Todo empezó con un sueño y también con la necesidad de ir plasmando reflexiones en papel. Fueron cuatro años, en los que sus pensamientos tomaron forma de escritura. Hace año y medio pensó que con un nexo común podía construir una novela. El resultado es En busca de la irrealidad, que José María Asencio acaba de publicar. Siendo como es juez, cabría pensar que la novela de este alicantino abordaría temas judiciales o estaría cercana a la intriga o al género negro. Pero no. «Ser juez es solo una profesión, no tiene por qué abarcar todos los ámbitos de la vida», asegura Asencio, que ha ejercido como tal en Salamanca, Torrevieja y Barcelona, donde actualmente reside. Y apunta: «Kafka era abogado y si bien plasmó en El Proceso sus críticas al sistema judicial de la época, su obra va más allá, hay una reflexión más profunda».

Así que lo judicial queda lejos de su literatura -terreno en el que se adentró con relatos cortos- en esta novela «que roza el ensayo». «Empecé escribiendo reflexiones sobre los acontecimientos que iba viviendo, durante mi estancia en París y luego en Barcelona, sin intención de que fuera una novela», asegura el también jefe del Área de Relaciones Externas e Institucionales de la Escuela Judicial española. «Hablo sobre el paso del tiempo, la bohemia contemporánea, la normativa restrictiva, la literatura contemporánea, la música o la filosofía existencialista».

Dice que todo empezó por un sueño. Como En busca de la realidad, que comienza con un «Buenas noches» y acaba de la misma forma, dando un sentido circular a la historia. «La novela empieza con un sueño en el que Manuel, un joven escritor que reside en el Raval de Barcelona, idealiza a una chica que a partir de ahí se convierte en hilo conductor».

La portada del libro

La portada del libro

Asencio, consultor internacional y profesor de la Universidad de Barcelona, Autónoma de Barcelona y Abat Oliba CEU, ha querido sumergir al lector en ese sueño, de manera que «no sabe en qué fragmento está, si en el sueño o en la realidad, porque mi teoría es que los sueños y la realidad se fusionan tanto, o incluso son tan complejos de diferenciar, que en ocasiones los sueños pueden tener más fuerza que la realidad».

Autor de varias monografías y artículos jurídicos, destaca que en la novela aparece «una sátira que habita en el anhelo por la nostalgia, por la necesidad de despojarnos de lo inútil para centrarnos en lo que nos mueve y nos conmueve». También hay «cierta» crítica, «no tanto social, que también, sino personal, y me refiero a mí mismo en cuanto parte del conjunto de seres humanos, y también generalizada, para que nos replanteemos ciertas cosas». Y ahonda en el terreno de «los pobres infelices», que «lo tenemos todo, pero afloramos un malestar del bienestar que tenemos, que nos hace convertirnos en seres insaciables que quieren más; es la necesidad de tener necesidades».

En busca de la irrealidad tiene algo autobiográfico, porque «yo creo que cualquier novela es autobiográfica, aunque obviamente hay mucho que no lo es porque la ficción forma parte de la literatura». De hecho, el libro está narrado en primera persona «para captar más al lector y que se identifique con el personaje». El papel de la música en este texto es fundamental «porque la música es lo único que nos puede salvar».

Si mira al futuro, ve una segunda novela, «pero no me gusta la producción en cadena; después de hacer algo hay que sentarse a reflexionar».