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TEATRO CRÍTICA

Fascinante creatividad

El espacio sonoro y la atmósfera escénica refuerzan la inquietante poética teatral de la galardonada labor vista en el Teatre Arniches de Alicante

Teatre Arniches

Este espectáculo visual es una obra de arte. Hay que ver cómo se realiza y lo que sugiere. Porque va más allá de la belleza por importante que ésta pueda ser. ¿Cuál es la diferencia entre un ser humano y un títere? «La respiración», afirma una voz grabada. ¡Vivir! Y eso pese a las dificultades. Imprimir acción a cualquier fantoche es el objetivo esencial de un titiritero. Darle vida hasta el punto de que palpite y logre su libertad. A esa transformación asisten los afortunados espectadores en «He man hé, la mecánica del alma», de Julieta Gascón, José Antonio Puchades (Putxa) y David Maqueda, con un muñeco articulado de tamaño real, movido por los intérpretes-manipuladores de la compañía catalana Zero en Conducta, que merecen un 10 por su delicadeza y la fascinante plasticidad de sus formas corporales y dramáticas, además de acciones dancísticas y acrobáticas como vehículo de comunicación. He ahí la propia Gascón, Jonathan Guisado, Elena Lalucat, Pino Steiner y Putxa con dirección coreográfica de éste y de la primera. El espacio sonoro y la atmósfera escénica refuerzan la inquietante poética teatral de la galardonada labor vista en el Teatre Arniches de Alicante. Pero hay más. La marioneta puede manipular al marionetista. ¿No es también un títere la persona que se mueve automáticamente, en función de directrices muy determinadas? Manipuladores y manipulados en la realidad diaria. Y el instinto de liberación. El personaje corre, nada, se relaciona y sueña para superar miedos y obtener ilusiones. Una copia de él, de pequeño formato, transita por el lenguaje emocional de los movimientos. O uno de los bailarines, con brazos del gran muñeco, manejado por otros dos en una excelente danza que resume el sentido de la obra. El espectador cayó rendido.

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