«Yo creo que el teatro es libertad, pero la libertad, según el Evangelio, no es posible sin la verdad. Sin verdad, no hay libertad». Sobre esa premisa, escribió el dramaturgo Manuel Molins Poder i santedat (Els Àngels de Sodoma), obra que llega hoy al Teatro Principal de Alicante (20 horas) y con la que, asegura, nunca pretendió montar ningún escándalo. «Mi teatro es un teatro documentado, no documental; todo lo que digo está perfectamente documentado, no hay nada escandaloso».

Sin embargo, antes de que se estrenase el pasado mes de octubre en el Teatre Principal de València, producida por el Institut Valencià de Cultura y la Diputació de València, ya cargaba con una denuncia de la asociación Abogados Católicos, apoyada por Vox, y de unas duras acusaciones del arzobispo de València, Antonio Cañizares.

Tan solo por el cartel, en el que aparece un imagen del Papa dando un beso a un niño. «Está basado en una fotografía normal, es más bien un escándalo político», afirma el escritor que estudió en un seminario -«y estuve a punto de ordenarme»-, se declara católico y tiene amigos obispos. «Otra cosa es que eso me lleve a no criticar un estado como el Vaticano, pero esta obra no interesa porque no solo analiza la situación, sino que apunta un camino diferente».

La obra, Premio Octubre de Teatro Pere Capellà 2017, se centra en el juicio a un joven, Lucho Pacelli, de familia rica y vinculada al Vaticano, que antes de ser ordenado sacerdote empieza a investigar y descubrir, junto a un grupo de amigos, entre ellos una teóloga, corrupción, abusos y pederastia. «La historia se sitúa en el Vaticano como podría situarse en otro lugar porque la homofobia, la corrupción y la pederastia no se dan solo ahí, pero ese Estado «es especialmente significativo por ser el centro espiritual del catolicismo mundial», al mismo tiempo que es «un nido de noticias contrarias a la fe y un enjambre de juegos de poder contrarios a la santidad. Acompañamos al joven protagonista en su búsqueda y asumimos los riesgos de la libertad: quizá creeremos menos en el poder y más en la bondad».

Molins, Premi de Honor de las Artes Escénicas en 2018, rechaza que sea una obra religiosa. «Es un espectáculo potente, con una escenografía espléndida, una obra viva que ha conseguido contactar con el público y creo que Alicante se lo merece».

Alicia Garijo, Paco Azorín, Manuel Molins y Abel Guarinos, ayer en el Teatro Principal. | INFORMACIÓN

Una producción «necesaria»

Paco Azorín asume la dirección y la escenografía de esta obra que es «una producción necesaria». En su opinión, «es un teatro difícil, uno de los textos más complejos a los que me he enfrentado, y habla de todo, de la religión, pero también de la vida, de la corrupción, del reparto de poder y la riqueza, de la injusticia... es una obra cameleónica y poliédirca que me produce una fascinación absoluta».

El montaje cuenta con 14 actores y hay músicos y cantantes. «Es un reparto poco homogéneo, transgeneracional, un poco friki; de hecho, los dos ángeles de Sodoma son dos raperos». Para Azorín, que ha realizado una escenografía con una estética contemporánea, «el texto exige un compromiso personal por parte de los actores que va más allá de lo profesional por las denuncias universales que contiene».

Para el director del IVC, Abel Guarinos, las críticas no tienen fundamento porque «hay organizaciones cristianas y católicas que han manifestado estar de acuerdo con la obra». Además, «es un acto de justicia con uno de los dramaturgos más prolíficos e importantes de las artes escénicas valencianas de todos los tiempos. Como es de justicia que este magnífico trabajo pueda ser disfrutado por los espectadores del Teatro Principal de Alicante».