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LA PLUMA Y EL DIVÁN

Sociedad cero

La sociedad no se disgrega, continúa unida en la pasión por encontrar una salida a una crisis sanitaria que navega a la deriva

Retrato de nuestra sociedad.

No será la primera vez, ni la última, que quedemos encandilados con novelas o películas futuristas que nos presentan una realidad retorcida. Son muchos los escritores que han imaginado nuevos mundos, nuevas sociedades donde todo gira alrededor de una felicidad ansiada, perseguida y pocas veces conseguida, a pesar de recurrir a medios cuasi mágicos para lograrla. La ingeniería social de Skinner en su Walden Dos, el cambio radical de sociedad propuesto por Huxley en su Mundo feliz, la supremacía de los mejores para la fabricación de otro mundo desde la racionalidad que refleja magistralmente Rand en la Rebelión de Atlas y otros muchos ejemplos de ficción, que terminan fracasando en sus intentos.

Las ficciones basadas en pandemias también han sabido marcar muchos de los grandes hitos del cine. Películas como 12 monos, donde un virus consigue que la humanidad se tenga que refugiar en el subsuelo; Estallido, que recrea cómo contener un virus mortífero mediante la intervención del ejército aniquilando el foco donde comienza la infección o Soy leyenda, donde un virus creado por el hombre acaba con toda la humanidad.

La realidad supera a la fantasía dando sus primeros pasos entre tumultuosos vaivenes de enfervorizado patetismo, porque no hay nada más desagradable que tener que vivir en la angustia diaria de la incertidumbre extrema. La nueva sociedad, en mitad de una pandemia real, se está tejiendo a fuerza de golpes azarosos elaborados por manos inexpertas y sin oficio, que intentan dirigir una empresa para la que no están preparados. Por más que escuchamos las llamadas voces autorizadas, no conseguimos sacar nada en claro que amortigüe nuestra visión tétrica de futuro.

La sociedad no se disgrega, continúa unida en la pasión por encontrar una salida a una crisis sanitaria que navega a la deriva. Hoy, más que nunca, se tiene la excusa perfecta para manipular al pueblo, arrojando por la borda cualquier atisbo de congruencia entre protección de la salud y supervivencia económica, ya que ambas están en puro enfrentamiento sin posibilidad alguna de entendimiento.

La sociedad española, que siempre ha sido hipercrítica con sus acciones, tiene que aprender ahora a replegarse, sin sonrojos, para poder sobrevivir sin hundirse. Quienes dormían tranquilos en la convicción de haber logrado una calidad de vida segura y consolidada, tienen que vivir ahora en el sobresalto de no saber qué pasará dentro de unos minutos. Estamos viviendo el momento cero de una sociedad que rompe los moldes de la ficción.

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