la que apareció con falda escocesa, para reivindicar sus orígenes.

La ministra principal de Escocia, la nacionalista Nicola Sturgeon, se mostró en Twitter «desconsolada» por la muerte de «uno de los hijos más queridos de nuestra nación».

«Fue una leyenda global, pero, ante todo, un escocés patriota y orgulloso. Su imponente presencia en la apertura del Parlamento escocés en 1999 mostró su amor por su país de nacimiento. Sean Connery fue un defensor toda su vida de una Escocia independiente y quienes compartimos esa creencia tenemos una deuda de gratitud con él», dijo.

En el ámbito privado, se casó dos veces, primero con la actriz australiana Diane Cilento, con quien tuvo a su único hijo, Jason Connery, y de la que se divorció en 1973, tras lo que contrajo matrimonio con su actual pareja, la artista francesa Micheline Roquebrune.

Su vida tampoco estuvo ausente de polémicas como cuando en los 60 afirmó en una entrevista con la revista Playboy que veía bien pegar a las mujeres «si todas las demás alternativas fallan y ha habido muchas advertencias», unas declaraciones que posteriormente repitió.

En 1999, después de que Connery vendiera su finca de Marbella, él y su segunda esposa, Micheline Roquebrune, fueron investigados bajo la sospecha de haber defraudado a la Hacienda española unos 5,5 millones de libras (6,1 millones de euros).

Un caso por el que el intérprete, al contrario que su esposa, Micheline Roquebrune, no fue procesado.

«Malibú», en Marbella, la conexión del actor con España

Sean Connery mantuvo una larga relación con Marbella, donde poseyó la finca «Malibú», en la que pasó temporadas. En los años 70, cuando esta localidad malagueña había dejado de ser un pueblo pesquero y empezaba a recibir a celebridades internacionales, Connery, adquirió esta lujosa casa en primera línea de playa, que mantuvo hasta finales de la década de los 90. El actor relataba a medios de comunicación que cuando llegó por primera vez a Marbella se quedó «impresionado» por un lugar que, «por su sencillez, era un sitio maravillosamente armónico para vivir».