Decir que la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos ha superado la prueba con nota es una realidad, en una edición en la que el viento soplaba en contra. Con los aforos reducidos al 50 por ciento, la mayoría de encuentros tamizados por el plasma, la ausencia de autores que no han podido desplazarse hasta Alicante o la suspensión de la reunión de traductores, la Muestra ha dejado claro que puede y debe seguir adelante. Aunque, eso sí, tendrán que replantearse los cambios que la situación ha propiciado porque algunos han llegado para quedarse.

«Todos los festivales van a tener que empezar a pensar en hacer cosas que han sido provocadas por una tragedia, pero que van a ser muy útiles», aseguró este viernes Guillermo Heras, director de este encuentro, al realizar el balance de esta 28 edición que acaba esta noche. Por ejemplo, el uso de las comunicaciones en línea a través de plataformas. «Igual hay que plantearse para el año que viene el uso de este formato virtual, aunque sigo creyendo que la auténtica fuerza de las artes escénicas es en vivo y es nos va a costar unos meses recuperarlo», apuntó. No obstante, «nos puede servir para hacer proyectos con Latinoamérica, para poder encontrarnos con autores de ese continente que están haciendo un trabajo extraordinario».

La ocupación, a pesar de las restricciones, ha estado prácticamente a la altura de otros años. «Está claro que hay un público fiel que nos sigue y hasta hemos tenido que cortar la venta de entradas por capacidad, aunque es cierto que hay un público de edad mayor que aún tiene miedo a salir. Eso hace que nos tengamos que replantear estrategias de comunicación para volver a calmar ese desasosiego».

Otro debate que ha abierto la pandemia en esta edición es el tema de los horarios de las representaciones, algo que Heras planteará en la reunión del patronato de la Muestra, que ha fijado a finales de febrero. «Me voy a tomar tiempo para pensar porque puede haber surgido la necesidad de modificar los horarios; se va a producir en la sociedad española un cambio de tendencia provocado por la obligatoriedad de las horas de cierre».

En su «obsesión» por la descentralización de espacios, defiende el CSC Gastón Castelló «que hemos recuperado este año» y considera que sería un lugar «estupendo» para que «las autoridades alicantinas se lo planteen como un lugar de residencia para una compañía alicantina». En su opinión, de los 800 teatros públicos que hay en España «muchos son esculturas o hacen muy poca programación y creo que la Muestra tiene que seguir siendo un lugar de reflexión y debate».

Nuevos lenguajes

La llegada de nuevos lenguajes se convierte ya en una necesidad y algo a lo que mirar para la próxima cita. «Hay que hacer un esfuerzo para que espectáculos que han dado un paso adelante, sin ser una cosa frívola, tengan cabida: transdramaturgia, mestizajes, todo lo que de alguna manera sea experimental con fundamento, y ahí creo que la dramaturgia va a a poder abrir una posibilidad de investigación. Ojalá por medios y por presupuesto podamos traer cosas así», en referencia a que la dotación se congeló hace cinco años. «Lo importante es ver qué heridas, qué cicatrices, qué secuelas nos va a dejar todo esto, y a partir de ahí los dramaturgos van a poder investigar».

Para Guillermo Heras, cada vez va a haber una mayor distinción entre el territorio «de un teatro del ocio» y «un teatro del pensamiento» con el que «va a ser más importante luchar». «Ahí es donde yo creo que vamos a tener un núcleo de ciudadanos que va a seguir apostando por el teatro; y va a haber un teatro que, lo siento mucho, no va a tener sentido».

Para el futuro, destacó que hay que apostar más por el teatro de calle. «Es un género que se ha tratado un poco como supervivencia, pero me gustaría convocar a diez dramaturgos, por ejemplo, y que hicieron algo para la Concha de la Explanada».

En la pospandemia, destacó, «va a haber una responsabilidad por parte de las administraciones para pensar cuál es su papel».

Como deseo de futuro: «Me gustaría pasar del lema de este año Memoria sin olvido a Presencias sin ausencias».