¿Sacar un disco hoy, en este 2020, es un acto de fe?.

Llevo un tiempo dándole vueltas a ese asunto porque está todo el mundo con ganas de despedir el 2020 y, si fuese una persona, de mandarlo al carajo, pero yo le veo una cara atractiva. Me gustaría reivindicar 2020. A ver, me explico. Es cierto que nos ha arrebatado mucho, que nos ha hecho mucho daño y no nos vamos a olvidar de todo lo que hemos perdido. Pero también hemos reído en algún momento. Poco, pero también nos hemos abrazado. A veces hay que pararse y disfrutar de detalles que parecen pequeñas cosas, pero al final estás vivo, estás bien. Yo creo que, para muchos, 2020 es el año en que mucha gente entendió quién era. No voy a tener miedo o temor al recordar este efeméride, la de sacar un disco en 2020. Soy un defensor absoluto de todo lo vivido este año.

Apuntaba lo del acto de fe porque vivimos un cambio de era. Las películas ya no se estrenan en los cines y no se venden discos.. Artistas de trap presumen de no necesitar una discográfica para ganar dinero con la música: cuelgan sus trabajos en Youtube y en horas tenían millones de reproducciones.

Yo es que lo veo como un acto de romanticismo tremendo. Podría parecer que no casa con este momento o esta época, pero no lo entiendo de otra manera. Entroncándolo con otra cosa que ha dicho, sobre que se puede ganar dinero sin trabajar para una discográfica y que me ha parecido frío, no me gusta ver esto como un producto, como un simple negocio. No estoy aquí para hacer canciones random, publicarlas de una en una y ganar dinero. Ni creo que mis seguidores lo aceptarían. La gente que viene a verme tocar viene porque le gustan mis discos. No lo digo sacando pecho, pero creo que si tengo público en los conciertos es porque quieren escuchar canciones que no han sido singles, pero sí son parte de un disco. Soy consciente de que ya ni siquiera está de moda el formato como CD, que quién me lo iba a decir, pero veo un disco, de principio a fin, como algo atemporal.

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Reivindica 2020. Usted, pese a la pandemia, se mantuvo en la carretera de gira. Entiendo que esa experiencia, con otras formas de hacer conciertos, otros aforos, otros públicos, son de las que marcan.

Soy muy de fechas y muy poco de épocas. Defiendo estos 366 días de 2020, entre otras cosas, para poder decirle a la gente lo que aprendí de esta gira. Mi gente, mis músicos, mi equipo, se volcaron para que las miles de personas que pasaron por nuestros conciertos disfrutaran durante un rato, estuvieran seguros y se cumplieran todas las normas. Y no he visto comunión más grande con el público que en los conciertos de esta gira. Es más, puedo decir que el único espectador de la gira fui yo, porque disfruté de momentos extraordinarios con el público. Sentí un amor absoluto, fue como una orgía de amor puro y sano.

A veces, cuando observamos al artista, vemos el éxito y posiblemente no nos percatamos del equipo que está detrás y que le sostiene. ¿Siente la presión de tener que trabajar para que ellos también se puedan sostener en un momento tan delicado?

Sin duda, pero le voy a ser honesto. Yo salí a tocar por una necesidad imperiosa. Yo necesito tocar. Me di cuenta de que no podía vivir sin tocar. Un poco es la idea del disco, lo primero que tiene que hacer una persona para estar bien con el resto del mundo es quererse a sí mismo. Cuando apareció la pandemia y surgió la posibilidad de salir de gira, conté con la empatía de todos. Todos estaban a favor, los 36 que venían conmigo. La putada no es que estén en la sombra y sólo les afecte económicamente. No. Es que todos son tan obsesos como yo de la música. Son tan locos como yo de esa experiencia de salir de gira, afinar un instrumento antes de un recital o hacer que una luz entre en el momento justo. Y la pandemia les quitaba eso, salir a la carretera, sentirse realizados. Al final éramos 12. Los que estaban discutieron con sus compañeros para estar ahí. Pero yo, cada mañana que me levantaba en otra ciudad, en la habitación de un hotel distinto, me sentí orgulloso por ver a todos los que trabajan conmigo haciendo lo que les gusta.

Usted ha alcanzado el éxito. ¿Se siente observado, bajo lupa, al componer por lo que pueda esperar la gente?

Me siento más exigido, no tan observado. Hay canciones que ponen difícil el nacimiento de otras. A veces, componer es como cuando las tortugas desovan en una playa: salen muchas pero no todas llegan al mar. Hay canciones tan buenas que se lo ponen difíciles a las demás. Me ha costado muchísimo escucharme a mí mismo, porque creo que es de lo que va este disco. Pero también me he quitado presión. Quería contar más, ser más yo.

¿Echa de menos al Pablo López de 2007?.

Eso es tan ciencia ficción como cuando Marty McFly y doc Emmet Brown cogen el Delorean, viajan al futuro y sale el patinete volador. ¡No existe!